Había llegado el día tan ansiado por todo el salón 1B. La escuela les regaló dos días de campamento para que pudieran terminar esa etapa con los mejores recuerdos todos juntos.
Los chicos debían encontrarse frente a la escuela a las siete de la mañana para irse todos juntos en trafic. El predio donde pasarían esos inolvidables días quedaba a tan solo 50 kilómetros de la ciudad.
Tyler pasó a buscar a Andrexa como era habitual y luego pasaron juntos a buscar a Tomás. Luego se dirigieron a la escuela. Todos estaban expectantes por lo que iban a vivir estos dos días. El sol ya había salido y el calor empezaba a sentirse por las calles.
Subieron a la trafic. Y los tres se sentaron juntos al fondo del vehículo. Tenían una hora de viaje por lo que Tyler llamó la atención de todos.
―Vamos a orar para que lleguemos bien.
Andrexa una vez más no podía cerrar la boca de la sorpresa y emoción que le causaba verlo tomar el control como lo haría un verdadero hombre de Dios que vela por los suyos.
Todos hicieron silencio y agacharon sus rostros mientras él le pedía a Dios que los guardara de todo accidente o incidente en el camino y que bendijera a cada una de las personas que estaban allí y los días que pasarían todos juntos.
Tomaron mates todo el trayecto al predio. La hora se pasó volando. Llegaron a su mini viaje de estudio a “La estancita” Un paisaje verde se presentaba frente a los ojos de los estudiantes. Esta contaba con una cabaña, quincho y fogón. Sin contar el parque por el cual podrían caminar admirando las hermosas vistas del lugar y la cascada que desembocaba en un río de aguas cristalinas.
Caminaron impresionados por el hermoso paisaje que les rodeaba hasta la cabaña. Ésta era enorme. El salón principal contaba con un hogar a leña gigante. La decoración era bien campestre con un montón de adornos de madera. Tenía dos habitaciones donde estaban las cuchetas donde pasarían la noche. Una la ocuparon las chicas y otra los chicos. Dejaron sus bolsos cada uno sobre su cama y se dirigieron a la cocina. Allí prepararon el agua caliente para los termos y salieron en busca de un lugar con buena sombra para sentarse a tomar mates.
Al rato todos juntos recorrieron la estancia y tomaron miles de fotos. Caminaron por el parque hasta el río. Allí buscaron el mejor lugar para hacer el picnic que habían organizado semanas antes. Comieron unos sándwiches a la hora del almuerzo. Luego pasaron la tarde en el agua, cerca de la cascada. Llevaron una pelota por lo que el río se convirtió en una cancha de rugby donde en grupos tenían que pasarse la pelota y el que llegara bajo la cascada ganaba, así que, los chicos entre corriendo y nadando se empujaban unos con otros para llegar al objetivo.
Al atardecer volvieron a las cabañas y se turnaron para bañarse. Primero se bañaron los chicos ya que después se irían al quincho a preparar todo para el asado y luego quedarían libres las chicas para bañarse y arreglarse ya que les tomaría más tiempo.
Ya en el quincho Tyler, Tomás y Raúl se encargaban de prender el fuego mientras Julián y Juan preparaban las bebidas. El infaltable fernet no se hizo esperar y una jarra comenzó a pasar de mano a en mano. Los demás salaban la carne. Mientras la carne estaba sobre el asador los chicos largaron una ronda de chistes y sus carcajadas llegaban hasta la cabaña donde aun todas se estaban arreglando.
―Tenían razón los chicos de bañarse primero. Somos muy lerdas. Nos estamos perdiendo de toda la diversión ―dijo entre risas Lorena.
―Vamos a llegar cuando se terminen de tomar todo lo que trajimos ―bufó Sofía.
Andrexa se había vestido lo más cómoda posible con un vestido sencillo playero y unas sandalias bajas. Sólo se tomó tiempo para secar y planchar su cabello.
―Sí, que son como tortugas ―gritó Juan viendo a las chicas caminar hacía donde estaban ellos.
―Apuren, que tenemos hambre ―dijo Lautaro.
―Pensé que te habías dormido ―se burló Tomás cuando Andrexa se acercó a él―. ¿Desde cuándo demoras tanto?
―Desde que decidí esperar a las demás ―contestó ella poniendo los ojos en blanco―. Ya me estaba aburriendo.
―Hubieses venido antes.
―No las quería dejar solas y ellas querían que vengamos todas juntas.
― ¿De qué hablaban? ―interrumpió Tyler al tiempo que saludaba a Andrexa con un beso en la mejilla.
―Hablábamos de lo hermoso que es esperar ―respondió Tomás aguantando la risa―. Necesito un trago. Tyler le pasó la jarra.
―Sí, es verdad ―comentó entendiendo la ironía―. Nunca demoraste tanto como hoy. Igual, estás muy linda.
―Gracias ―se sonroja Andrexa―. No me demoré ―hizo pucheros―. Yo estaba lista sólo que estaba esperando a las chicas. Ellas sí se tomaron el tiempo de arreglarse acorde a un asado fogón y cama.
Los chicos rompieron en risas ante el comentario de su amiga y como nunca entre los dos la abrazaron y se fueron entrelazando sus manos hasta la mesa.
Cuando la cena estaba lista, Tyler se paró y bendijo los alimentos. Ya sus compañeros se habían acostumbrado a eso en él por lo que ya no tocaban nada del plato sin orar antes.