Saga de Narcóndez: El Dios del Mal.

Capítulo 7: Padre e hijo.

El viento soplaba por poniente, el fuego de las casas se estaba extinguiendo por la falta de madera que quemar, entonces ambos, padre e hijo prepararon su posición para enfrentarse a una batalla a muerte en donde uno de los dos iba a acabar muerto.

Robert aún tenía dudas, sin embargo sabía que si no le mataba las consecuencias iban a ser horribles. Era su vida o la vida de millones de personas. ¿Valdría la pena?

Aun así tenía que defenderse, pues su rival fue contra Robert con unos halos de luz que pudo esquivar por reacción, sentía como todo iba más lento y él iba más rápido. Saltó a través de los halos de luz, sintió un halo rozando su piel y quemándole, uno de ellos agarró su pierna mientras le abrasaba el tobillo por donde le tenía agarrado, sin querer soltó el cetro al ser mareado por unas cuantas vueltas que dio alrededor de un círculo que formó el halo de luz como si fuera un tentáculo o una cuerda y le hizo chocar contra la pared de un edificio medianamente derruido. Tosió con bastante dolor y cayó al suelo mientras se arrastraba, y vio el cetro en el suelo, corrió hacia él, aunque su padre también fue a atrapar el cetro, y por poco pudo recuperarlo. De vuelta, volvió a atacar a su hijo, y entonces Robert decidió pulsar el primer botón causando fuego alrededor del ángel que de pronto descubrió que no era un fuego normal, le estaba dañando y se alejó del mismo punto donde se estaba prendiendo el fuego.

Después de alejarse del fuego por un lado, fue a atacar por detrás de otras maneras que no pudiera darse cuenta, tropezando así y entorpeciendo a su contrincante para robarle el cetro de dios, pudo darse cuenta que al tener el cetro en la mano el mismo fuego que causaba su hijo con el cetro no le afectaba, eso quería decir que si se lo arrebataba de sus manos podría ganar.

Golpeó con un halo a Robert y quiso arrancarle de sus manos de nuevo el cetro, le golpeó una y otra vez contra la pared para que soltara el cetro, y Robert pulsó el séptimo botón para absorber la energía del ángel, cosa que hizo y cayó contra el suelo dejando de volar.

—¿Qué te pasa? ¿Sé te han quitado las ganas de volar?

—Cállate, te voy a enseñar lo que un arcángel antiguo como yo puede hacer.

Entonces sintió una necesidad obsesiva de solo moverse solo hacia la derecha, como si no pudiera girar hacia la izquierda ni moverse ni esquivar para ese lado. Solo se podía mover hacia la derecha, nunca hacia adelante o atrás, ni siquiera en diagonal, era como algo que se había introducido en la cabeza. Solo hacia la derecha y nada más. Así que los siguientes ataques tendría que esquivarlos con atención y rigor.

Saltó sobre un cúmulo de halos de luz que iban hacia abajo y arriba, dio una voltereta hacia la derecha para esquivar uno, solo podía moverse para ese lado y los movimientos de su padre eran erráticos y más precisos. De repente se vio atrapado por su pierna y su padre lo lanzó contra una pared muy fuerte rompiéndose bastantes costillas. Hasta soltarle, tosió varias veces, estaba herido y con bastantes costillas rotas.

Sintió ganas de correr, pero solo se escondió un momento mientras le buscaba su rival, se miró las heridas, su pecho estaba morado y notaba como las costillas no estaban en su sitio, se volvió a poner la camisa y la armadura con la que había ido, estaba dolorido, con contusiones, no tenía muchas salidas, pero se le ocurrió algo.

Ramiel estaba buscando a su hijo que se había escondido de él como un cobarde, y vio como salía algo desde las ruinas de una casa, ahí estaba saliendo de su escondite. Le agarró y le hizo volar con los halos de luz y le apretó con fuerza hirviendo la armadura que llevaba, y soltó el cetro de sus manos.

—¿Ves? No era tan difícil haberme dado el cetro, ahora que lo he conseguido, no te necesito, gracias y adiós, hijo. Has cumplido tu misión, y es una lástima tener que matarte, pero debo hacerlo.

Se acercó a Robert que se estaba revolviendo entre los halos que le aferraban, Ramiel le hizo bajar al suelo con él, para matarle y dejarle en el suelo, le destruyó con la luz hasta quemarle entero y el cuerpo se esfumara haciéndose polvo.

—Lo siento, hijo —comentó mirando al polvo.

—Yo más padre —comentó Robert por detrás.

De repente le clavó con el cetro con una especie de espada, traspasando su entidad de lado a lado, el cuerpo de Ramiel se rompía, y se volvía oscuro, los halos de luz se oscurecieron y se volatilizaron haciendo desaparecer poco a poco a su padre.

—¿Cómo?

—He creado una copia de mí, padre, sabía que irías a por mí, solo fue una distracción para que tú te movieras hacia mí para encontrarte yo de espaldas. Y no por hablar del caos que trae la espada.

Ramiel se rio a carcajadas.

—Esto no ha terminado. Debes de dar el cetro a Seth, no importa cómo, dáselo —y diciendo eso desapareció como si nunca hubiera estado, y un pequeño destello brilló en el pecho de Robert.

En la cabeza de Robert todo pareció confuso por un momento, primero sus heridas se curaban por esa luz, parecía que Ramiel había curado sus heridas, pero ¿por qué? Entonces lo comprendió, le había quitado de la cabeza de estar solo moviéndose hacia la derecha, y ahora no podía quitarse de la cabeza tener que dar el cetro a Seth.

Su cabeza le carcomía, le envenenaba, debía hacer algo para pararlo, pero era como si fuera a poseer su cuerpo algo mucho más grande. Agarró su camiseta por debajo de la armadura, antes de que perdiera todo razonamiento y le ganara la locura, pudo escribir una cosa en la camiseta y fue sin armadura a volver para dar el cetro a Seth, perdiendo su mente en una obsesión.

Por eso, Ramiel había curado los golpes y fracturas de su hijo, porque si tenía algún problema con no dar el cetro a Seth y morirse en mitad de la nada con el cetro en cualquier parte. Ramiel sabía que era imposible que le librara de la obsesión, ya que por mucho que tuviera un poder el cetro de destrucción, del caos pudiendo destruir poderes, no serviría porque seguiría la conservación que tiene con la gente que lo utiliza, en otras palabras, no afecta ningún poder al usuario que esté utilizando el cetro, por eso no puede quemarse con el fuego, ni destruirse sin querer, pero si puede crear una copia suya a través de algún reflejo suyo, como un espejo o el agua, es así como Robert pudo engañarle.




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