Sálvame

20. Pawel ataca

Regreso sola a la gran casa de Pawel, sintiendo una mezcla de temor y esperanza, tras haber dejado a mi madre con su nueva enfermera, un servicio que es muy costoso ya que en realidad deben ser al menos dos que se mueven por turnos y que solo él puede pagar porque yo no, mi vida laboral quedó anulada una vez que me mudé a esta casa que regreso ahora.

Él está en la puerta. Pawel me recibe con una sonrisa cálida, como si las heridas del pasado no existieran, como si todo lo que hubiera ocurrido entre nosotros fuera un mal sueño.

—Amor mío—dice él, tomándome en brazos y realmente encuentro sentimientos profundos en su voz—, encontraremos una manera de seguir adelante, ya verás, esto será prometedor para los dos.

—Pawel, creo que deberías revisar la orden…

—Descuida, he anulado todo.

Claro, la orden de alejamiento ya está anulada seguramente gracias a algún mensaje o un llamado de su parte que lo accionó con cierto contacto.

—Es momento de centrarnos en lo positivo, en lo bueno, en nosotros dos y nada más me dice entre besos que me cuesta corresponder.

Lo beso, pero no lo encuentro.

Aún así, debo evidenciar que ha cambiado, que hay arrepentimiento en su voz, uno que antes no estaba y esta vez puede que sea la oportunidad de hacer las cosas de manera diferente.

Diferentes de verdad.


 

Los primeros días son agradables, por sorpresa. Pawel me trata como a una reina, colmándome de atenciones y regalos, me deja escribir, me termina armando todo un espacio para mí misma dedicado a propiciar mis momentos de inspiración lo cual desata mi escritura, es cierto, pero me obligo a hacer algunos cambios ligeros ya que no quiero que él estalle cuando lea el texto y encuentre demasiado de él reflejado en esta historia. Los cambios son en el curso de la trama y no con la esencia en sí misma ya que Cristina de la editorial de seguro la ha evaluado.

Pawel me prepara desayunos elaborados, me lleva a cenar a lugares elegantes y me rodea de un afecto que nunca antes había mostrado. Empiezo a bajar la guardia, considerando incluso contarle sobre el embarazo. Pero el miedo a su reacción me paraliza. ¿Y si se enoja? ¿Y si esto cambia su comportamiento? La incertidumbre me mantiene en silencio con este punto.

Inclusive nuestra vida sexual cambia y mejora mucho, al menos eso intenta él ya que yo creía que tenía mi instinto de mujer sepultado bajo escombros que arrojaron suspiros de supervivencia desde que Nikodem comenzó a acercarse a mí y, precisamente, cuando despertamos en el sillón y yo estaba en sus brazos.

Me sentía como en un cuento de hadas.

Pero los cuentos de hadas solo quedan para las princesas.


 

Una mañana, Pawel se va a trabajar, dejándome sola en la casa temprano por la mañana. Luego de prepararle el desayuno (que lo terminamos haciendo entre los dos al final) me ubico para escribir en el espacio que ha asignado exclusivo para ello, tratando de disfrutar de la tranquilidad para entrar en clima de mi historia, pero mi mente está inquieta. Entonces, escucho un golpe suave en la puerta trasera. Mi corazón se acelera y me acerco con cautela y temor, así que reviso desde un costado del ventanal hasta descubrirlo a él.

Cielo santo, no…

Abro la puerta y ahí está Nikodem con su rostro reflejando la preocupación y el cansancio acumulado.

—Nikodem, no deberías estar aquí—digo con la voz temblorosa.

—Madalina, esto es un error. Es peligroso que sigas aquí con Pawel. Tienes que salir de aquí, venir conmigo—su voz está llena de urgencia y sus ojos implorando—. Créeme que sé cómo sigue el asunto y no te puedes dejar engañar por él. 

—No, no puedo—respondo, sintiendo las lágrimas arder en mis ojos—. Me pones en peligro viniendo aquí, Nikodem, además no sirve que vengas por la parte de atrás porque hay cámaras en todas partes.

—¿Estás en peligro?

—No, no fue eso lo que quise decir, yo…

—Madalina, mira todo lo que has ganado y lo que has conseguido al apartarte de él, necesitas el cambio que estabas logrando.

¿Vale la pena decirle que él mismo ha perdido mucho por mi culpa? ¿Que mi madre está bien con asistencia médica? ¿Que no me puedo pagar ni siquiera mi comida si no es por esta dependencia económica? ¿Quién me va a querer emplear estando embarazada y con el problema de Pawel a cuestas? ¡No tiene ni idea de lo que está diciendo!

—Por favor, vete—le pido, cortante—. No vuelvas más.

Nikodem intenta acercarse, pero doy un paso atrás, mi corazón se rompe por tener que rechazar su ayuda.

—Madalina, no puedes seguir así. Pawel no ha cambiado y lo sabes—insiste arrojando una última piedra a sus intentos.

—Por favor, vete—repito, las lágrimas corriendo libremente por mis mejillas—. No puedo arriesgarme a que él te vea. Por favor.

Nikodem me mira por un largo momento, su expresión parece llena de dolor o de decepción o de ambas. Finalmente, asiente y se da la vuelta, caminando lentamente hacia la salida. Entro a la casa llorando, cerrando la puerta tras de mí. Paso los siguientes minutos en un estado de ansiedad extrema, esperando que Pawel llegue furioso porque pudo haber visto a Nikodem por las cámaras. Intento escribir, avanzo poco, realmente estoy preocupada, actúo haciendo la comida y manteniendo todo en orden como si eso pudiera compensar la sorpresiva aparición de Nikodem.

Pero cuando Pawel llega esa noche, no está solo. Viene acompañado por la policía. Mi corazón se hunde cuando veo las luces azules y rojas reflejadas en las ventanas. Pawel entra con una expresión de satisfacción maliciosa.

—Madalina, ¿estás bien?—me pregunta preocupado. Es una preocupación fingida, aunque no voy a juzgarlo.

—Sí, ¿qué ha pasado? ¿Por qué la policía?—respondo con mi voz apenas en un débil susurro.

—Todo va a estar bien ahora—dice Pawel, abrazándome de manera posesiva—. Ese doctor loco ha estado acosándote, pero ya no tienes que preocuparte. Cómo se atreve a meterse en nuestro patio y a espiarte. Por suerte tenemos las cámaras de seguridad de a casa. La policía se lo llevará, no hay de qué preocuparse ya, amor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.