El día de la juntada de la promo 18 llegó. Esta vez se habían reunido un poco más temprano y entre todos hicieron las empanadas para cenar. En esas horas charlaron y rieron de todos los temas que se tocaban. Futbol, política, la escuela, salidas, etc.
Andrexa estaba ahí y para ser la primera vez que se reunió con ellos se sintió cómoda. Las chicas se acercaron rápido a ella y charlaron largo rato. Solo temía olvidar sus nombres. Siempre le pasaba.
― ¿Y si comemos en la azotea? ―pregunta Juan abanicándose con la mano― Acá con el horno prendido nos vamos a asar.
Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a tomar lo necesario y en grupos tomaban el ascensor al último piso que los conducía al techo. Los últimos en subir fueron Tyler, Juan, Tomas y Andrexa que llevaban una bandeja con empanadas cada uno.
Se sentaron en ronda y pusieron todo en el centro como si fuera un picnic. Charlaron, comieron y bebieron en un ambiente amistoso. ¿Quién iba a pensar que un grupo de compañeros de escuela podrían ser más que eso? Un grupo de amigos.
Mateo sacó de su mochila una pelota y llamó la atención de todos. Tenían que hacer algo sino la fiesta se iba a terminar antes de lo esperado y aún era temprano.
― ¿Jugamos? ―dice mostrando la pelota de goma.
―Es medio complicado jugar a la pelota aquí enseguida caería por el precipicio ―Comenta Raúl dándole un mordisco a una empanada.
― ¿Qué propones? ―pregunta Sabrina interesada.
―Pensé en esto ―dice Mateo aclarándose la garganta―. En circulo como estamos podemos pasarnos la pelota a quien queramos y al hacerlo decir algo bueno o malo que nos defina.
―Eso puede terminar en pelea ―indica Lore.
―No tiene por qué hacerlo ―continúa Julián― Somos amigos y que mejor que un amigo pueda ver lo bueno o malo de uno.
―Es un juego. El que se enoja es porque es un flojo ―Sigue Laura con aires de superioridad― Todos tenemos defectos y virtudes.
Andrexa miraba expectante. No le parecía buena idea. Se gira Hacia Tomás que la mira como entendiendo lo que piensa.
―No me gusta para nada ese juego ―le dice bajito para que nadie escuche.
―. Mal por bien, niña ―la tranquiliza Tomás―. Simplemente no escuches lo que te digan. Que no te afecte.
«Esa frase la suelo usar yo» pensó ella mirando a su amigo que estaba atento a las instrucciones del juego. En ese momento recordó la frase con la que publicó la foto que se sacaron ese viernes. Le habían entrado dudas de si ese chico, Tomy, era cristiano. Ahora con esa frase «Mal por bien» las dudas aumentaron en gran manera, pero no le pareció el momento adecuado para preguntarle.
―Bueno, empecemos ―insta Mateo con la pelota en la mano y si dar una señal le pasa la pelota a Laura―. Linda ―Laura le pasa la pelota a Tomas―. Come libros.
Tomás se la pasa a Andrexa y le dice que es su mejor amiga. Ella la tira al centro y la que toma la pelota es Laura que le sonríe con sarcasmo. «Mal, por bien» piensa.
―Cool ―le dice Andrexa.
Laura le paso la pelota nuevamente a Andrexa y pensó unos segundos que decir.
―Inmigrante. No, mejor eso no ―le dice mirándola con una mueca de desprecio―. Mosquita muerta. Si, eso te define mejor.
Andrexa la observa incrédula ¿Qué acaba de escuchar? Desde el primer día de clases la hiere con ese tipo de comentarios, muy tontos, pero nunca se dejo intimidar con ellos, pero ya era demasiado.
― ¿Puedo saber por qué crees eso de mí? ―le pregunta sin rodeos.
Todos pasaron de mirar a Andrexa a mirar a Laura que sin nada de respeto le dice lo que piensa.
― ¿Por qué? ―pregunta de forma sarcástica― porqué llegaste como si fueras una santa. Hablando bonito como si fueras una princesita de cuentos de hadas y eso ¿Para qué?, para levantarte a todos los del curso. Tomás fue uno, después Julián ¿Cuál es el próximo al que vas a hacer caer?
Tomás la fulmina con la mirada y Julián agacha la cabeza escondiendo una sonrisa. Los demás presencian la pelea, pero se limitan a opinar. Aunque algunos están a favor y otros en contra de lo que piensa Laura.
Andrexa la escucho hasta el final con muchas ganas de contestarle lo primero que se le venia a la cabeza, pero no le pareció prudente. Así que mientras oía cada palabra frenaba su lengua mordiéndosela. No iba a decir nada de lo que se pudiera arrepentir después.
«Mal por bien» se repetía constantemente. Cuando Laura terminó se cruzó de brazos esperando el bombardeo. Ella quería demostrar que dentro de ese cuerpo de nena buena hay una loca despiadada.