Sabor Vainilla.✓

16.—Primera vez.

Patrick.

He pasado la mitad de mi vida viendo películas de romance con Alana y Blanca. Nunca comprendí esas estúpidas situaciones en la cual el chico y la chica están a punto de besarse o confesarse lo mucho que se aman y uno de los dos se echa para atrás.

No lo comprendía hasta ahora.

Estoy esperando por su permiso, solo un movimiento y palabra de su parte y la beso, solo necesito su consentimiento para por fin recortar nuestra distancia.

Mi respiración es irregular pero puedo oler a la perfección el aroma de Lía quién está a tan solo centímetros de mí. Mi corazón late con rapidez y mis manos vuelven a temblar como la primera vez.

Su vista va de mis ojos a mi boca, pareciera que también quisiera hacerlo, pero no lo hace, no se mueve, solo está ahí acorralada entre su auto y mi cuerpo, pero no hace nada.

Las conversaciones y consejos de Charlie me vienen a la mente.

«—Ella no quiere nada serio, y tú lo sabes pero quieres engañarte. — siempre dice mi amigo.»

¿Por qué no se mueve? ¿Por qué no me da su consentimiento? ¿No quiere besarme como yo a ella? y si eso no es lo que quiere ¿Por qué no se aleja?

Parpadeo un poco, y por alguna razón yo tampoco puedo hacer ese pequeño movimiento.

— Aléjate —finalmente le digo.

Yo no soy capaz de hacerlo.

—¿Qué?—su voz sale baja.—¿Te has vuelto loco de verdad?—me mira a los ojos para acto seguido empujarme colocando sus dos manos en mi pecho.—¡Deja de actuar así!—exclama.

Yo retrocedo mientras me sostengo de mi bolso para mirarla con las cejas arrugadas.

—¿Actuar cómo?—pregunto.

—La otra noche en la fiesta. El sábado en mi casa y ahora. ¿Qué estás tratando de hacer? ¿Qué es lo que quieres?—esta furiosa.

—No lo sé—miento.—¿Te digo la verdad?—mi voz sale baja y gruesa.—No tengo la más mínima idea del porque hago esas cosas. No sé porqué me acerco tanto a ti, y menos sé la razón por la cual te saque arrastras del salón esta mañana. Son simples impulsos.—de mi boca siguen saliendo puras mentiras.

—¿Simples impulsos?—susurra y sonríe con ironía.

¿Será buena idea decirle lo mucho que me gusta desde hace mucho tiempo?

No, es Lía Cooper, es la chica más atractiva, sexy, inteligente, adorable y deseada de la escuela. Creo que no sería buena idea

—Ya sabes, hormonas—me encojo de hombros.

De repente el rostro de Lía cambia por completo. No sé descifrar si es de más enojo o decepción.

—¿Cómo no lo imaginé antes?—me da una pequeña sonrisa amarga—Todo lo que tú quieres es acostarte conmigo, igual que todos los putos hombres en este instituto. Igual que...—intenta decir algo, pero se queda callada.

Vamos, dilo, por favor.

Pero no dice nada, se queda en silencio y mi corazón se viene abajo igual que mis ánimos.

—No es un secreto para nadie.—la miro con burla.

Total, ya la cague ¿Qué más da seguir haciéndolo?

—¡Eres el idiota más grande que he conocido en mi vida!—me grita.

—Eso tampoco es un secreto—le doy media sonrisa.

Ella no dice nada, simplemente se voltea para abrir la puerta del coche y subir en el.

—Nos vemos en tu casa—cierra con fuerza la puerta del piloto.

Me quedo observando cómo prende el motor y sale del estacionamiento del instituto.

Yo suelto los puños que tengo a mi lado para patear el caucho de mi auto con frustración.

¿Cómo le pude decir eso? ¿Es en serio?

—¡Eres un idiota Patrick!—hablo para mí.

No tengo ni la más mínima intención de acostarme con ella, es lo que menos me interesa. Debe creer cualquier porquería de mí.

Primero el chantaje del vídeo para acercarme a ella. Luego cada mal rato que la he hecho pasar para que a la final termine poniendo la cereza al pastel con este estúpido comentario.

Me monto en mi auto para poder alcanzarla.

Recuerdo cada estupidez que he hecho hasta ahora y golpeo con mi palma el volante. Soy tan estúpido, debo arreglar esto de alguna manera, debo dejar de estar haciendo las cosas mal con ella.

¿Qué puedo hacer?

Busco en la pantalla del auto que está conectado al Bluetooth de mi celular el número que aunque me sé de memoria no puedo marcar ahora porque estoy en plena avenida principal.

El tono de llamada resuena por los altavoces de la camioneta y al cuarto ella contesta.

—¡Y este milagro!—me dice apenas responde. Al otro lado de la línea se escucha mucho ruido.

Yo sonrío.

—Eso tendría que decir yo, desde que te marchaste a la universidad ya ni un mensaje me envías.

—La universidad te consume hasta la sangre, en otoño me empezarás a entender.—mi prima es tan risueña.

—Ellen—hablo bajo—Te extraño.—ella sonríe.

—Yo también te extraño mucho. La gente aquí no es tan divertida como tú—esto último lo susurra.

Mi prima, quien es la hija de mis tíos Ben y Elena Müller se fue a la universidad hace casi dos años. Ella es mi única mejor amiga mujer en todo el mundo, y la quiero mucho. Siempre fue mi confidente y yo de ella.

Sé tantas cosas de Ellen, incluso más que sus propios padres o hermanos.

Supongo que ser  contemporáneos y los primeros bebés en la familia crecimos muy malcriados y unidos.

—En otoño te estaré acompañando—hablar con ella siempre me pone de buen humor y me saca sonrisas.

—¿Ya enviaste la solicitud? Te recuerdo que son muy quisquillosos.

—Envié la solicitud el año pasado ¿Lo recuerdas? Tú me ayudaste.

—Oh, sí lo recuerdo.—escucho su sonrisa del otro lado.—Aunque siento que tu llamada es por algo más que saber cómo estoy.

¿Cómo hace para conocerme tan bien?

—Hace unos minutos estuve a un centímetro de besar a Lía Cooper.

Casi de inmediato escucho un chillido que me hace soltar una carcajada.

—¿La besaste? Por favor, dime qué la has besado. Patrick O'Brien–Coox Müller, si no la besaste no me hables más nunca en la vida.—habla con severidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.