Sabor Vainilla.✓

30.–Egoísmo

Lía.

El lunes por la noche tanto Patrick como yo volvimos a Nueva York.

Patrick tuvo que volver el domingo por la noche, pero su vuelo se retrasó debido a la tormenta y lo agradezco tanto. 

Luego de borrar el vídeo de la computadora del chico me he sentido un poco más relajada, solo me falta su celular y listo, acabo con todo esto. 

Cuando llegué a casa estaba tan agradecida de que mis padres y mi hermano me recibieran con tanto cariño, les he hecho saber que no quiero hablar acerca del tema, al único que le dije todo lo que me dijeron en el orfanato fue a Liam, y él como un hermano comprensivo no me ha comentado más al respecto. 

Aún me siento un poco afligida y con muchas dudas, pero supongo que ya tengo que aprender a vivir con esto. 

La mañana del martes la he pasado en el limbo, y de verdad no comprendo el porqué, me siento débil y como si me fuese a enfermar. 

Química me toca a la tercera hora de la mañana, aunque para empeorar el sentimiento de fragilidad el profesor ha decidido colocarnos compañeros para un trabajo que sigo sin encontrarle la lógica. 

Lo único bueno es que mi compañero es Link, así que no tengo que soportar a una persona desconocida a mi lado durante toda la hora de la única materia que hace mis neuronas exploten. 

—Esto es demasiado cliché—comenta Link a mi lado izquierdo anotando algo en su cuaderno respecto a unas sustancias hirviendo que tenemos en frente. 

Por encima del uniforme tenemos una bata blanca y los lentes transparentes que cubren la mitad de mi rostro hacen que el tiempo que invertí en maquillarme está mañana no valga la pena. 

—¿Qué es cliché?—pregunto copiándome de su cuaderno. —¿Una persona copiándose? Sí, supongo.—respondo a mi propia pregunta. 

Él me mira y me da una pequeña pero significativa sonrisa. 

—Esto de que el profesor te coloque a alguien de compañera, por alguna estúpida razón tienen que pasar mucho tiempo juntos dentro y fuera de la escuela, cómo si esa fuese la única asignatura que vieran en todo el año escolar, se enamoren y vivan felices para siempre. 

Su comentario descuidado me hace sonreír. 

—Te faltó la parte de que él es una persona misteriosa que termina siendo un vampiro  y primero tienen que pasar tres o cuatro libros seguidos luchando para que su amor sea más fuerte.—llevo mi lápiz al labio inferior recordando muchos libros de fantasía urbana que he leído. 

Link me señala con su lápiz mientras me da otra sonrisa. 

—¡Eso!—exclama.—Yo podría ser tu Patch y tú mi Nora

Suelto una carcajada llamando la atención de la clase. 

Miro al frente dónde está el profesor con una cara de desaprobación diciendo con sus ojos que si volvemos a interrumpir la clase nos pondrá un enorme 0. 

—Me sé esa saga de memoria, y créeme que ellos no se conocen en la clase de Química.—le hablo bajo luego que el profesor vuelve su atención al escritorio. 

—¿No? La verdad no recuerdo, la leí hace mucho tiempo.—Link habla en el mismo tono de voz. 

Por una extraña sensación miro hasta el fondo derecho del salón, dónde está Patrick junto con otro chico de la clase. El pelinegro está mirando fijamente a nosotros, a pesar de los lentes que también le cubren su rostro se puede identificar la molestia en él. Está prácticamente taladrando a Link con sus ojos. 

No soy tonta y puedo saber que no le agrada Link, supongo que por celos. ¿Quién sabe? 

—No—devuelvo mi atención a Link.—Se conocen en la clase de biología, engáñame con lo que sea, menos con esa saga. Además tú y yo no nos acabamos de conocer. 

—Ya sabes—pone su atención en los utensilios delante de nosotros.—Para darle un giro a la trama.—anota algo en su cuaderno y luego se echa para atrás.—Aunque el único secreto oscuro que tú podrías descubrir de mi parte es cual es mi libro favorito. 

Sonrío y leo lo que está en su cuaderno para copiarlo en el mío. 

—No creo que sea Orgullo y Prejuicio.—mi atención está en mi cuaderno. 
Link me da una risa que parece más un suspiro. 

—Te sorprenderías.—es lo último que se dice. 

Al sonar el timbre para la hora del almuerzo primero paso por mi casillero a dejar unas cosas, Mike me ha enviado un mensaje avisándome que me esperarán en la cafetería. 

Cuando estoy  rumbo almorzar me consigo a Patrick en medio de todos los estudiantes que atraviesan el pasillo, está esperándome con las manos metidas en el abrigo del uniforme, su boca es una línea recta y sus cejas están arrugadas. 

Se ve tan lindo, ayer nos dormimos un poco tarde hablando por teléfono, pero esta mañana no tuve la oportunidad de hablar con él, me desperté muy tarde. 

—Te estabas divirtiendo en Química ¿No?—el tono frío no pasa desapercibido en su voz, pero yo lo ignoro. 

—Sí, es muy divertida.—me paro frente a él. 

Patrick se queda por un momento mirándome a los ojos, un escalofrío recorre mi columna, pero no es uno malo, es algo agradable. 

El chico frente a mí relaja el rostro luego de unos segundos. 

—¿Qué harás esta noche?—finalmente pregunta. 

—Estudiar.—me encojo de hombros. 

Recuerdo el hambre que tengo y empiezo a caminar de nuevo a la cafetería, el lugar de almuerzo no está tan cerca de mi casillero como de verdad deseo. 

—¿Salimos?—pregunta.  La sensación de algo moviéndose en mi estómago me distrae. 

—Es noche de escuela, no creo que mis padres estén contentos con eso. 

El chico me da una sonrisa cómplice.

—Ya tengo eso cubierto.—dice con seguridad. 

Arrugo mis cejas sin comprender mucho, mis padres no son de dejarme salir entre semana. 

El sonido del celular de Patrick nos distrae a ambos. Él saca el celular para leer y contestar un mensaje. La persona con quién está hablando le responde inmediatamente, se sumerge en una conversación que por alguna razón me molesta un poco. 

—¿Cómo lograste que mis padres dieran permiso?—pregunto con un tono de voz áspero. 




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