Lía.
Mi cabeza y útero duelen un poco, es más un dolor punzante que insoportable, como anoche.
Termino de despertarme porque mi vientre no quiere ceder a pesar de adoptar posiciones que parecen muy incómodas. Estiro mi cuerpo aún con los ojos cerrados, esto hace que se sienta menos adolorido.
Suspiro y mientras abro los ojos puedo observar a través de la ventana que la mañana se está asomando y la tormenta ha terminado.
Mientras me muevo para poder buscar mi celular, me percato que Patrick está a mi lado dormido.
Mi pecho se llena de cariño cuando lo veo boca arriba, con la sábana por la mitad de su cintura, tiene un brazo sobre su cabeza y el otro encima del estómago mientras sostiene su teléfono debilmente. Se ve tan tierno y bonito.
Anoche cuando llegó a mí con una bolsa llena de agua tibia para colocarla en el vientre no podía creerlo, pude imaginar cualquier actitud de Patrick al estar encerrado conmigo en una casa y apenas soportando un dolor, pero que fuese tan atento, no.
Me sentía tan desolada que apenas me sostuvo en sus brazos no pude evitar llorar como una pequeña, aunque me quiero convencer que es parte de las hormonas del período, yo sé que es por todo lo que me dijeron ayer, creo que fue muy tonto de mi parte venir aquí sola y con muchas espectativas.
Siempre quise saber sobre mi madre biológica o algo, pero ahora me doy cuenta que ha sido un error, que tengo una familia esperándome en casa y que no debería de darle tanta importancia a alguien que me abandonó por quién sabe que razones.
Sigo buscando mi celular para conseguirlo en la mesita de noche del lado del chico. Me levanto de la cama, el piso no está tan frío, supongo que ya ha vuelto la luz, tomo el celular, aún tengo suficiente tiempo para arreglarme e irme a mí entrevista.
Lo primero que hago es bañarme porque me siento sucia (sí, también es un efecto secundario de las hormonas), me arreglo lo suficientemente aceptable a pesar que mi rostro está marcado por llorar tanto.
Camino el pasillo donde está la habitación. ¿Y sí le preparo algo? Yo no soy muy buena cocinando, tampoco sé mucho, pero es lo menos que se merece ¿No?
Voy a la habitación, me paro en la puerta para ver a Patrick ahora acurrucado de lado con las sábanas hasta la barbilla.
¿De verdad así se siente vivir con un chico? ¿Él y yo estamos listos para esto siendo tan jóvenes? ¿Somos realmente compatibles? ¿Y si él viene a la escuela de cocina y yo soy aceptada en Harvard?
No tengo respuesta para ninguna de las preguntas, ni siquiera estoy segura sobre mis sentimientos por Patrick, se supone que estamos "juntos" porque yo quiero borrar el vídeo y seguir con tranquilidad.
Sacudo la cabeza, tengo que dejar de estar pensando en tonterías cuando es un día tan importante para mí.
Ya yo tengo planes y no pienso cambiarlos por un chico.
Saco la leche del refrigerador, un tazón de los estantes y una bolsa de cereales.
En una nota escribo; Muchas gracias por lo de anoche, espero te guste el desayuno que te he preparado.
Al final de la nota le dibujo un pequeño corazón para dejarlo arriba de la mesa de la cocina.
Tengo que pasar por una farmacia a comprar pastillas para el dolor, pero primero lo primero.

—Señorita Lía Cooper—una chica me llama cuando estoy sentada en un enorme pasillo.
Está universidad es mucho más de lo que imaginé, es imponente, hermosa y fascinante. El campus es otro nivel y la biblioteca es increíble.
Tengo una presión en el pecho, pero trato de controlar un poco mis manos que tiemblan y sudan.
—Soy yo—me levanto de la silla para colocarme frente a la chica.
—Hola—me da una sonrisa amable.—Ven pasa, por aquí.
Empieza a caminar dentro de un salón, yo la sigo.
El salón es grande y bastante iluminado por unos ventanales.
Abre una puerta y ella se queda en el marco, me mira y me da una señal de que pase.
Yo entro con toda la seguridad que mis nervios lo permiten. Ha llegado el momento por el cual llevo años preparándome.
“Estoy en mi habitación frente a mí computadora viendo reseñas sobre las mejores universidades del país. Mi intención siempre ha sido ir a una Ivy League. Pero la que más me llama la atención es Harvard, es otro nivel.
—¿Qué haces?—pregunta Abby asomándose detrás de mí.—Oohh, Harvard.—juega con mi cabello.
—Lía ha tenido una pequeña obsesión sobre las universidades el último mes—le cuenta Nina a Abby acostada desde mi cama.
Todos sonríe y yo me siento un poco avergonzada.
No creo que pueda entrar alguna de estas universidades, son tan exigentes.
—Dichosa tú que ya sabes a cual universidad quieres ir.—me habla Mike a un costado de Nina.
—¿No han visto estás universidades? ¡Son increíbles!—comento con entusiasmo.
—Aún faltan cuatro años para esto—Nina me mira.
—A mí me gustaría ir a la universidad estatal de Boston—habla Abby—Tienen un increíble programa de diseño y Liam aún no sabe que hacer con su vida, espero que no nos separemos.
Yo sonrío con entusiasmo.
—Si tú eres aceptada en la universidad de Boston, yo en Harvard y Liam viene con nosotras, podremos vivir los tres en un piso, no en el campus.—propongo.
—¿Te imaginas compartir piso durante los cinco años de universidad? Que locura.—me habla Abby con la misma emoción.
—Bien, yo como que me voy con ustedes.—Mike llama nuestra atención.
—Que patéticos se ven planeando algo que no tienen seguro.—nos dice Nina con fastidio.
Todos reímos.
—No podemos esperar mucho de Nina, la amargura puede más que ella.—dice Mike abrazando a Nina.