Sálvame de mí

Capítulo 14

Sábado por la noche y el trío dinámico se encamina por barrio Alberdi hacia “Margarita Disco”. Pasó bastante tiempo desde la última vez que ellos salieron juntos a reventar-la-noche. Juan lucía una remera negra con escote en v y unos jeans chupín color blanco. Julián vestía una camisa blanca a rayas con unos vaqueros azules y zapatillas de vestir. Tyler era el que más llamaba la atención, era el más canchero de todos, formal e informal al mismo tiempo. Éste lucía una remera borgoña pegada al cuerpo con una camisa negra abierta por encima, también tenía jeans gastados muy facheros.

El lugar estaba a rebalsar de personas así que prácticamente iban serpenteando entre ellas para llegar a la barra. La música estaba a tope. Margarita es un pub grande y bailable. Había noches que iban artistas cuarteteros como “Damián Córdoba”, “El loco Amato”, “Jean Carlos”, entre otros y otras noches solo pasaban música. Las personas se divierten, bailan, toman algo entre amigos sentados en las mesas disponibles o frente a la barra o donde estén parados. Los jóvenes con mucha suerte encontraron un lugar frente a la barra. Juan pidió cerveza al igual que Julián, pero Tyler optó por tomar Fernet con Coca-Cola.

―Esto está al palo ―gritó Julián―. Muy buena noche.

―Hay que brindar ―dijo Juan levantando su jarra plástica.

¿Brindar? Tyler decidió ir porque sus amigos le insistieron. Hacía mucho tiempo que no lo hacía. Ya no se sentía cómodo en esos lugares. Tomar alcohol le aumentaba el deseo de fumar y podría pasarse 20 cigarrillos en un par de horas. Además, el conocía muy bien a sus amigos. Con dos vasos más serían como dos monos en celo, hablando pavadas y buscando ligar esa noche. Él antes era igual, pero eso ya había cambiado porque él mismo lo había decidido así. Esas actitudes que tenía lo llevaron a cometer muchos errores. Errores que de algunos ya no puede remediar, aunque lo intentara. No quería cagarla más sin embargo marcó una sonrisa en sus labios y levantó su jarra de Fernet que estaba casi llena y brindaron por su amistad y por esa salida que se debían hace tiempo.

Ante su perturbable deseo de fumar un cigarrillo tras otro se contuvo. Era un vicio que quería sacarse, pero aún le costaba. Prendió el tercer cigarrillo de la noche y seguía tomando de pequeños sorbos su bebida, la misma que pidió al entrar y se apoyó en la barra a mirar con mucha diversión a sus amigos que tal como pensaba iban a hacer el ridículo con tal de tener un arranque esa noche. Él era el sobrio así que se quedó encargado de ver que en esa cacería no confundieran la oveja con el lobo.

Tyler no quería bailar. Varias chicas conocidas se acercaron a él y lo invitaron a la pista, pero él se negó hasta que se resignaron y se fueron. Una chica le dijo que se estaba volviendo viejo y aburrido, pero a él no le importaba. Simplemente no le apetecía ser ese que chasqueaba los dedos y tenía una chica a la carta. No es que Tyler sea un presumido, pero él no buscaba sus arranques, lo buscaban a él. Esa noche más de una se comió un rebote de película.

La música no estaba nada mal, aunque no le gustaba mucho el cuarteto. Seguía apoyado en la barra y como ya no tenía la costumbre de trasnochar comenzaron los bostezos. Si en media hora seguía así tomaría la decisión de irse sólo.

―Hola, ¿Una cerveza por favor? ―pidió una chica al barman que estaba tras la barra.

Tyler escupió la bebida ahogado. Esa voz la conocía y apenas la escuchó quedó petrificado. En unos segundos la música se volvió un susurro a sus oídos, las personas que bailaban alegremente lo hacían en cámara lenta. Parecía una película de terror y sabía que al darse vuelta se encontraría con la muerte misma. No lo quiere hacer le sudan las manos y en una sensación de rabia aprieta la jarra hasta rajarla dejando caer por las ranuras el liquido que quedaba de su bebida. Solo se propuso respirar «1…2…3…» contaba en silencio, eran unos minutos y la persona dueña de esa voz se iría y se perdería entre medio de los cientos de personas. Recobraría el sentido y se iría por donde vino. Solo tenía que esperar, pero no fue posible.

―Tyler, ¿Eres tú? ―preguntó la chica con voz temblorosa como si temiera haberse confundido.

Su pecho subía y bajaba con rapidez. Tenía que enfrentarse a lo que menos quería, pero mientras más rápido respondiera más rápido se libraría de ella. Se da vuelta encontrándose con sus ojos marrones y su larga cabellera ondulada.

―Melody ―solo eso pudo decir.

―Hace mucho que no te veía ―exclamó como si nada―. Te echaba de menos.




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