Sentarse en ese sillón un viernes más lo hizo sentir raro. Antes llegaba y era una frustración, así llegara cinco minutos antes. Esos minutos se volvían insoportables. Parecían no pasarse más y se sentía aliviado cada vez que escuchaba su nombre. Entraba rápido y se sentaba frente a su psicóloga a descargar todo.
Hoy era distinto incluso aburrido. No quería estar ahí. Prefería estar en su casa con su familia o sus amigos, pero nada le ganaba a la satisfacción que le daba estar cerca de Andrexa. Habían llegado esa mañana y despedirla fue chocante. Desde ese momento no la habló más, pero estaba tranquilo. Un rato antes estuvo viendo las fotos en las que había sido etiquetado por ella. Un recuerdo más que no le importaba mostrar al mundo al contrario si pudiera empapelaría una casa con todos ellos.
Su pasado ya no le perturbaba como antes. No podía cambiarlo, aunque muchas veces en su cabeza se visualizaran las miles de formas que no puso en práctica que habrían surtido efecto y su hermano estaría con él. Las cosas eran distintas, pero tenía paz de que Josué se fue con Jesús y que lo estaba esperando en una eternidad gloriosa. Ya no podía seguirse culpando por lo que pasó. Llegó el momento que le hacía falta y era perdonarse a sí mismo. Y la forma en la que buscó esa sensación de perdón que resultó falso era contárselo a alguien que guardaría el secreto como un profesional.
Carla hizo pasar a Tyler y como cada sesión. Le invitaba un café y se ponían cómodos a charlar.
―Tyler, ¿Cómo estás?
―Decir que bien me queda chica la expresión. Es un tiempo hermoso el que estoy viviendo.
―Lo noto. Estás cambiado. Es como si irradiaras luz con sólo sonreír.
―Jesús entró a mi vida y la cambió y estoy más feliz porque alcanzó también a mis papás. En casa el ambiente ya no es el mismo. Problemas hay cómo en todos lados, pero las perspectivas son de otra manera. Ya no afectan igual.
―Me alegra oír eso. También lo noté en ellos. No son los mismo hoy a cuando llegaron por primera vez a casa.
―Me siento en paz ―dijo soltando un suspiro de satisfacción.
―Por eso llegó el momento que creías que no iba a llegar nunca.
― ¿Cuál momento? ―preguntó extrañado.
―El alta.
― ¿Enserio?
―Sí, Tyler. Lo que querías lograr es lo que estás viviendo. Ya no necesitas terapias porque en tu corazón está Dios y él va a llenar cada vacío y va a restaurar tu vida. Sé que tienes un llamado y a su tiempo Dios va a marcar ese propósito ―le dio un sorbo a su café y sonrió―. Este pasado que te estuvo controlando todo este tiempo se terminó. Ahora a caminar en fe hacia la meta en Cristo Jesús. El pasado quedó atrás y sólo lo vas a traer al presente cuando tengas que dar testimonio de tu vida.
―Tiene razón. Me siento bien y feliz, pero estaba acostumbrado a venir.
―Soy tu psicóloga y también tu líder en este momento. Voy a estar para lo que necesites, pero mis consejos van a ir basados en la palabra de Dios ya no es necesario que pagues por mi trabajo porque mi trabajo ya está hecho y eso me da más felicidad a seguir cobrando dinero en falso.
―No puedo creer que lo logré ―vociferó eufórico.
―Lo lograste Tyler. Para Dios no hay imposibles ―aplaudió Carla muy emocionada.
―Gracias Carla. Gracias por hablarme de Jesús y encaminarme a conocerlo. Usted y Andrexa se convirtieron en mis heroínas.
―Somos herramientas en manos de Dios. La gloria es para él. Si yo estoy feliz en el cielo deben estar dando una fiesta.
―Sólo me da un poco de temor empezar de cero. Ósea, es como si se me rompiera la rutina. Tengo miedo de caer.
―No temas ―lo tranquilizó―. Estamos orando por ti y no estás solo. Están tus padres, nosotros y también has hecho amigos que te van a escuchar y aconsejar sabiamente.
―Tomás es un gran amigo. Me arrepiento de no haber pasado más tiempo con él. Es como si me hubiese perdido un diamante,
―Quizás antes no lo veías porque tu mundo estaba cerrado y ahora es tu tiempo. Ves con claridad y a las personas Dios las pone con propósito. Andrexa cuando llegó a Córdoba su temor era no ser sociable porque es muy tímida y Dios lo sabía más que yo y sin embargo se abalanzó a esta nueva etapa y nuestro Señor le tenía preparado un amigo que se lo iba a hacer más fácil.
―Es verdad. Desde el primer día ellos están siempre juntos.
―Es increíble como se llevan. Encajan en todo lo que piensan. Nosotros prácticamente lo adoptamos como a un hijo.
―Es que él es así. Se gana el cariño de las personas.
―Es verdad. Tiene un carisma envidiable, sanamente aclaro. Andrexa cambió su forma de ser desde que se empezó a juntar con él y siempre para bien. Cómo siempre decimos las cosas que vienen de Dios suman no restan. Si no te acerca a Jesús es mejor soltarlo.
―Los dos se complementan. Son muy buenos amigos y es una bendición que formen parte de mi vida.