Saga de Narcóndez: El Dios del Mal.

Capítulo 4: El pasado de Ibvhan Xeliok

—¡Ibvhan! —gritó su madre que le estaba corrigiendo y golpeándole en la cabeza—. ¡¿Qué es esto?! ¡¿Me lo explicas?! —agarró unas notas del colegio al que iba a Ibvhan enseñando las notas de Ibvhan, en ambas aparecían una nota sobresaliente, mas no perfecta— ¿Qué te he dicho en tu vida? Tienes que ser el mejor, Ibvhan —le agarró del cuello asfixiándole.

—Estoy muy decepcionado contigo, hijo, nosotros, los Xeliok hemos sido doctores toda nuestra eternidad—comentó el padre mirando hacia un lado agachando la cabeza mientras sostenía un vaso de alcohol—, y tú no te molestas en nada, te pasas la vida sacando la peor nota que todo Xeliok ha sacado. No te interesa nada, ni siquiera nosotros. Seguir el legado es muy importante para nosotros.

—Como si tú hubieras solucionado alguna cosa, eres un fracasado —comentó el joven Ibvhan.

—¿Cómo osas? —Abofeteó a Ibvhan—. Tendré que utilizar las herramientas para arreglar ese comportamiento y actitud tuya.

El padre de Ibvhan llamado Kteriu era un doctor famoso por la zona de Netr. Era de familia rica, famosa por algunos de sus descubrimientos medicinales, aunque realmente estaban bastante sobrevalorados, pues su fama se debía a engañar a la gente con medicinas bastante simples y a veces ineficaces, pero que ganaban millonadas pues necesitaban de más de esa medicina para sobrevivir en una época donde la medicina era escasa. Y él tenía todo el monopolio, ya que no tenía competidores.

La madre no trabajaba, pero tenía problemas obsesivos compulsivos con la perfección y de que sus hijos fueran como todos los de la familia paterna. Ella también venía de familia rica por empresa de facturación de textiles. Sin embargo, aunque ella no trabajaba en la facturación o fuera la jefa de la misma ganaba dinero a costa de su familia.

Ibvhan era hijo único, y al igual que todo hijo único se aburría en casa, nunca saboreó nada de amor por sus padres, e Ibvhan iba generando apatía por la gente. No quería que se relacionara, y le torturaban a estudiar sin descansar, incluso le torturaban físicamente hasta que aprendiera todo a la perfección, solo le querían para que se encargara del negocio familiar en un futuro.

Ibvhan salía poco, y siempre le acompañaba su madre a casi todas partes, él odiaba a sus padres, su odio iba creciendo con el deseo de salir de ese lugar. Él quería ser libre, experimentar por su propia cuenta y descubrir el nuevo mundo, pues ni siquiera salía mucho de su mansión ni de los barrios más finos.

Una vez, el joven acompañado por su madre asquerosa que no hacía nada más que impresionar a sus amigas de que su hijo se iba a convertir en el mejor doctor del mundo, Xeliok pudo estar solo por un rato en el patio jugando con la misma hierba arrancándola con sus dedos.

Un animal que desconocía el mismo Ibvhan, miró curioso al ser que se había apoyado en sus piernas, andaba sobre sus cuatro extremidades, una especie de extremidad más peluda y que movía constantemente de un lado a otro, era de un tamaño bastante grande, parecía sacar también su lengua pidiendo algo que el joven no lograba comprender, le miró a los ojos del animal, y quiso investigar más sobre el animal extraño.

Le agarró de una de sus patas y apretó con la mano lo suficiente fuerte, y el animal reaccionó hacia atrás gruñendo al chico y atacando de forma agresiva, Ibvhan no quiso dejar el experimento, ¿sufría dolor? ¿Por qué? En su cabeza y estudios de anatomía de otros seres cuyos nombres desconocía pues solo había estudiado sobre los seres humanos, no sobre otros seres, sin embargo quiso seguir comprobando, y a pesar de que mordió a Ibvhan con sus dientes en la pierna pues el joven siguió insistiendo en seguir disfrutando de su tortura, creando dolor en el animal, ¿Cuál era el límite? Si era un ser vivo quiere decir que experimentaba las mismas cosas que las vivas: la muerte en sí.

Ibvhan cogió al animal con sus manos, este quiso escapar, pero impidió sus movimientos clavándole clavos en las extremidades y articulaciones haciendo que sangrara. Tomó un poco de esa sangre para tomar muestras y siguió con el experimento de torturarle, o ver si podía morir. El animal se retorcía de dolor intentando sacar los clavos de su cuerpo que en vano pudo sacar. El joven cogió un trozo de madera grande y otro clavo más largo y se lo clavó en la cabeza con fuerza, y el animal dejó de moverse.

Por un momento sonrió y se rio como si fuera eso divertido, pero estaba bastante a gusto al sacar su ira en el animal, se sintió bien, se sentía vivo de nuevo, se sentía genial. Dejó al animal ahí en el jardín y volvió con su madre al comedor donde estaba hablando con sus amigas.

Ibvhan al experimentar a escondidas de sus padres con animales en el jardín de su casa o de otras con animales distintos, llevó a cabo su pequeño invento a los 10 años, un invento que incluso Ibvhan actualmente utiliza y sigue utilizando, el dispositivo que genera dolor, y el medidor de dolor.

Éste orgulloso de sus inventos, enseñó solo el segundo ya que era más probable de que se utilizara para la medicina, ya que podría comprobar dolores según su tamaño en relación a su peso, sino también su sangre, sus huesos y su piel, haciendo una estimación bastante cercana, evitando así que la gente supiera si era necesario ir al médico en caso de pasar un umbral. Siendo el máximo de dolor registrado en animales era variable y de humanos todavía no conocía si podría ser utilizado.

Sin embargo, aunque se lo enseñó a sus padres intentando enorgullecer a sus padres, no vieron nada de utilidad a los proyectos de Ibvhan que para ambos padres eran inútiles. A pesar de ello decían nada bueno delante de él en las comidas y las cenas, excepto cuando había visitas y poco más. Pero Ibvhan no sentía nada de empatía por nadie, ni sus padres, ni los demás ricos con los que se juntaban sus padres, estaba harto.

En un experimento donde el joven Ibvhan de 14 años de edad demostró su capacidad de curar a un perro de la calle que había recién matado cortándole la cabeza, haciendo un trasplante de algunos órganos del animal y manteniendo sus células vivas con procesos biológicos y químicos. Sin embargo, a sus padres les resultaba horroroso que hiciera eso porque se sentían intimidados, querían ser superiores, ellos que habían vivido de los demás.




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