Patrick.
—Sería maravilloso vivir contigo—Lía se lanza a mis brazos.
Los nervios que habían crecido en todo el día desaparecen y le dan paso a una felicidad increíble.
Pase casi toda la noche y este día analizando los pro y contras de esta decisión, sé que somos jóvenes y nuestra relación aún es muy nueva, sin embargo no perdemos nada intentándolo.
El rostro de Lía esta iluminado y lleno de mucha alegría. Al llegar al campus no la vi muy convencida o feliz con esto, pero con el trascurso del recorrido creo que ha cambiado de opinión, estoy muy seguro que al momento de entrar a esta biblioteca su decisión ya estaba tomada.
Para ser sincero nunca me imaginé mi vida universitaria viviendo con Lía y asistiendo ambos al mismo instituto mientras lucho por abrir mi restaurante, siempre creí que imaginarme estas cosas serian soñar muy alto, pero es lo mejor que el destino pudo planear para nosotros, para mí.
—Para el verano buscamos un departamento cerca. —le guiño un ojo.
Suelta una pequeña risa, pero sé que también le ha dado vergüenza.
—Un departamento tú y yo, juntos, por cinco años. —me sonríe mientras se pierde seguramente en sus pensamientos.
—A lo mejor hasta por más. —digo en un murmuro con la intención de que no me escuche.
Lía toma mi mano para terminar el recorrido y poder irnos hasta la escuela a recoger mi auto. Bueno, el Volvo de papá que tengo mientras tanto.
La castaña conduce en completo silencio y puedo estar muy seguro que está pensando en lo que fue toda su tarde.
Llegamos a el estacionamiento justo cuando el reloj marca las seis treinta de la tarde.
Lía se voltea a verme con esos hermosos ojos verde oscuro que me encantan.
—Gracias. —me habla bajo, pero con sinceridad.
Yo solo le doy una pequeña sonrisa de boca cerrada.
—Una relación no es solo para tomarnos las manos y darnos besos, es para apoyarse mutuamente también. —le contesto acariciando su rostro.
La verdad nunca he tenido una relación, pero sé a la perfección las razones por las cuales mis padres tienen veinte años juntos.
Mirándola así, con la luz de los faros que la alumbran desde afuera me doy cuenta lo afortunado que soy. Inteligente, hermosa, decidida y una cualidad que supe hace apenas unos meses: luchadora. Todas estas cosas que definen a Lía me hacen sentir que nunca conseguiré a una chica parecida.
Y es cuando me pregunto: ¿De verdad yo solo la quiero? Al principio si fue algo físico, la veía hermosa y desarrollada. Luego con el trascurso del tiempo empecé a tomarle un cariño especial, pero y ahora. De verdad no se descifrar esto que crece en mi pecho cada día más. Aunque para ser sincero tampoco me asusta.
—Gracias—vuelve a susurrar con los ojos brillantes.
La chica se acerca a mi para darme un beso en los labios y finalizarlo con un abrazo donde puedo oler a la perfección su aroma a vainilla que me vuelve loco.
Le devuelvo el abrazo para acto seguido bajar de su Tahoe, no sin antes despedirme de ella con la promesa que le escribiré luego.
Entro al auto con una enorme sonrisa en los labios, esas molestias en el estómago que las he catalogado como "gastritis" están siempre presentes cuando estoy con la chica.
Conduzco hasta casa con cuidado, luego del accidente me da un poco de temor pasarme de velocidad, y me causan nervios los autos que pasan a mucha velocidad a mi lado. Mamá y papá dicen que necesito un poco de tiempo.
Llego a la propiedad de mi familia un poco tarde ya que el tráfico estaba bastante pesado. Le informo a mis padres que ya estoy en casa, y subo a mi habitación para conseguirme a mi prima Ellen sentada en la silla de mi escritorio dando vueltas.
—¡Ya sé que es lo que deseo hacer el resto de mi vida! —exclama la pelinegra apenas me ve entrar.
Yo sonrío por lo infantil de sus movimientos.
—Adivinaré, bailarina en Las Vegas. —bromeo mientras dejo mi bolso en el escritorio y me siento en la cama.
Ellen arruga su nariz y se queda por un momento mirándome.
—¿Por qué no lo pensé antes? —lleva su dedo índice a sus labios como si estuviese pensando. —Pero no. —finaliza.
Le hago señales para que me pase mi computadora y ella me la extiende. Debo descargar una tarea que tengo que entregar mañana y debo verificar el correo.
—Dime, ¿Qué quieres ser por el resto de tu vida? —pregunto prendiendo el portátil.
—La esposa de un hombre millonario. —Ellen me mira con seriedad y puedo ver decisión en esos ojos grises tan parecidos a los de su mamá.
Arrugo mis cejan sin entender muy bien su comentario.
—¿Es en serio? —pregunto.
—¡Claro que no! —mi prima suelta una carcajada. —pero tuviste que verte el rostro.
Le saco la lengua mientras termino de entrar al correo.
—Deja de jugar conmigo. —desvío mi vista a la pantalla de la computadora.
—Desde hace unas semanas he estado en el departamento de marketing de los hoteles y me ha encantado. —a Ellen se le ilumina el rostro.
Eso hace que yo le dé una sonrisa.
—¿Mis tíos saben? —pregunto.
—Sí, ya les dije y papá no puede estar más contento...
Dejo de escuchar a Ellen cuando veo en mi correo la notificación que nunca pensé recibir.
De parte del equipo de Culinary Art Academy Switzerland nos complace informarle a Patrick O'Brien-Coox Müller que ha sido aceptado en nuestro siguiente curso.
Nos gustaría comunicarnos con usted y enviarle todos los datos y requisitos necesarios para que comience la primera semana de septiembre.
Mi corazón late con fuerza en mis oídos y pecho. Froto mis ojos para saber si esto es cierto y justo cuando casi se me cae el portátil es que Ellen deja de hablar y se posiciona a mi lado para leer.
—Esto no es cierto—susurro para mí.