«Hoy tenía terapia» recordó Tyler dirigiéndose por el camino contrario. Había olvidado por completo que era viernes. Cuando quedó en juntarse con Andrexa para hacer el trabajo en su casa no se había percatado de ese detalle.
Llamó a Carla y le avisó lo sucedido. Aun faltaban dos horas para su turno por lo que al menos a ella le daba tiempo de adelantar pacientes.
Era raro lo que le estaba pasando. En estos meses era infaltable la terapia en él. Ansiaba cada semana a que llegara el día. Ahí era su lugar seguro donde podía ser él, hablar con soltura sobre todo lo que le pesaba sin sentirse presionado ni juzgado. Hoy se acordó sobre la hora y no le afectaba. La amistad que había comenzado a tener con Andrexa era sincera más allá de los sentimientos que generaba tenerla cerca. No eran malos, todo lo contrario quería cuidarla, quererla, apoyarla, pero no era un buen momento para sacarlos a la luz. Apenas estaban iniciando esta relación donde compartían cosas buenas, sanando el pasado donde él la hizo parte con sus malos tratos, dudas y miedos. Esta vez era diferente y quería cuidar la oportunidad que ella le regaló y hacer las cosas bien. Al fin y al cabo, se sentía bien así con lo que ella le ofrecía.
Andrexa lo estaba esperando sobre el umbral de la puerta cuando llegó. Entraron directamente al comedor donde ya tenía preparado café con torta.
―Te luciste ―dijo Tyler al ver la mesa―. Justo venía con hambre.
―No se puede estudiar con hambre.
― ¿No lo hiciste por mí? ―pregunto haciendo pucheros―. Estás hiriendo mis sentimientos.
―Hay dos tazas, dos porciones de torta. Así que supongo que pensé en vos.
―Te creo ―murmuró con una gran sonrisa.
Pasaron dos horas con ese trabajo entre risas y quejas. Ambos querían hacer un trabajo excelente. Querían complementar sus pensamientos y crear de ellos el mejor diálogo para entregar en clase. Tyler sentado frente a ella no podía evitar mirarla con ternura. Era increíble cómo su vida había dado un vuelco tan inesperado. Se sentía tan bien por tener su amistad. Sus ojos se encontraban cada tanto y recibía una sonrisa de su parte haciéndolo sentir seguro.
El teléfono de Andrexa vibró y al desbloquear la pantalla sus ojos brillaron tras una carcajada. Tyler la observó extrañado. Una oleada de celos recorrió su interior. «¿Quién le habrá escrito?» pensó, y sintió que su mandíbula se tensaba. Aflojó los músculos en un lento suspiro.
― ¿Te contaron un chiste?
―Más o menos. Tomás es un chiste en persona ―dijo entre risas―. Me mandó un GIF muy gracioso por WhatsApp ―le mostró la conversación.
Andrexa: «Hola Tomy acá estoy en casa con Tyler» mandó un audio.
A los cinco minutos su mensaje tuvo una respuesta que ella puso en altavoz.
Tomás: Perdón, ¿Quién se atreve a robarme a mi amiga? Tyler, te la presto, pero acuérdate de algo, ella es mía
Andrexa «Ja. Eso lo veremos» comentó Tyler entre risas.
Tomás: Voy a tratar de hacerme el tonto que no te escuche para no arrepentirme de invitarte a vos y a ella, “mi amiga”, a comer y tomar algo esta noche. Lorena viene con nosotros.
Esa noche iba a terminar mejor de lo que se imaginaban. Realmente no les venía mal salir y cambiar de aire después de una tarde encerrados. Andrexa despidió a Tyler que volvía a su casa para alistarse y pasaría a buscarla al anochecer. Tomás y Lorena los esperarían en un restaurante en el centro de la ciudad.
Una vez sola ordenó el comedor y subió a su cuarto para elegir la ropa que iba a ponerse. Esta vez costaba más hacerlo. No sólo se encontraría con su amigo Tomás al que echaba de menos ya que hacía días que no lo veía, sino que Tyler estaría ahí. Eso la ponía nerviosamente feliz. Nunca se preocupó tanto por su apariencia hasta que él comenzó a ser parte de su rutina.
Se bañó, se cambió y como aún faltaba una hora, que se iba a hacer eterna, puso música y comenzó a adorar a Dios. Este tiempo era una cosecha de todo lo que no entendía. Era amiga de Tyler, no podía creerlo sin que la emoción le recorriera de la cabeza a los pies. Era Dios ordenando todo, lo sentía.
Un bocinazo desde la calle hizo saltar a Andrexa de alegría. Se asomó por la ventana y con un gesto le pidió a Tyler que la esperara. Tan lindo estaba parado frente al auto vestido con una camisa y un jean que no escondía la prominencia de sus músculos. Negó con la cabeza para espantar sus pensamientos y se miró al espejo para retocar la fina capa de maquillaje que optó por ponerse. Tomó su bolso y salió al encuentro del joven.
Tyler tragó saliva al verla. Agachó la cabeza un instante para soltar un suspiro. No quería incomodar a su amiga por mirarla de esa manera, pero era imposible. Estaba hermosa con ese vestido tan sencillo y delicado a la vez. Parecía una princesa caminando hacia él esbozando una sonrisa tímida.
―Mi lady ―dijo él haciendo una reverencia.
―Mi lord ―siguió ella haciendo otra reverencia―. Perdóname por hacerte esperar.