Sálvame

1. Escucha las señales

“¡Eres una inútil!”

¿Cómo hemos llegado hasta acá? ¿Qué se necesita para terminar con esto?

“¡No puedes salir de la casa si no me dices dónde vas, está claro que eres una basura que está buscando tirarse a cualquier tipo allá afuera!”

¿Por qué tengo la sensación de que va a matarme si algo así intento? Mi mente apenas considera las opciones si lo dejo.

“¡No entiendes que te amo, por qué rayos quieres hacerme esto!”

Debo hacerlo. Debo salir. Mi madre me necesita, pero ¿por qué me siento culpable de querer ir al exterior?

Llevo días, semanas, tal vez meses encerrada en esta casa enorme y lujosa. Las paredes se sienten como una cárcel, cada vez más estrechas, más opresivas, a pesar del lujo que me rodea. He perdido la cuenta del tiempo, solo sé que cada amanecer y cada atardecer me recuerdan la prisión en la que se ha convertido mi vida. Ya tengo veinticinco años, intento hacer mi vida de mujer adulta, pero me siento mucho mayor, desgastada por el miedo constante y la vigilancia implacable de Pawel. A veces veo la vida que hacen mis amigas, o quienes alguna vez fueron mis amigas y no es de buenas mujeres el hecho de tener ya veinticinco y seguir haciendo lo que ellas hacen de salir de fiesta y pasar de un hombre a otro y otro. Yo no soy así. Pawel me ha enseñado a comportarme con la formalidad que requiere una verdadera mujer, aunque últimamente se ha vuelto demasiado duro conmigo.

Pawel no siempre fue así. Hubo un tiempo en que su sonrisa y su riqueza me hacían sentir segura, protegida. Pero con el tiempo, la seguridad se convirtió en control, la protección en posesión. Su amor, envenenado por los celos, se ha transformado en una prisión; eso que en un momento me gustaba de él porque era caballero, atractivo, me trataba como a su reina, estaba atento a todo, pasó a un extremo impensado.

Comenzó a prohibirme salir a trabajar porque es millonario, trabaja en la compañía que fundó su padre como contable y él es abogado, está forrado en dinero luego de toda la fortuna que han amasado ambas generaciones. Luego, al no darle motivos para salir, comenzó a señalarme por qué yo salía al gimnasio a hacer ejercicio si mi deber tendría que 

ser mantener la casa en orden.

“¡Vives como una reina y no eres capaz de limpiar la bendita biblioteca ni los pisos! ¡Qué clase de mujer mugrienta quieres ser! ¡¿Así vas a criar a nuestros hijos?!”

Estaba escribiendo mi novela, le dije. Salí a hacer ejercicio para despejar mi mente y luego seguir con mi novela.

“¡¿De qué novela estás hablando, estúpida?! ¡Deja de jugar, yo me encargo de asuntos serios, mientras que tú tienes que escribir una novela y salir a hacer ejercicio, qué asco me das, no puedes siquiera comportarte como la mujer que se supone que eres, por Dios!”

¡Perdón, perdón, perdón!

Desde entonces, solo empecé a salir a correr dentro del predio del barrio privado donde vivimos, cada casa cuenta con un loteo enorme así que puedo andar dentro del perímetro, además de estar segura porque allá afuera es cierto lo que Pawel me dice, que hay muchos degenerados, que las cosas están peligrosas, que nada más basta con ver un noticiero, que no quiere luego tener que ir a buscarme tirada en un basural, ultrajada, muerta, por una imprudencia que yo misma cometí.

Así que comencé a salir dentro del predio.

“¿No viste que el viejo Avdenov te miraba?”

¿Quién? Realmente no tenía idea de quién era ese tal viejo Avdenov.

“El de la casa de los pilares al frente. Lo saludaste, pasaste frente a su casa con una calza muy apretada, está claro que a la segunda vez él sabrá que corres en la misma ahora e intentará entablar conversación contigo, luego te meterá en su casa y luego lo meterás en nuestra cama mientras yo me parto el cuerpo trabajando. ¿Quieres matarme, acaso? ¿Eso quieres? ¡Además la biblioteca sigue sucia, no puedes al menos mantener orden!”

¡La he limpiado! Sí. ¡Juro haberla limpiado!

Entonces buscó un libro del último estante de arriba, lo sacudió mostrándome polvo dentro de las páginas y me lo arrojó a la cara.

“¡Claro que no eres capaz de limpiar los libros con los que yo mismo trabajo, pero para salir a sacudir el trasero delante del vecinos mientras otros podrían estar mirando la clase de persona que eres, para eso sí tienes tiempo!”

¡Juro que no tenía idea de quién era ese hombre, solo lo saludé, no tenía pensado absolutamente nada con él.

“¡Tienes una casa de ensueño, tienes espacio de sobra para hacer lo que necesitas, no quiero tener que pedir las grabaciones de las cámaras del predio porque también los guardias te están mirando y seguro que guardan esas imágenes para luego tocarse cuando tú corres y más hacia el verano de seguro correrás con calzas cortas y apretadas, de esas que usabas de soltera, te he visto que aún las guardas, qué asco me das, ¿te das cuenta de la persona que eres?! ¡¿Te das cuenta de cómo eres conmigo cuando lo he dado absolutamente todo por ti?!”

¡Perdón, perdón, perdón!

Entonces Pawel entró a nuestro cuarto. No cenó. Tuve que dormir en el cuarto de invitados, intenté pedirle perdón de mil maneras.

A la mañana siguiente desperté cuando él se estaba yendo, no sé por qué mi despertador no sonó por la noche, cada mañana me gusta hacerle el café y consideraba que podríamos hablar más calmos para pedirle perdón por mis errores.

Pero ya se había marchado.

En mi placard, todo estaba revuelto. Se ha llevado prendas que alguna vez me gustaron, que me hacían sentir bonita.

Está bien, lo entiendo, fue mi error conservar eso siendo ya una mujer con compromisos. ¡¿En qué estaba pensando?!

Ahora debo salir y temo enfurecerlo. Mamá necesita su medicación y yo no manejo dinero para comprársela, mis finanzas están medidas por él. Pawel se encarga de eso, me compra lo que le pido, no puedo quejarme de ello, es muy atento y me trata bien, aunque sí me gustaría tener un poco de autoestima al volver a hacer uso de mis finanzas personales. Al menos puedo llevar la orden de su medicación con los médicos y solucionarlo por mí misma. Hay algo de saldo en mi tarjeta de crédito que conservo aún de cuando trabajaba así que puedo tomar una movilidad mediante una aplicación que me permita hacerlo. Pero no quiero problemas con Pawel.




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