Las semanas pasan volando hasta estar en el aeropuerto con Nina llorando en mis brazos.
Esto hace que mi corazón se rompa un poquito, trago grueso para evitar llorar.
Mike, Nina y yo llevamos como unos diez años de amistad, incluso más y es primera vez que nos separaremos tanto tiempo.
Cuando alzo mi vista y veo a Mike sollozando casi sin poder respirar, no aguanto más y rompo en llanto.
Tomo a Mike del cuello para tráelo a nosotras y abrazarnos lo más fuerte que nuestra incómoda posición nos deja.
—Los amo muchísimo—dice Nina entre lágrimas.
Esas palabras hacen que los sollozos de Mike y los míos se intensifiquen. Ella nunca no los había dicho, tal vez a cada uno por separado, pero nunca de esta forma.
—Yo te amo más que a mí mismo. —le responde Mike y ambas reímos entre lágrimas.
—Voy a venir a visitarlos cada vez que pueda. Ustedes son parte de mí. —se separa Nina de nosotros para darnos una tierna sonrisa.
Juro que es uno de los momentos más agridulces de mi vida.
—Tienes que encontrar tu lugar. —le hablo con la voz ronca por el llanto mientras intento secar mis lágrimas con las palmas de las manos.
Ella nos sonríe para acto seguido tomar su equipaje de mano y caminar hasta la puerta de embarque.
Mike y yo nos abrazamos de costado y puedo sentir el cuerpo de mi mejor amigo contraerse.
Empiezo a recordar todo:
Cuando conocí a Nina, Mike y Abby en la escuela.
Esas risas en medio de la cafetería, todas las veces que la defendimos.
El funeral de Abby cuando la pelinegra sollozaba a gritos mientras que Mike y yo la sosteníamos.
"—Siempre vamos a estar para sostenerte. —le había dicho el rubio."
Y ahora no vamos a poder, ella tiene que sostenerse por si sola a partir de hoy.
Esas carcajadas en mi camioneta mientras íbamos a la escuela.
"—¡Michael Anderson, apúrate!
El grito de Nina el lunes por la mañana ya es costumbre.
Sonrío mientras me llevo un vaso de café a los labios. Pero cuando veo a Mike salir de su enorme casa con un zapato medio puesto, el otro en la mano y la mochila casi arrastrándose, tengo que tapar mi boca para evitar escupir el café en el auto debido a mis carcajadas.
—¿Podrías por favor dejar de gritar como cabra loca frente a mi casa?—se queja mi amigo apenas entra en el asiento trasero.
—Definitivamente has roto el récord—Nina se voltea y le extiende el café que he comprado para él.
—Mi madre va a creer que ustedes me torturan.
Toma el café para darle un sorbo y terminar de arreglarse.
—Mentira no es—pongo en marcha la camioneta.
—Dale gracias al cielo que quien maneja es Lía, porque yo no te esperaría. —le comenta la chica sarcástica.
—No lo dudo. —el rubio pone sus ojos en blanco."
Siento que ese recuerdo fue hace mucho tiempo.
Mi corazón termina de destruirse cuando Nina se voltea antes de entrar a la zona de embarque y se despide con la mano antes de desaparecer.
—Todo va a salir bien, vamos a seguir siendo amigos y vamos a ser muy felices—me habla Michael cuando empezamos a caminar a su auto.
—Todo va a estar bien. —repito en un susurro.
Y le creo, porque quiero hacerlo, porque sé que nuestra amistad es lo suficientemente fuerte para esto. Porque estoy segura que cuando seamos mayores y sus hijos me llamen “tía” sabré que todo sí estuvo bien.

**********
La brisa de la playa despeina mi cabello mientras las olas me relajan.
Hace tres semanas que Nina se ha marchado, y aunque intentamos hablar con ella cada día, la diferencia de horarios no está a nuestro favor.
Estamos en Brighton Beach Liam, Charlie, Patrick y yo.
Liam debe irse al campus el día de mañana, mientras que Patrick se marchará en una semana y los chicos están teniendo su momento antes de despedirse.
Yo estoy sentada en la arena con un libro en el regazo tratando de concentrarme en como América está a punto de ganar La Selección en La Elegida.
Levanto mi vista justo cuando Charlie está derribando a Patrick para quitarle el balón de futbol mientras que Liam ríe a carcajadas.
La escena me hace sonreír.
Estoy muy segura que estos tres se extrañarán mucho. Después de todo están en la misma posición que Mike, Nina y yo.
—¡Eso es falta! —grita Patrick mientras se sacude la arena.
—Aquí no hay reglas. —contesta Charlie.
Eso desata más la carcajada de mi hermano.
Definitivamente todo ha cambiado.
Aunque pude decidir vivir en casa e ir a la universidad, me queda un tanto lejos por eso he decidido vivir en los dormitorios, o por lo menos hasta que Patrick vuelva de Suiza y cumplamos nuestra promesa de vivir juntos.
Cuando los chicos dejan de jugar vamos almorzar en un puesto de comida rápida, ellos siguen con sus bromas y carcajadas mientras yo solo me dispongo acompañarlos.
**********
El aire acondicionado hace que me arrope hasta el cuello con esa sabana que tanto me gusta, calientita y suave.
Me dejo llevar nuevamente por el momento y empiezo a quedarme dormida.
—¡Lía! —escucho la voz de mi hermano a lo lejos, pero lo ignoro. —¡Lía! —repite. Esta vez siento todo su peso encima de mi y me quejo.
Yo solo quería dormir un rato más antes de tener que ir a la universidad a recoger unas cosas.
—Por favor, dime que no son las cinco de la mañana. —me quejo mientras volteo mi cuerpo para lograr que Liam salga de encima de mi.
—No, son como las ocho. —escucho la carcajada de mi hermano.
Abro poco a poco mis ojos para ver a mi hermano vestido deportivo y con una reluciente sonrisa en los labios.