Sálvame de mí

Capítulo 50

El gran campamento llegaba a su fin y los chicos del curso 1B cargaban sus bolsos dentro del vehículo. Luego ocuparon los asientos tal cual lo hicieron a la venida. Tomás sacó el equipo de mate. Él era el cebador oficial de esa hora de viaje.

Tyler fue el último en subir y como ya era costumbre antes de que se pusieran en marcha oró a Dios. Todos dijeron “amén” y le dijeron adiós a la estancia. Ocupó su lugar al lado de Andrexa y tomó su mano. La necesitaba cerca y sus manos encajaban perfectas juntas. La joven se ruborizó ante su contacto y la mirada incrédula de todos sus compañeros. Le dedicó una cálida sonrisa.

― ¿Para cuándo los confites? ―preguntó Tomás divertido.

―Para navidad ―respondió Tyler entre risas―. Por ahora.

―No sean tontos ―gruñó en broma Andrexa.

Nadie tocó el tema, aunque no se perdían de nada. Tyler miraba a su chica con ternura y entreabría su boca cada vez que ella hablaba como si quisiera devorarla y dejarla sin aliento. Sus manos entrelazadas por momentos se tensaban en cálidos apretones para no dejar ningún espacio sin contacto. Se anhelaban. No se buscaban y se encontraron por la misma voluntad de Dios.

Andrexa sonreía sin poder disimular la alegría que sentía. Estaba enamorada de Tyler y le rebozaba el corazón de paz y gozo por saber que estaba haciendo lo correcto, en el tiempo correcto con la persona correcta.

― ¿En qué piensas? ―pregunta Tyler acariciando su mejilla.

―Pensaba en las veces que oré por vos y ahora eres tú el que oras conmigo. Eres una bonita bendición.

―Tú eres la bendición más hermosa que recibí de Dios. Todavía no lo creo. Te quise desde que te vi entrar por el salón el primer día y creo que mi coraza más grande fue el miedo de no poder tenerte nunca.

―Pero, ahora me tienes.

―Y tú me tienes a mi ―susurro a su oído y depositó un tierno beso en su cabeza. Andrexa se apoyó en él ―. Te quiero, mi niña.

―Yo te quiero más.

― ¿Cuánto más?

―Hasta el infinito y más allá.

― De chico solía decirle a mi mamá que la quería de acá a la luna ida y vuelta.

―En caracol ―terminó ella ladeando su cabeza hacia él.

Tyler analizó cada uno de sus rasgos y suspiró al tiempo que sin importar la mirada de los presentes plantó un tierno beso en sus labios. Todos se asombraron y festejaron esa escena.

―Mucha dulzura para mis ojos ―dijo Juan tapándose la cara con las manos.

―Si son más tiernos ―dijo Lorena alargando las palabras.

―Solo era cuestión de tiempo ―siguió Lautaro―. Yo siempre supe que ellos dos a la larga o a la corta iban a terminar juntos― ¿Cómo estabas tan seguro? ―Interrogó Tyler con picardía.

―Fácil. Los que se pelean se aman.

―Bueno. Tienes razón ―dijo abrazando a Andrexa―. Era cuestión de tiempo, pero no los míos sino los de Dios.

―Los tiempos de Dios son perfectos ―dijo Andrexa mirándolo con ternura.

―Cómo tú ―agregó sellando sus palabras con otro beso.




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