Sabor Vainilla.✓

58.– Bad Girl.

Patrick está a mi lado durmiendo profundamente. Esta boca arriba con la sabana hasta la cintura, tiene un brazo por encima de la cabeza y el otro esta extendido a mí, como si quisiera aferrarse.

Hoy es el día, en algunas horas tomará un vuelo a Suiza y yo pasaré por casa para recoger mis cosas e irme a los dormitorios de la universidad.

Dentro de algunos días comenzaremos nuestra nueva etapa como universitarios.

Aunque tengo ganas de abrazarlo y llenarlo de besos, no puedo. Anoche llegó tan cansado del restaurante y tan tarde que no tuvo fuerzas ni para tener relaciones. Quiero que descanse todo lo que pueda antes de irse. Además tampoco quiero arruinar este pequeño momento que tengo ¿Cuándo volveré a verlo así?

Suspiro mientras sigo viéndolo.

Nunca había creído en segundas oportunidades, pero Patrick me enseñó que cuando se ama podemos dar hasta cinco.

A la final si somos bastantes parecidos: Solo somos dos adolescentes con sueños y miedos. Con ganas de comernos el mundo y enamorados.

La diferencia es que yo siempre fui una mala chica, mientras que Patrick es todo lo que está bien en la vida.

Él es luz y yo oscuridad. Sin embargo, nos complementamos perfectamente.

Y es cuando me doy cuenta que el mundo no es cruel, somos nosotros. Nosotros nos ponemos nuestros propios límites, somos nosotros quiénes le hacemos daño a las personas.

Pero está en nuestras decisiones si dejarnos arrastrar por la crueldad o darle la cara y mandarla a la mierda.

Observo como se mueve mientras abre poco a poco sus lindos ojos y me mira, para acto seguido darme una sonrisa hermosa.

—Buenos días. —me habla con esa sexy voz raposa de recién levantado que me encanta.

Sonrío amplio para echarme a sus brazos mientras él se estira.

Patrick se voltea y queda frente a mí, ambos estamos acostados de lado mientras nos abrazamos.

—Buenos días, bello durmiente. —lo beso en la mejilla. Él sonríe.

—¿Qué hora es? —pregunta aún con un ojo cerrado.

—Como las ocho de la mañana. —respondo en su pecho.

Aunque trato de no pensar mucho, no puedo evitar recordar que después de hoy no voy a poder despertar a su lado luego de un tiempo y eso hace estragos en mi estómago.

—Es tarde. —habla con calma.

Como si su vuelo no saliera a las doce del mediodía y debería de estar ya terminando de alistar todo.

—Un minuto más, por favor. —me aferro más a él.

Patrick se queda quieto y siento como su corazón se acelera poco a poco.

Nos quedamos un momento en silencio. Yo me dispongo a cerrar los ojos para disfrutar mejor del abrazo.

El chico suspira para luego hablar.

—Prométeme algo. —me dice muy bajo. —Por favor, prométeme que me esperarás, que hablaremos cada día aunque la zona horaria no esté a nuestro favor, que lo intentaremos, que lucharemos y que no importa lo que pase siempre nos contaremos todo.

Abro mis ojos para incorporarme y mirarlo al rostro.

—Lo prometo. —le contesto. Pareciera que soltara aire retenido. —No volveré a ocultar mis sentimientos por ti, sigo intentando pensar más en ti.

Me da una sonrisa genuina mientras acaricia mi rostro, un roce que mi corazón va a extrañar con locura.

Luego de esas palabras nos levantamos para desayunar con su familia. La señora Bella lleva tres días llorando, le ha ganado a mi madre.

Subimos a su habitación, terminamos de arreglar sus cosas. Me percato que en su maleta de mano lleva una foto pequeña de nosotros, junto con su familia y amigos.

Cuando son las diez de la mañana Patrick toma su maleta grande mientras que yo lo ayudo con la maleta de mano.

—Llegó el momento. —dice estando en la puerta de su habitación. Mira a su alrededor y luego me mira a mi para darme una reluciente sonrisa. —Ahora debo ir a ser el mejor de mi clase, ya que en la secundaria no me dejaron.

Me guiña un ojo.

Sigo odiando esa capacidad de verle el lado gracioso a una situación seria.

—No podías conmigo, acéptalo. —le sigo su juego mientras bajamos las escaleras.

Aunque trato de bromear con él, por mi mente solo pasa el hecho que nos separaremos, siento que no pasamos suficiente tiempo juntos. Por este pequeño instante me arrepiento con toda mi vida de haberlo alejado, de no decirle lo que sentía desde el momento que empezó a acelerar mi corazón.

—No podía como con cincuenta más, porque me gradué con el promedio número 50 de nuestro año—ambos soltamos una carcajada.

—Después de todo no fue tan malo. —comento cuando ya estamos en la entrada de su casa con su familia esperándonos.

—Tuve a la mejor maestra personal, me fue mejor de lo que esperé. —me guiña un ojo.

Solo le doy una sonrisa radiante.

Yo conduzco en mi auto junto con Patrick mientras que su familia viene en otro auto.

Me doy cuenta como Patrick empieza a mover su pierna de arriba abajo, sé que está nervioso, alejarse de todo lo que conoces por tratar de cumplir tus sueños no creo que sea lo mejor del mundo.

Pero así es la vida, no es fácil y no te da cosas porque sí, muchas veces debemos sacrificar una parte de nosotros para construir la otra.

—Todo va a estar bien. —le tomo la mano desde mi posición.

El chico solo me da una de esas sonrisas que tanto me encantan.

—No me preocupo que las cosas salgan mal, después de todo es parte de la experiencia. —suelta una pequeña risita. —Solo espero no rendirme en el proceso.

—Yo sé que no harás.

Nos miramos y sonreímos.

La despedida de Patrick en el aeropuerto está llena de muchas lágrimas por parte de su madre y Alana, muchísimas diría yo.

Patrick llega a mi cuando sus ojos ya están mojados y rojos.

—Me destruiste de la peor forma que nadie lo había hecho en mi vida. —abro mis ojos llenos de lágrimas sin derramar. Nunca imaginé que nuestras palabras de despedidas serian estas. —Pero aún así me reconstruiste de la forma más hermosa. —su voz sale en susurros. —Y no importa cuantas veces rompas mi corazón, Charlotte. Yo siempre voy a estar aquí para ti.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.