Sálvame de mí

Capítulo 6

Los primeros rayos de sol que penetraron la ventana hicieron que Andrexa se despertara antes de que sonara la alarma. Comenzaba la semana y con ella la rutina.

Se sentó sacándose el edredón de encima y se refregó los ojos con las manos. Luego se puso de pie y se estiro hasta que sintió que cada musculo se tensaba por completo.

Sacó el uniforme del armario y entró en el baño. En 15 minutos ya estaba lista y bajaba las escaleras para ir a la cocina.

Al parecer sus tíos habían salido a desayunar fuera porque la casa estaba totalmente vacía. Se prepara un café y unta unas tostadas con mermelada y mientras desayuna se pone a leer la biblia como le gustaba hacer cada mañana.

Un rato más tarde mira la hora en la pantalla de su celular y se atraganta con el ultimo sorbo de café. Ya habían pasado quince minutos de las ocho y la entrada era a las ocho en punto. Se había perdido en la lectura y olvidó por completo que tenía que ir a la escuela. Toma su mochila y sin limpiar lo que había estado utilizando sale como un rayo de la casa. Caminando rápido en pasos largos llego 15 minutos después. Ya eran las ocho y media cuando Andrexa entra al colegio y se dirige hacia su salón.

Antes de entrar suelta varios suspiros preparándose para ser el espectáculo de todos sus compañeros. En ese instante se arrepintió de haber elegido el banco que está al otro extremo de la puerta.

―Llegas media hora tarde ―dice la profesora apenas ve que la joven entra.

―Disculpe. Se me hizo tarde ―se pasó un mechón de pelo tras las orejas y levanto la mirada―. No volverá a pasar.

―Si, sé que lo tendrás en cuenta, pero ahora debes esperar afuera hasta que sea la próxima hora. No te puedes quedar ―toma su libro y se vuelve al pizarrón donde sigue copiando las actividades.

Ella se moría de vergüenza y visualiza a Tomás que niega con la cabeza la actitud de la profe seguido de una mueca que me decía que no era de gran importancia. Si que lo era. Nunca le había pasado tal cosa. Que la echen de clase fue lo peor que le había ocurrido.

Otro lunes, otra humillación. Creo que los lunes estaban destinados a eso.

Andrexa sin muchas opciones se dirige a la biblioteca. Traía con ella una novela, así que le pareció un buen plan leer para pasar la hora.

La biblioteca estaba en otro edificio que quedaba atrás de las instalaciones del colegio cruzando la cafetería y el patio lleno de árboles a los costados del camino que te dirigían allí.

No se apresuró a llegar al otro lado. Era hermoso el paisaje que se presentaba delante de ella. Había arboles enormes y canteros con flores por doquier. También había mesas de cemento y bancos. Parecía un parque más que un patio de escuela. Su mirada se detenía en cada detalle. Hacía calor, pero la brisa que corría era agradable. Inhaló el aroma de ese pequeño parque, pero se percató de uno que no era para nada a verde. Era olor a tabaco. Alguien estaba fumando cerca. Empezó a buscar con la mirada hasta que al costado de la biblioteca se podía ver a un chico apoyado contra la pared. Casi sin darse cuenta ella se dirigía sigilosamente hacia allí producto de la curiosidad. Un poco más cerca se frena de golpe como si hubiese visto a un fantasma.

El que estaba fumando escondido era Tyler.

Andrexa se quedó dura como piedra. No sabía si correr hasta la biblioteca o volverse, pero si no decidía rápido él podía darse cuenta que lo estaba espiando.

Se dio vuelta dispuesta a marcharse, pero al segundo paso que dio escucha que él le estaba chistando. Fingiendo que había salido de la biblioteca busca ese sonido hasta que lo visualiza. No lo podía creer hace unos días parecía que su presencia le afectaba y ahora la estaba llamando.

― ¡Hey! ―dice ella levantando una mano con intención de seguir caminando

― ¿No deberías estar en clase señorita? ― le pregunta enarcando una ceja divertido.

― ¿Tú no deberías estarlo también? ―le devuelve la pregunta con las manos en la cintura.

Era extraño estar hablando de forma divertida con el chico que parecía querer fulminarla el primer día, aunque no le desagradaba.

Pone los ojos en blanco y le da otra calada a su cigarrillo y con un movimiento de cabeza le pidió que se acercara. Ella lo dudo un instante, pero camino hacia él.

―Llegué quince minutos tarde y no entré ―contesto la pregunta de ella apenas se paró a su lado.

―Yo llegue media hora tarde, pero pase por el dramatismo de ser echada de la clase ―dijo algo avergonzada.

― ¡Qué bajón, chica! ―no pudo evitar reírse, pero enseguida se puso serio cuando ella lo fulminó con la mirada―. No eres la única. Todos pasamos por eso una vez. Ahora ya sabes que tienes que hacer si llegas tarde.

Se sentaron contra la pared aún faltaban treinta minutos y ninguno de los dos querían entrar. La brisa era suave y el ambiente cálido. Era un hermoso lugar. Los dos estaban mirando unos pajaritos que revoloteaban uno de los árboles.




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