Sálvame de mí

Capítulo 13

La mañana del sábado comenzó con grandes nubes oscuras. No iba a llover enseguida, pero asustaba con hacerlo pronto. El clima estaba especial para dormir hasta el mediodía, pero Carla tenía planes que incluían a Andrexa.

Juntas iban por la avenida Colón mirando vidrieras. Ya habían pasado un rato antes por la modista que se iba a encargar del vestido de promoción. En una de las veces que las chicas de su curso se reunieron, eligieron el color del vestido con la intención de que los sean únicos en todos los sentidos. Entre las opciones que quedaban Andrexa prefirió el blanco.

― ¿Te gustaría desayunar algo? ―preguntó la mujer señalando un Starbucks cruzando la calle.

―Dale. Me gustaría algo caliente ―dijo ella soplándose las manos.

Los días de otoños no deberían ser tan fríos, pero ese rompía todos los esquemas.

― ¿Qué quieres tomar? ―pregunta su tía cuando entrar al local.

―Un chocolate caliente y un tostado ―respondió ―Yo voy a ocupar los lugares. Me parecen cómodos esos sillones.

El local era grande, pero a esa hora no estaba muy concurrido. Había mesas redondas con cuatro sillas altas. También podías sentarte en la barra donde las personas atendían o también podías sentarte plácidamente en los sillones tipo living con una mesa ratona al centro. Andrexa eligió la mejor opción.

Minutos más tarde llega Carla con una bandeja con lo que había pedido su sobrina y vuelve a la barra en busca de lo suyo. Ella eligió un “Caramelo Frappuccino” un café combinado con leche, caramelo y decorado con un chorro de crema batida y dos medialunas.

La joven devoraba su sándwich de jamón y queso caliente con hambre y saboreaba el exquisito chocolate. Su tía la miraba divertida.

―No fue mala idea venir aquí.

―La verdad que no. Mi hambre aumentó en el momento que vi este tostado ―dijo entre risas―. Y el chocolate…

―Ni lo digas, lo he notado ―siguió la mujer dándole un sorbo a su café con caramelo― Esto también está rico. Nunca lo había probado.

― ¿Qué te parece el color que he elegido? ―consultó cambiando de tema.

―El blanco me parece especial y te sienta bien ―le dijo con picardía

―Si fuera una novia ―Andrexa puso los ojos en blanco porque sabía que su tía iba por ese lado―, pero esto es una fiesta de egresados.

―No sería loco casarse en una fiesta de egresados. Al contrario, sería como matar dos pájaros de un tiro.

―Estás chiflada.

―Déjame soñar tranquila ―bufa su tía―. Cambiando de tema, de nuevo, debo decir que estoy muy feliz de que por fin hayamos dado el primer paso en nuestro ministerio.

―Si que fue una grata locura. Sólo Dios puede lograr esa satisfacción.

―Fue bastante gente para ser la primera vez ―expresó la mujer muy contenta―. Todos hemos puesto nuestro grano de arena en esto. Nosotros lo natural, Dios lo sobrenatural.

―Ustedes aportaron más que yo ―comentó entristecida la joven―. Yo no he hecho mucho debo admitir.

―No te sientas mal ―la tranquilizó―. Has hecho lo demasiado para este tiempo. No hace mucho que estamos aquí.

―Sí, tía, pero yo tenía pensado venir y traer la palabra a toda criatura y admito que lo que menos hice fue hablar de Dios.

―Eso es lo que todos queremos hacer de buenas a primeras y no es fácil. Te entiendo.

―No es fácil hablar de Dios a personas que no sabes cómo van a reaccionar.

―Cuando no podemos hablar Dios se encarga que se noten sus palabras en nuestras actitudes.

― ¿Cómo, así? ―preguntó Andrexa terminando su chocolate caliente.

―Si, hija, su palabra dice que somos la luz y la sal del mundo. Si somos luz en medio de la oscuridad, somos diferentes y eso se nota tanto como la sal que sala. Cuando hablamos dejamos al descubierto quienes somos ―señaló la mujer de manera simpática y afectiva―. Si tu caminas de una manera en que seas luz y sal los demás verán la diferencia y se preguntarán porque eres así. Se acercarán y se sacarán la duda. Ahí es tu oportunidad.

― ¿Dices que puedo hablar sin hablar de Jesús?

―Andrexa, Dios conoce tu corazón. Sabe si tienes vergüenza miedo o desinterés si fuera el caso que de seguro no lo es. Pero eso no lo frena y el va a usar tu debilidad para glorificarse. Ósea si no te animas a hablar deja que tu corazón, tus actitudes hablen de Jesús. Alguien va a llegar y sin que te pregunte directamente ¿Por qué eres diferente?, tú te darás cuenta y instantáneamente tendrás la fuerza para hablar.




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