Sabor Vainilla.✓

35.–Una noche de febrero.

“Mi corazón late con fuerza, pero no le presto mucha atención, la música que retumba en mis oídos es aún más fuerte.

Sin embargo los nervios aumentan con cada paso que doy.

—Hazlo—me anima Mike a mis espaldas

—¿Y sí espero a Abby? Total, me dijo que no se tardaría mucho—le hablo por encima de la música a mi amigo.

Estamos en una fiesta de la escuela que han hecho por cumpleaños de alguien que no sé. Es de estas fiestas que se salen de control, empieza a llegar todo mundo y sin darte cuenta ya hay mucho alcohol, drogas y personas a tu alrededor.

—No seas tonta.—me sonríe Nina a un costado.—¿Qué esperas? ¿Qué Abby te lleve hasta sus brazos? Eso es pura excusa.

Mi amiga Abby y Liam han salido por unas cervezas, yo sé que no se tardarán mucho, y también sé que Nina tiene razón, es pura excusa.

Aunque mirando el reloj de mi muñeca sí que se han tardado bastante.

—Está bien, lo haré—le hablo con decisión a mis amigos.

Me volteo para mirar a dónde están Patrick y Charlie hablando sobre algo que soy indiferente. Camino hasta los chicos lo más coqueta que podría caminar.

Hoy es el día, le diré a Patrick O'Brien lo mucho que me gusta, y si es posible, mi lado atrevido le robará un beso.

—¡Charlotte!—exclama Patrick cuando llego a ellos con una radiante y hermosa sonrisa.

Ese solo acto hace que las mariposas en mi estómago se alteren.

¡Dios, este chico me gusta tanto!

—¿Qué hay, chicos?—le hablo a ambos.—¿No saben por qué Liam se ha tardado tanto?—pregunto.

Sí, claro. ¿No tenía algo más tonto que decir?

Me percato que Charlie le da una palmada en el hombro al pelinegro para decirle algo al odio que no logro escuchar por la música.

—Voy a llamarlo, ya regreso—me dice el rubio igual con una sonrisa.

En cuestión de un segundo se va y nos deja a Patrick y a mí.

Mis nervios llegan al punto de que mis manos suden, pero no puedo dejar que esto evite mi confesión.

Patrick no deja su sonrisa, se acerca mucho a mí, y justo cuando siento que mi corazón se va a paralizar habla en mi oído.

—¿Quieres bailar?—pregunta con su aliento rozando en mi cuello.

Esto causa un escalofrío por todo mi cuerpo.

—Claro.—contesto.

Por los altavoces suena Apologize de One Republic. Me toma de la mano para llevarme a una pista de baile improvisada que han hecho en la casa. Empezamos a movernos con el ritmo de la música.

En un movimiento ágil de su parte me toma por la cintura para acercarme a él, a pesar de que no llevo mucho el compás de la canción.

Justo en este momento trago grueso porque se ha formado un nudo indescriptible en mi garganta, mi corazón late con un frenesí que nunca en mi vida he experimentado.

Le diré ahora, justo en este instante le diré. Pero, cuando estoy a punto de hablar él dice algo.

—Tengo algo que decirte.—la nariz de Patrick roza la mía.

Y estoy luchando con todas mis fuerzas para no recortar el espacio entre nosotros y besarlo.

—Dime—vuelvo a tragar grueso a pesar de que mi boca está seca.

Patrick que me tiene entre sus brazos sonríe amplio. Esto es una tortura para mí.

Pero toda la magia entre nosotros desaparece al momento que escucho a Charlie correr hasta nosotros.

—¡Lía!—me llama.

Yo me separo de inmediato del pelinegro.

—¿Qué pasa?—pregunto de mala gana.

—Es Abby, y Liam—me mira a los ojos con la respiración entrecortada y una preocupación que me traspasa.—En la esquina... Ellos... Ellos iban a cruzar, pero un auto colisionó contra ellos del lado izquierdo.

Los nervios o sensaciones agradables que antes estaba sintiendo por Patrick, ahora son reemplazadas por angustia y ansiedad.

Me separo de Patrick con un nudo en el estómago.

Automáticamente mis piernas empiezan a correr directo a la calle. A pesar del frío invierno no me coloco algún abrigo.

Y todo pasa a segundo plano sin saber que la letra de aquella canción que acabamos de bailar tendría mucho significado entre nosotros dos en el futuro.

Abby iba manejando, si le impactaron del izquierdo Abby se llevó la peor parte. Sin embargo, Liam, mi hermano.

Corro lo más rápido que mis piernas y la nieve me lo permiten, pero cuando llego a la esquina, el desastre hace que mis ojos se llenen de lágrimas y mi ansiedad aumente.

El Mercedes blanco de Abby está destrozado en la parte delantera y con los cauchos arriba, los bomberos, policías y camilleros se mueven de un lado a otro, pero no puedo permitirme ahora un ataque de pánico, cuando intento pasar la barrera de policías no me lo permiten.

Desde mi posición solo puedo ver vidrios rotos, y sangre, mucha sangre.

—¡Él es mi hermano!—le grito a uno de los oficiales.—¡Es mi hermano y mi mejor amiga!—le hablo tan fuerte como el nudo en mi garganta me permiten.

—Lo siento, señorita, pero no puede ingresar aquí.—el policía me sostiene por los hombros.

Siento como me hace daño por mis intentos bruscos de querer acercarme.

—¡Él me necesita!—mis ojos llorosos miran los marrones del oficial.—¡A él no le gusta la sangre, la odia!—exclamo.

—¡Lía!—escucho la voz de Nina a mis espaldas.—Lía.—mi amiga me toma por el brazo para llevarme con ella.

—Los han llevado al hospital central.—nos informa el policía.—Vayan hasta allá.

Me volteo, pero cuando reacciono Mike y Nina tienen sus rostros llenos de lágrimas. Esto no es bueno.




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