Siete meses más tarde…
—No creo que sea buena idea que te sientes en el suelo.
—Me puse almohadón.
—No lo decía por tus glúteos sino por tu barriga.
Nikodem me sonríe y yo también aunque trato de ocultar la sensación de que me sobreprotege poniendo los ojos en blanco y luego me vuelvo al frente.
Estoy sentada en el suelo de nuestra nueva casa, con la espalda apoyada en una de las paredes que aún no hemos repasado (o mejor dicho, que él aún no ha repasado), sosteniendo mi computadora portátil sobre las rodillas al tiempo que tecleo con intensidad buscando información sobre mi libro.
El sonido suave del pincel de Nikodem deslizándose sobre la pared llena el aire con mis tecleos, mientras él pinta la habitación del bebé.
El olor a pintura fresca se mezcla con el aire limpio que entra por la ventana abierta y todo se siente tan cálido y acogedor.
—¡Madre mía!—digo, asombrada.
—¿Qué sucedió?—él se vuelve a mí, alarmado.
Me llevo una mano a la boca mientras contemplo con atención lo que me muestra la pantalla.
—Nikodem, ¿quieres escuchar algunas de las críticas del libro?—pregunto, sin poder ocultar la emoción en mi voz.
—Cómo es posible, si apenas ayer fue el lanzamiento—dice él.
—Algunas personas lo recibieron en preventa y también hubo quienes lo recibieron antes porque son influencers de libros—digo con cierta expectativa en mi voz. A decir verdad, no digo que sea expectativa positiva o negativa porque no sé si les ha gustado a las primeras personas que lo leyeron.
Él se vuelve hacia mí, con una sonrisa en su rostro esta vez cambiando su gesto como si fuese algo grato y a mi me ocasiona cierto temor. Él tiene una pequeña mancha de pintura azul en la mejilla que me genera un chispazo de ternura.
—Por supuesto—responde, con sus ojos brillando por la curiosidad—. Lo que más quiero en el mundo es saber cómo otras personas reconocen y adulan el talento de la mujer que amo.
Suspiro y desplazo la pantalla.
—Bueno, aquí va. —Comienzo a leer en voz alta, saboreando cada palabra—. "Sabemos que se trata de una novela, pero también sabemos que hay más que solo eso aquí. El libro de Madalina es un testimonio crudo y poderoso de la resiliencia humana. Es una historia que te atrapa desde el primer capítulo y no te suelta hasta el final, además de escribir con autenticidad, lo hace de manera tal que te toma en cada párrafo. Su valentía para compartir una parte tan dolorosa de su vida, al menos ficcionando detalles, es inspiradora. Este libro no solo cuenta una historia; ofrece esperanza a todos aquellos que han sentido alguna vez que no hay salida"—leo, sintiendo un nudo de emoción formarse en mi garganta.
Nikodem deja el pincel a un lado y se acerca a mí, sentándose a mi lado en el suelo. Su sonrisa se vuelve más suave, más introspectiva.
Pasa el cursor y pone un video de una chica influencer que cuenta en un video su perspectiva al respecto:
“Chicos, estamos frente a uno de los mejores libros que leí en mi vida y dudo que otro libro se lleve el premio gordo al menos en mis expectativas como lo hizo esta historia. Quiero llorar, reir, sacudir el libro y volverme de hierro para salir a la calle y saberme orgullosa de decir que leí a esta mujer. Es una autora inspiradora, excelente y lo que más amo es saber que en su propia historia consiguió hacer algo tan bueno y tan grande que la tomo como un ejemplo de fortaleza. Es la fiel prueba de que se puede salir firme de la adversidad.”
Se me escapa una lágrima mientras veo a la chica toda conmovida.
—Es increíble, Madalina—dice Niko, tomando mi mano—. Todo ese dolor, todo ese sufrimiento... lo has transformado en algo que puede ayudar a otros, inclusive a dar mensajes o identificar cualquier situación de riesgo. Estoy tan orgulloso de ti.
—Yo te debo todo esto a ti—respondo, sintiendo que las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos—. Tú fuiste mi fuerza cuando sentía que no podía seguir adelante. Este libro es tanto tuyo como mío.
Él niega con la cabeza, acariciando mi mejilla con el dorso de su mano.
—Lo hiciste tú, Madalina. Yo solo te apoyé. La valentía auténtica de compartir tu historia es tuya, al igual que de haber salido de la situación en la que estabas. Sabes cuán profunda admiración tengo hacia tu coraje. Estoy seguro de que tu historia va a cambiar vidas.
Sigo leyendo, pasando de una crítica a otra, cada una llena de elogios y palabras de aliento. Me sorprende cuántas personas han sido tocadas por mi historia, cuántas han encontrado esperanza en medio de su propio dolor al leer sobre mi viaje.
—"Un bello himno tanto a la vida como al amor…”
Cierro la computadora y me acerco a Niko quien lee. Lo intercepto con un beso y luego hablo con la voz a medio romperse:
—¿Sabes?—digo finalmente, rompiendo el silencio—. No… No importa lo que diga el mundo sobre el libro, aunque esté marchando fabuloso. Lo que importa es que estamos aquí, juntos y que estamos construyendo algo hermoso. Esta vida, este hogar, nuestro bebé… es todo lo que siempre he soñado.
Nikodem me abraza y su calidez se vuelve una miel, puedo sentir su corazón latiendo contra mi espalda.
—Y yo estoy agradecido cada día que pasa, por tenerte en mi vida, Madalina. No hay nada más importante para mí que tú y nuestro bebé.
Me doy la vuelta para mirarlo (en la medida que puedo, también con su ayuda) y nuestros ojos se encuentran en un momento de pura conexión. Lo beso suavemente, dejándome llevar por la sensación de que, por fin, todo está en su lugar.
—Vamos a ser felices, ¿verdad?—susurro, con una mezcla de esperanza y certeza.
—Lo somos, Madalina. Ya lo somos—responde, y en ese momento, quizá más que nunca en mi vida…
…sé que tiene razón.