Salvaje

~Isla~

Al llegar al otro lado de la orilla, el señor Valdez fue el primero en bajar del bote, enseguida lo siguieron Marco y Antonio, ellos ayudaron a tirar del mismo hasta llegar a tierra.

-Toma! - Giselle me entrego mi mochila. - Tenemos que bajar.

-¡¿Ahora?! Digo no tenemos prisa por hacerlo.

-Hanon, no vamos a regresar, así que baja.

-Ya entendí - agarre la mochila y Marco me ayudó a bajar tomándome de la cintura. - Gracias - dije una vez mis pies se encontraron en tierra.

-Haría lo que sea por ti hermosa - contesto al momento que me giño un ojo.

-Tu siempre tan simpático - sonreí de forma forzada.

-Oh! Hanon, le gustas a Marco - golpeo levemente su brazo contra el mio.

-Para con eso Giselle, no te hagas ilusiones, lo que sea que estés pensando, no pasará.

-Vamos, no seas tan amargada, no te caería mal una mini aventura en la selva, piénsalo - tomo mis hombros con sus manos y me dijo al oído - Tu, el y un romance salvaje, te aseguro que lo que sea que hagas aquí, regresando se quedará en el olvido.

-Créeme que he llegado a pensar que eres una mala influencia para mi.  - la aparte.

-¿Lo soy? ¿En que aspecto? Solo intento ayudar.

-Es mejor que no lo hagas, porque no funciona - camine para encontrarme con los demás del grupo que estaban por continuar el viaje a pie, después de que los encargados de los botes se retiraran.

-Bien, chicos - dijo el profesor - Recuerden, no se separen, no empujen, no griten, no se distraigan, no toquen plantas que no conocen y respeten este lugar, porque aquí solo somos unos simples visitantes, ¿Okey?, ya terminando con las aclaraciones, continuemos.

-Wow! Que directo, y es por eso que lo amo.

-Claramente tu cara lo demuestra- dijo Giselle riendo.

-Si, me casaría con ese hombre, simplemente que no lo hago porque, ha, si, lo odio.

-¿Cuando dejarás de culparlo por este viaje?

-Esta claro para mi, hasta que regrese a la comodidad de mi habitación, pero por ahora solo debo callar y caminar.

-Tu lo has dicho, solo eso podemos hacer.

El resto del trayecto fue el peor que haya visto jamás, y no lo digo porque técnicamente no salgo de la ciudad, es porque los chicos no paraban de jugarles bromas a las chicas con insectos, incluyéndome a mi, los odiaba, todos eran unos inmaduros, a excepción de Marco, siempre trataba de calmarlos, pero siendo sincera ¿que haría un chico como el, contra trece o catorce de ellos?, ademas no es que el fuera muy alto, solo me llevaba unos cuantos centímetros de estatura.
Nadie podía salvarnos de esta, apostaría lo que fuera a que los únicos animales salvajes que se encuentran en esta selva eran ellos, no entiendo, ¿como es que el profesor no se da  cuenta? Al final solo me quedaba callar y golpear a todo aquel idiota que se me acercara, digo no por verme inofensiva significa  que lo sea, estuve en clases de karate por varios años y todo por la estúpida obsesión de mi padre, siempre quiso tener un hijo, pero mamá solo dio a luz a cuatro chicas, y yo por ser la menor me toco la desgracia de actuar  y vestir como un niño, fueron los peores años de mi vida, y así fue como descubrí que vivir con mis padres no sería buena idea, en cuanto tuve dinero necesario para alquilar un apartamento me salí, no quería seguir bajo las órdenes de mi padre, no quería hacer cosas diferentes, solo quería ser una chica normal, alguien con una rutina, y creo que esa es la razón por la que soy así.

-Estamos por llegar.

-Pero profe, ¿ usted sabe a donde nos está llevando? - pregunto Marco

-Por algo los traje de excursión, ya había venido un par de veces antes para  explorar y ver que tipo de plantas exóticas crecían en un lugar como este, y tuve la fortuna de encontrarme con personas que viven en esta zona.

-¿Eso es posible? Digo ¿Se puede hacer eso?

-Por supuesto Antonio, ellos viven aquí desde hace bastante tiempo, todos sus antepasados vivieron aquí y por esa razón ellos no conocen el exterior, ni tampoco muestran interés en salir de su hogar, para  ellos este lugar lo es todo, es bastante interesante ¿no lo creen?

-Si usted lo ve de ese modo. - dijo Marco.

-Bien, dejen les informo que no reciben muchas visitas por lo tanto tienden a actuar extraño, además si pasaremos tiempo con ellos es mejor que hagan todo lo que ellos digan, no aceptan personas con culturas o creencias diferentes.

-¿Porque tendríamos que hacer tal cosa? - pregunto Giselle

-Si no quieren dormir rodeados de animales salvajes, lo harán.

-Si esas personas son como dice ¿porque nos trajo a conocerlas?

-Señorita Giselle, entienda que yo no les traje aquí para eso, ustedes vienen a explorar el lugar a analizar las plantas, clasificarlas y todo lo que este relacionado a esta carrera, y si los traje con estas personas es para tener un techo donde dormir y estar protegidos por las noches, además ellos no son tan salvajes una vez que los conocen.

- Para mi seguirán siendo salvajes, o ¿como nos refeririamos a ellos?

-Antonio, ellos se refieren a ellos mismos como los Melowa, así que no los llame salvajes.

-¿Como sabe eso?

-Ellos hablan el español perfectamente, al parecer, ya hubo alguien aquí antes que nosotros que les enseño nuestro idioma.

-Como sea, mientras tenga donde dormir, por mi no hay problema, y ya dejen de dudar del profesor, bola de maricas.

-Señorita Maquenzey, ya se me hacia extraño que no hubiera hablado.

-Lo siento, pero no dejan de susurrar aquí atrás, estos chicos ya me cansaron.

-Todos sabemos que no es verdad Hanon, solo estas de amargada porque te obligaron a venir, por eso te desquitas con todos.

-Cierra la maldita boca Antonio, si no quieres que yo lo haga.

-Wow!  Calma princesita, te asusta el barro, y yo tengo repletos mis zapatos de eso.

-Lo que voy  a golpear no son tus zapatos, es tu asquerosa  cara.



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En el texto hay: dioses, romance

Editado: 09.08.2021

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