Salvaje

~Templo~

Salí de la cueva en silencio, no entendía la razón por la que Torutzu me había contado aquella historia, estaba confundida, aunque sabía que era falsa, algo en mi me decía que debía tomármelo con más seriedad, mire a aquel hombre, el cual continuaba caminando sin mirar atrás, al parecer habían cosas que no entendía, o que por más que lo intentará no había justificación alguna, una de ellas era la forma en la que le crecieron las orejas, o la vez que bajo de un árbol sin tener ninguna herida, además de su aspecto, no era como el de una persona mayor, se veía lleno de vida, quizá sea por el ambiente en el que vive, o por usar alguna planta medicinal, trataba de buscarle una respuesta lógica que no tuviera que ver con seres mágicos, debía haber algo racional detrás de esto, después de todo la vida no es un cuento de hadas.

-La verdad aveces se esconde en una negación. - dijo Torutzu sin voltear atrás.

-Hay cosas que jamás se aceptan.

-Es porque el mundo no está preparado para ello.

-¿Insinúa que todos estamos equivocados?

-No, afirmó que las personas que no están dispuestas a abrir los ojos a una realidad tan simple solo por defender lo que creen que es la verdad, porque otras personas lo han inculcado, viven en una falsedad.

-El mundo no es falso, esto, tú, incluso tu historia, es irreal. - el se detuvo bruscamente, dio media vuelta y me miró con curiosidad.

-¿Me estás viendo en este momento?

-Por supuesto, ¿Porque la pregunta? -conteste confundida.

-¿Consideras que soy real o una simple fantasía?

-Eres real eso es obvio.

-¿Porque?

-Porque te estoy viendo.

-Entonces si no me vieras ¿no sería real?

-¿A qué te refieres?

-Tu forma de pensar es incorrecta, yo soy tan real como tú quieres que sea, pero tan irreal como todo lo que te rodea, lo que quiero decir es que tú le das la importancia a lo físico, a lo que está al alcance de ti, y le temes a lo que tus ojos no pueden ver, de ahí viene la negación.

-Te equivocas, lo que yo no creo es la historia que me has contado, suena a un cuento de amor imposible con un extra de magia.

-Las cosas más maravillosas del mundo son cuentos de hadas.

-¿Ahora me dirás qué Peter pan existe?

-No lo descarto, pero ese no es punto, la cosa es que si tú crees que la magia no existe nunca la podrás ver, y con lo que respecta a mi historia deberías confirmarlo por ti misma, aunque sería mejor que no lo hicieras, no quisiera que otra vez pasará.

-¿Qué otra vez pasará? ¿A qué se refiere?

-Olvídalo, debemos continuar.

No podía creer que este hombre tuviera la habilidad para dejarme en suspenso cada vez que yo quería saber más sobre lo que pasaba en este lugar, siempre me daba algo que pensar.

Al llegar a la aldea Torutzu me llevo personalmente con el profesor, el cual corrió a abrazarme en cuanto me vio.

-¿Estás bien? ¿Te pasó algo? - dijo mientras buscaba señales de alguna herida.

-No es nada, solo estaba perdida.

-¡Torutzu! No puedo permitir que vuelva a pasar algo como esto, sabes que respeto sus creencias pero está vez fueron muy lejos, deberían de considerar dejar de tratar a todas esas chicas como diosas. - al escucharlo todas las personas de la tribu lo voltearon a ver cómo si quisieran matarlo.

-Tranquilos todos, el pobre hombre solo está preocupado, vuelvan a sus trabajos. - dicho esto las personas continuaron con lo que estaban haciendo. -Sabes que ese tipo de cosas no se deben decir a la ligera y menos en este lugar.

-Las chicas casi matan a una de mis alumnas, nadie merece sacrificarse por alguien más de forma obligatoria, a lo que voy es que no por ser las preferidas quiere decir que pueden hacer lo que les de la gana.

-Sígueme, aquí no es el lugar indicado para hablar.- Torutzu lo guió a una de las casas más alejadas de la aldea, a la suya, ambos entraron en silencio quedando fuera de mi alcance.

Pensé en seguirlos, pero descarte la idea, sabía que no sería correcto, así que me dirigí a la casa de Sindellya, cuando estuve por subir los escalones me encontré con la mirada de Giselle, parecía que estaba preocupada, yo solo le sonreí, y ella se acercó a abrazarme.

-Perdóname.

-No me has hecho nada malo, ¿Porque debería perdonarte?

-Me sentí triste cuando me dijeron que habías muerto, yo solo te había tratado mal por algo que no hiciste. - dijo mientras una lágrima le resbalaba por su mejilla.

-No te preocupes Giselle, ya todo pasó, estoy bien. - le acaricie suavemente su cabello y le besé la frente.

-Siempre había sido yo la que te consolaba, ahora parece que los papeles se invirtieron. - soltó su agarre y se secó las lágrimas. - Debes descansar, seguro que te hará falta.

-Si, te veré después. - dije mientras empezaba a subir por los escalones, al llegar a la primera casa pensé en ver si se encontraba Sindellya, deseaba aclarar algunas cosas con ella, pero algo me decía que no era el momento, continúe subiendo hasta llegar a la casa que Sindellya me había prestado, hice a un lado la cortina hecha de lianas, al entrar caminé hacia la cama y me deje caer en ella, era suave, cálida y fresca al mismo tiempo, su aroma a fresco me relajaba, hacia que me sintiera como si estuviera en una nube, y sin darme cuenta me quedé dormida.



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En el texto hay: dioses, romance

Editado: 09.08.2021

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