Saga de Narcóndez: El Dios del Mal.

Capítulo 7: Ataque en el castillo

Los rumores de que Andrew había fabricado una espada capaz de destruir a dioses se rumoreaba desde la travesía que había acabado de comenzar Andrew. Seth oyó aquellos rumores, algo asustado por dentro de ese fin de querer destruirle. Su pensamiento de supervivencia y de incredulidad por parte del dios del mal se activaba como una señal.

Quizá debiera de dar un toque de atención al rey de Vilcoof Oeste. Propagar el caos y el miedo al rey era su meta y así a lo mejor se retractaba de lo que hacía y paraba con su cruzada.

Seth se reunió con unos asesinos para enviarlos mientras al Castillo de Orixon, el castillo donde estaba la mujer de Andrew Forcel y sus cinco hijos. Ahí iba a suceder una masacre dirigida por Seth, cinco asesinos dispuestos a dar la vida por el dios del mal y destruir a todo aquello que se les pusiera como enemigo. Dirigidos hacia Regnt en busca del castillo donde se encontraba Margareth Forcel y sus hijos.

—Iréis a Orixon, el castillo famoso de la familia Forcel —propuso Seth mientras andaba por todo el pasillo donde se ubicaban los cinco asesinos—. Allí habrá guardias por todas partes, en las puertas, tanto en las torres habrá arqueros; y en pasillos caballeros capaces de haceros difícil o imposible vuestra misión, acabar con los Forcel. No debo, ni debemos de temer en arremeter contra ellos para darles su merecido. Nadie debe de buscar maneras de matar a mi persona, a mí. Nadie ¿entendéis?

Los asesinos asintieron entendiendo lo que quería referirse Seth. Se pasó por última vez por el pasillo dirigiéndose hacia donde estaba el rey. Se encontró por el camino a Robert Coswell que había llegado hace unos días antes a investigar al rey Droken y al mismo Seth. Robert había podido escuchar tal conversación, intentar evitar que fueran los asesinos, o matarles en el camino sería indicio que hay un espía en el castillo donde el mal dominaba. Robert saludó a Seth con educación sin apartar la mirada de confianza en él.

—Vaya, el nuevo caballero de la corte de Droken. ¿Ya has ayudado al rey? ¿O te ha enviado a alguna misión?

—Me ha dicho que vigile los pasillos del castillo, como bien hacemos los caballeros cuando el rey quiere guardias en su zona vigilando por su desconfianza en el enemigo. La verdad es que hace bien en que vigilemos, cualquier cosa puede pasar o cualquier persona podría pasar si no vigilamos de forma adecuada y ordenada. ¿No?

—Cierto, humano. Pues mientras no seas un traidor y vayas contando a nadie mi plan, aparte de a quienes les he dicho. No escuches conversaciones la próxima vez, humano, puede significar la muerte, además de ser una falta de educación.

—Difícil es no escuchar cuando has hablado por lo alto del castillo, cualquier persona en un radio de 15 metros podría escuchar tales palabras, no solo yo. Ándate con cuidado cuando cuente sus planes, no lo alce por todo el castillo para la próxima, puede que el castillo tenga orejas, o que como usted dice haya un traidor y lo haya escuchado ya y se haya pirado.

—Miraré por los alrededores, para que nadie se escape.

—Dado tu tardanza en haber estado ocupado culpándome de traición, quizá si hay un traidor ya estará lejos de tu alcance, dios del mal. Así que supongo que es dado a su irresponsabilidad de que si es el caso de que haya un traidor ya no está en sus manos.

Seth agarró a Robert del cuello con una sola pregunta: «¿Quién es?». Robert se encogió de hombros sin tener ni idea de quién pudiera llegar a ser esa persona. Seth le soltó sin mediar palabra hacia Robert y que en parte tenía razón el guardia.

—Igual hay guardias, es difícil que haya alguien escuchando.

—A no ser que un guardia se haya infiltrado y se haga pasar por guardia.

—¿Eso no hace que seas sospechoso?

—No por una razón, ¿qué gano yo diciendo mis planes si en caso de que sea un traidor a alguien como usted? Si soy un traidor no diría un plan que pudiera hacer un traidor, pero es uno de tanto que pudiera llegar a hacer un traidor, ni sé yo siquiera si hay uno.

—¿Tienes sospechas de alguien?

—No, la verdad, pero si yo fuera uno, al fin y al cabo ya no estaría aquí si quiere decírselo a reina de Vilcoof, ya que uno, vigiláis la red aérea en caso de que alguien envíe una carta. A no ser.... Que alguien de la misma red también esté involucrado.

—Muchos que pueden estar involucrados, ¿no?

—Si quieres acabar con un dios como usted, creo que el número está justificado para intentar derrotarle. Todo vale en la guerra, sobre todo.

Seth se separó de Robert viendo que tenía razón en lo que decía. Y se fue del pasillo hacia la sala donde se encontraba el trono. Robert suspiró y respiró profundo buscando la tranquilidad por tener tan de cerca a Seth. Debía de avisar a Margareth del peligro que iba a proceder en su castillo. Debía de llegar cuando antes a algún sitio para enviar una carta por tierra para que llegase antes de que llegasen los asesinos.

Robert con el bastón en su mano derecha se dirigió hacia la salida del castillo de Droken, las puertas parecían estar cerradas por dos guardias con dos lanzas. Robert preguntó si le dejaban pasar, ellos negaron con la cabeza y respondieron con que eran las órdenes del rey.

Mientras los asesinos iban al castillo de Orixon y Robert Coswell no podía hacer nada para informar a Margareth.

Los cinco asesinos después de un viaje hacia Regnt al llegar tenían ya la meta premeditada, matar a todo aquel que se encontrara en el castillo, decidieron atacar a la noche, cuando la luna bañó el atardecer y el sol se escondió detrás del horizonte visible. Espadas, dagas, cuchillos y mucho sigilo, entraron con cuerdas para escalar las murallas del castillo y esquivar la fosa al agua. Sus dagas se insertaron en el cuerpo de los guardias de las murallas, otros se fueron por las torres del mismo castillo para conquistar la parte de arriba y que nadie se diera cuenta que estaban por el patio o alrededores, mataron a los guardias que se ubicaban en las dos torres que se encontraban en el norte del mismo castillo. Después de matar a unos guardias para poder entrar en el castillo interior, pasando por las partes superiores del castillo hasta llegar a una de las habitaciones de uno de los hijos de los Forcel. Sin embargo, uno de los guardias que venía por el pasillo del sur vio a los intrusos y salió corriendo antes de que pudieran los asesinos perseguirle y saber donde iba. Se iban a encontrar con muchos guardias, y no iba a ser nada fácil ni para los asesinos.




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