―Esta vez, los mates los sebo, yo ―dijo Tomás ayudado a Andrexa a llevar todo a la mesa de desayuno―. Siempre que me dices que tendremos una charla profunda me tengo que bancar la amargura de tus mates y así no se puede.
―Pensé que me querías ―rezongó Andrexa llevándose las manos a la cintura.
―Un amigo no es amigo sino te hace bullying. Así que no creo que haya un amigo que te quiera igual. Creo que esa sería la prueba de fuego. Sólo puede ser tu amigo aquel que se banque tus mates.
Andrexa puso los ojos en blanco y codeó a su amigo cuando pasó por su lado. Muchas veces tenía ganas de matarlo pero que haría sin él.
―Bueno siéntate porque te voy a contar algo que te va a hacer caer de culo.
― ¡Qué sutil!
―Aprendí de ti ―dijo ella guiñándole un ojo.
―Esa es mi amiga ―chocaron los puños.
Tomás preparó el mate y lo probó poniendo su cara de satisfacción extrema sólo para joder a su amiga que lo miraba como si quisiera asesinarlo.
―Estos son mates ―comentó entre risas pasándole uno―. Bueno. ¿Qué me querías contar? Ya estoy bien sentado.
Andrexa pasó media hora contándole detalle por detalle la experiencia que vivió el día anterior. Tomás la escuchó atentamente y asombrado por momentos ante el relato. Parecía un cuento cómo se había dado todo con la diferencia de que es una realidad que Dios manejó en todo momento.
―De no creer. Eso si que es un testimonio amiga ―expresó maravillado―. Dios te sorprende cuando menos lo esperas y a veces hasta de quien menos lo esperas.
―Yo al principio creía que iba a salir corriendo, pero debo admitir que me sorprendió.
―El que más sorprendido debe haber estado es Tyler. Es un momento único el que vivió. Quizás nunca se imaginó dependiendo de Dios, pero por como lo cuentas él mismo quiso hacerlo. Dios debe tener planes grandes con él.
―Sí fue una sorpresa para todos cuando dijo que quería aceptar a Jesús ―sonrió emocionada al recordarlo. Tomás se percató de las emociones a flote de su amiga y se puso feliz por ella.
―Bueno, ahora Tyler dejó de ser un yugo desigual ―le dijo divertido.
―Ahora es una criatura nueva con un buen sentido del humor.
― Con ojos verdes y buen lomo.
―No seas tonto ―bromeó la joven que se había ruborizado.
―Sólo digo lo que no te animas a decir. Que, hablando de eso, ya que soy tu amigo deberías decirlo con toda soltura. Sino las babas que se te caen hablan por sí solas.
―Tomás ―se quejó Andrexa avergonzada―. Tampoco es tan así.
El teléfono suena desde la estantería donde lo había dejado cargando. Andrexa se acercó y lo tomó. Al desbloquear la pantalla puede visualizar el mensaje que le había llegado.
Tyler: Buen día niña. Bendiciones. ¿Cómo va la mañana?
No parpadeó por unos instantes. Su sorpresa iba en aumento. Un mensaje tierno del chico que le gustaba tanto. Quizás el primero de tantos más. Tenía que bajarle un cambio a esas emociones repentinas que lograban que su imaginación fuera a mil. Sólo era un mensaje.
―Toma, lo necesitas ―se burla Tomás entregándole una servilleta―. Para que te quites las babas. Con solo mirarte de lejos me di cuenta que ese mensaje era de él ―le masajea el hombro con ternura―. Sólo un consejo. Háblale bien no lo dejes pagando como la última vez que te escribió.