Sabor Vainilla.✓

18.—Notas.

Lía;
¿Quieres conducir? ¿Puedes pasar tú por mí?

Mike;
Claro, ¿Sucede algo?

Lía;
Te cuento ahora.

Estoy en el frente de mi casa enviándole mensajes a Mike.

Después de el desayuno he salido aquí a tomar un poco de aire. Tengo que dejar de estar preocupada por Patrick, nada de eso es de mi incumbencia, pero, es que no puedo evitar mirarlo y saber que tiene tristeza dentro de él.

Suspiro recostandome en la pared a un lado de la puerta de entrada y bostezo.

¿Ahora es que me viene a dar sueño?

Tengo frustración dentro de mí y no estoy segura la razón, seguramente es porque no he dormido bien.

—Lía—la voz de mi hermano llama mi atención. Está saliendo de la casa junto con sus amigos.—¿Qué haces? Pensé que ya te habías ido.

—No quiero conducir.—contesto sin más.

Él arruga sus cejas.

Patrick se para por un momento y mira a mí dirección. Tiene una línea recta en los labios.

—¿Quieres que te lleve?—pregunta Liam acercándose a mí.

—No—le doy una sonrisa de boca cerrada—Mike viene por mí.

—¿Segura?

—Sí—alzo mi celular para mostrarle la pantalla—Me dijo que ya venía en camino.

—¿Tienes algo?—pregunta Liam en susurros.

—No dormí bien anoche, eso es todo.

—Esta bien, luego hablamos.—me da una palmadita en la cabeza antes de ir hasta su auto.

Observo como Patrick lo sigue y antes de montarse en el lado del copiloto me da una mirada rápida. No tiene significado alguno, pero solo eso ha hecho que crezca un nudo en la boca de mi estómago.

Minutos después observo el BMW de Mike estacionándose frente a mi casa.

Guardo el celular en el bolsillo del uniforme para montarme en el.

Mi amigo me da una mirada rápida para empezar a conducir.

—Nina se irá con Link a la escuela, no hace falta que vayamos por ella.—le comento a mi amigo mientras me abrocho el cinturón.

—¿Qué tienes?—pregunta el rubio—Tienes una cara de culo más fastidiosa que el resto de los días.

Suspiro y recuesto la cabeza en el asiento.

—Mamá me ha prohibido el café y no dormí bien anoche—respondo con molestia.

Mike suelta una carcajada que me irrita aún más.

—Por fin la señora Marian se ha dado cuenta que eres adicta a la cafeína.

—¡Yo no soy adicta a la cafeína!—exclamo.

¿Por qué dicen que soy adicta al café? No lo soy, solo me gusta tomarlo, no lo necesito.

—Aunque la verdad no tiene sentido—se encoje de hombros—Dentro de algunos meses te irás a la universidad y te tomarás todo el café que hay en Boston.—Mi amigo es tan risueño.

Lo miro con una pequeña sonrisa en el rostro.

—¿Cómo estás tan seguro que me aceptarán en Harvard? Apenas hoy buscaré al profesor Rufo para la carta de recomendación.

—¡Por Dios! Si tú no entras a Harvard nadie en esta escuela merece ser aceptado.—me da una mirada divertida.

—No seas tonto, solo postulé a tres universidades.

—Has pasado mucho tiempo pensando en eso—me mira de vez en cuando—Tienes que disfrutar un poco más tu último año. Nos faltan unos cuantos meses para que cada quien tome su camino.

Recordar eso me causa un poco de nostalgia. Desde la primaria nosotros tres hemos sido inseparables, y saber que nos vamos a lugares distintos me asusta.

Tengo miedo de perder a las únicas personas que me soportan.

—¿Tú ya pensaste si quieres quedarte aquí o ir a California?—pregunto.

El papá de Mike es uno de los cantantes más famosos del país y su mamá una ex modelo de Victoria Secret que ahora es empresaria.

Por sus venas corre un talento inigualable.

—Quiero ser bailarín, Lía, no actor—me sonríe.—Quiero presentarme en Broadway, no quiero ir a California cómo dice mi padre.

—En tu primera presentación prometo venir a verte.

—No seas tonta, normalmente los primeros papeles son  sin significado. Es mejor que vengas cuando ya sea un protagonista.

Los ojos de mi amigo se llenan de entusiasmo e ilusiones.

Y eso es lo que tenemos todos los jóvenes del mundo; Tenemos sueños, muchos planes y metas que cumplir.

—Así seas quien sube el telón, ahí voy a estar.—Él me sonríe con cariño.—Y a Nina la voy arrastrar conmigo.

—Esa amargada me ama aunque no lo quiera aceptar.

Ambos reímos.

Michael ha hecho que me sienta de mejor humor.

En pocos minutos llegamos a la escuela. Cuando voy camino a mi casillero me topo con un Patrick charlando con algunos del equipo de fútbol por los pasillos, está sonriendo, tiene su sonrisa habitual en el rostro.

Eso por alguna razón rompe un poco mi corazón.

Tiene una increíble capacidad de colocar una sonrisa falsa a pesar que por dentro lo están consumiendo las dudas.

—Te veo mal, murciélago—la voz profunda de Link me sobresalta.

¿Por qué siempre aparece así?

—Deja de fastidiarme—me alejo de él. Me percato que va a la misma dirección que voy yo—¿Qué haces aquí?—pregunto cuando ya llego a mi casillero.

Él me da una pequeña sonrisa y señala el casillero que está a dos del mío.

—Es el mío—contesta.

Esto no puede ser real.

Miro dicha puerta y leo su nombre y apellido arriba y al centro de este.

—Estoy condenada al fastidioso.—abro mi casillero.

—Para mí tampoco es muy divertido verte la cara de amargada—abre el suyo lo que nos quita la visión por un momento.

Link no me cae mal, no me desagrada ni nada por el estilo. Solo que su porte y mirada me ponen un poco incómoda y nerviosa.

No nerviosa como lo hace Patrick, si no algo diferente, es algo que aunque me cueste aceptarlo me gusta.

Busco lo que necesito y observo cuando el chico me hace señas para ir con él.




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