Sálvame de mí

Capítulo 51

Muchas veces deseó no vivir las situaciones por las que vivía. Muchas veces deseó desaparecer con el fin de olvidarse de todo y de todos. Muchas veces deseó no haber nacido. Hoy mirando su presente y recordando todo lo que tuvo que pasar para llegar a donde estaba pudo reconocer que valió la pena cada golpe y cada lágrima derramada porque hoy ese doloroso pasado era la trama de una historia que cuenta. Hoy podía entender lo que un día su hermano en un sueño le dijo. Ya no era Saulo, era Pablo. Ese gran Apóstol pudo testificar lo que Jesús hizo en su vida haciendo memoria de su pasado tan cruel como el de perseguir y matar a los cristianos. Así era hoy con Tyler. Su pasado ya no dolía, sino que Dios lo cambió por un testimonio que usaría para bendecir a otros.

Ya habían pasado casi tres semanas desde que tomó la decisión de sacar a luz sus verdaderos sentimientos, pero aún le costaba creerlo. Nunca se había sentido así, tan enamorado como lo estaba de su novia. Cada día agradecía a Dios por haberlo bendecido de esa manera y le pedía sabiduría para crecer espiritualmente y ser el hombre que Andrexa se merecía a su lado. Tenía miedo a equivocarse y perderla, pero si de algo estaba seguro es que lo que Dios determina lo respalda hasta el fin. Si en algo él estuviese equivocado el Señor le enseñaría a cambiarlo.

Cada día que pasó se encargó de demostrarle su amor. Al principio trataba de contenerse porque temía espantar a su chica con tanta ternura. Además de los mensajes, llamadas y todo lo que podía decirle personalmente, le dejaba notitas escondidas que siempre ella se las devolvía respondidas. Guardó una por una y las releía cuando la extrañaba. Eso era todos los días. También hacían largos paseos donde disfrutaba cada segundo tomando su mano mostrándole al mundo que tenía a la novia más hermosa. Realmente era una relación propósito de Dios porque ser novios sólo era un título. Se querían como amigos, se cuidaban como padres, se peleaban como hermanos, jugaban como niños. Eran un todo los dos juntos. No podían estar separados. Estudiaban juntos, salían juntos, comían juntos. No tenían una rutina monótona, sino que hacían que cada día valga la pena. Se divertían, así como buscaban a Dios, juntos.

Las lagrimas rozaban sus mejillas por el ardor que le generaba picar cebollas. Desde que recobró la paz que le faltaba ese lugar se convirtió en su lugar preferido. Andrexa llegaría en dos horas y quería dejar todo listo. Cada jueves se juntaban a comer en el departamento, ahora de Tyler, y luego se desplomaban en el sillón a mirar una película o daban un paseo por las calles rodeadas de edificios.

Esta vez el menú eran ravioles, los favoritos de ella. Preparó la salsa y puso el agua al fuego. Mientras entró al baño dispuesto a darse una ducha. Estaba casi seguro que al salir del baño ya vestido se encontraría con Andrexa frente a él. Ella tenía una copia de la llave y la confianza entre ellos ameritaba que entrara cuando quisiera. Tyler estaba nervioso, pues esta vez la sorpresa que le tenía era diferente. Unos años atrás hubiese pensado que era locura gastar en algo así. Salió del baño y se dirigió a la cocina, pero para su sorpresa no había nadie. Fue a su habitación para buscar el teléfono y llamarla.

― ¡Sorpresa! ―gritó Andrexa saltando a sus brazos desde la habitación a oscuras. Tyler se puso blanco.

―Se me heló el pecho. ¿Te quieres quedar viuda antes de casarnos? ―le dijo tomándola en sus brazos y depositando un cálido beso en sus labios.

―No te quise asustar, te quise sorprender ―le rodeo el cuello y hundió su nariz en su cuello―. Me encanta tu perfume.

―Es mejor que el de cebollas. Vamos a la cocina que tengo que terminar con la comida ― la miró pensativo―. Te tengo una sorpresa ―le devolvió la mirada ansiosa invitándolo a decirle que era―. Sólo espero que te guste tanto cómo a mí. Lo único que voy a decirte es que esto es algo nuestro porque nunca pensé que podía llegar a compartir algo tan lindo como eso y lo mejor es que lo quiero compartir contigo. Es nuestro y es el comienzo de algo grande ―las ansias de la joven se duplicaron y él esbozó una sonrisa pícara―. Te doy una pista. La sorpresa esta dentro del mueble nuevo en la casa.

Andrexa comenzó su búsqueda dentro de la habitación y Tyler volvió a la cocina para terminar con la cena. Inspeccionó cada espacio. Era tierno y frustrante a la vez que ese chico la conociera tan bien como para poner de pista algo nuevo en un lugar sabiendo que ella es tan despistada que tiene que estar unas treinta veces en el mismo lugar para notar algo fuera de lo normal. Le pasaba con la ropa. No se fijaba en eso y si alguien le preguntaba “¿Viste cómo estaba vestido?” No se acordaba. También le pasaba con los nombres. Tenía que escuchar un nombre un par de veces para acordarse. O peor aun lo sufría en la calle. Si no fuera por el GPS se perdería fácilmente porque tenía que hacer el mismo camino unas cincuenta veces para guiarse sin el mapa.

Volvió a la cocina. Era imposible no suspirar cuando lo veía cocinando. Él no se había percatado de su presencia hasta que sintió su cuerpo pegado al suyo por la espalda.




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