Sálvame de mí

Capítulo 49

El fuego se mecía con la brisa fresca de la noche. Todo el salón estaba sentado alrededor de la fogata. Pusieron música con un parlante y prepararon bebidas para pasar una parte de la noche disfrutando de la calidez del momento.

Andrexa estaba charlando con Tomás y Lorena. Tyler se había levantado y caminó unos metros lejos de todos. Andrexa no notó su ausencia hasta que recibió un mensaje de él.

Tyler: «En el cielo hay millones de estrellas. En mi vida solo hay una y esa eres tú»

Andrexa: «Tus ojos son las más dulces estrellas que he visto en el firmamento»

Tyler: «¿Estás segura de lo que decís?»

Andrexa: «Muy segura. ¿Dónde estás?»

Tyler: «No lo creo. La noche está llena de estrellas podríamos buscar en el firmamento si realmente hay otra estrella que sea más dulce que mis ojos.»

Andrexa: «Me parece buena idea, pero, ¿Dónde estás?»

Tyler: «Vine a la cabaña. Te espero aquí.»

Andrexa: «¡Ahí te voy! Jajaja.»

Tyler: «Vente rápido.»

Dejando el calor de llamas Andrexa se refugió en una campera fina color negro y caminó hasta la cabaña. Cuando llegó estaba a oscuras iluminada por un farol al frente pero no podía ver a Tyler. Agarra su celular y busca el chat que tiene con él en WhatsApp para avisarle que estaba donde habían quedado minutos antes. Al abrirlo le llama la atención la foto de perfil. Era una foto de ellos dos.

― ¡Me muero! ―susurró con ternura.

―Sabía que esa foto te iba a gustar ―le dijo al oído haciendo que ella soltara el teléfono. Tyler logró agarrarlo en el aire antes que impactara en el suelo.

―Menudo susto ―dijo agarrándose el pecho―. Te estaba por escribir, pero…

―Pero vamos. Tengo una sorpresa para ti.

Bajaron hasta el río y se sentaron sobre unas enormes piedras. Tyler llevaba una mochila y poniéndola en el suelo sacó dos latas frías de Dr. Lemon y una barra enorme de chocolate con maní. Andrexa aplaudió con emoción esbozando una enorme sonrisa.

―Perdón, pero no lo quería compartir con nadie más que contigo.

―Eres tierno ¿Lo sabes?

―Sí, sólo para ti, “My Lady” ―dijo haciendo una reverencia.

―Me siento alagada chico princesa.

Abrió las latas y le pasó una a su amiga. El cielo estaba totalmente estrellado y el paisaje nocturno era incluso más bello que en el día.

― ¿Así que te gustan mis ojos? ―le dijo mirando las estrellas―. Nunca nadie dijo algo tan lindo de ellos.

―Tienes unos lindos ojos ―dijo encogiéndose de hombros y esquivando su mirada para que no note cómo sus pómulos se elevaban por la vergüenza.

Ya estaba más que claro en su corazón lo que quería. Ya no podía esperar más y seguir guardando lo que sentía. Todos estos meses además de buscar al Señor y pedir que lo guiara en cada cosa que hiciera también conoció más a Andrexa y si de algo estaba seguro era de que cuanto más la conocía más se enamoraba. Sentía paz a su lado y no podía pensar en una vida sin ella. Ella era lo que necesitaba. Su amiga, su compañera, su aliada, su admiración, su ayuda idónea.

―Andrexa ―llamó su atención con algo de timidez―. Necesito ser sincero contigo.

― ¿Qué has hecho? ―pregunto con un hilo de miedo en su voz.

―Yo no he hecho nada, sólo pasó ―siguió él manteniendo el drama de la pregunta de ella―. Al principio me lo negué. Me parecía imposible sentirme así, pero lo sentía y cada día que pasaba lo controlaba menos.

―No me asustes, Tyler.

―Desde el momento en que entré en tu casa mi vida cambió para siempre. Mis miedos, mis dudas e inseguridades fueron cadenas que se rompieron y admito que fuiste de gran ayuda ―tomó aire y lo largo lentamente mirando el piso―. Tú te convertiste en mi mejor amiga y siempre tuve miedo de perderte. Cambié para bien y me convertí en un hombre del que me siento orgulloso. Quiero seguir cambiando ser digno de los planes que Dios tiene conmigo. Pero…

―Pero, ¿Qué? ―preguntó Andrexa un poco ansiosa.

―Pero, mis miedos pasaron a ser otros. Y gracias a Dios que Él siempre estuvo y me contuvo. Me dejé guiar por él y le pedí señales y me aferré a sus promesas. A veces parecía que todo se me caía, que todo estaba mal, que otra vez me había equivocado. Sin embargo, Dios se encargó de demostrarme que estaba de mi lado y que obraba a mi favor. Me hizo ver que lo que sentía venía del mismo corazón de Jesús.

― ¿Cuáles son los planes que te revelo el Señor?

― Tú.

― ¿Yo? ―Abrió los ojos como platos sin entender nada. Ante su mirada Tyler se puso muy nervioso.

―Perdón princesa. Todo este tiempo te mostré quien soy y lo que quiero ser. Me propuse ser tu mejor amigo y demostrarte que estaba para ti, pero mientras, al llegar a casa le entregaba a Dios mis miedos. Mi miedo a perderte. Miedo a que esto que tenemos se termine.




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