Sálvame de mí

Capítulo 19

La mañana del martes en la escuela pasó volando de examen en examen. Al parecer todas las profesoras se pusieron de acuerdo en joderles el día a todos.

El grupo del salón 1B habían pactado estudiar, por lo que pasaron esas horas con la tranquilidad de que aprobaban todos o no aprobaba ninguno. Era ley: uno para todos y todos para uno, aunque haya diferencias muchas veces. No estudiaban todos juntos, pero se habían armado grupos que podían reunirse. El único grupo de dos que había entre ellos era el de Tomás y Andrexa que desde el inicio de año se volvieron inseparables. El dúo dinámico.

Como cada martes al salir de la escuela al mediodía Andrexa hacia un trayecto con su amigo hasta la parada del colectivo.

―Ahora que podemos respirar, suéltalo todo ¿Cómo te fue con Julián?

―Estuvo bueno, pero antes de dejarme en casa me quiso besar.

Tomás ahogó un grito de asombro y se pasó la mano por la cabeza. Lo presentía, pero temía que el resto del relato fuera más fuerte.

―No lo besé ―se defendió la chica ante la mirada de su amigo creyendo lo peor.

―uff. ¡Qué alivio amiga! ―dijo muy tranquilo―, Yo temía que eso pasara y estoy seguro que si lo hubieses hecho él se iba a encargar que todo el curso lo sepa.

―No sería capaz.

―Sí que lo es, y no de malo solo que le encanta sacar a relucir que tiene levante.

―De la que me salvé ―exclamó Andrexa mirando de reojo a su amigo.

―Sí, además se que no podrías engañar tus verdaderos sentimientos ―murmura entre dientes―. ¡TYLER! ―dice en forma de estornudo y luego se echó a reír.

― ¿Otra vez con eso? ―se queja Andrexa que esta vez no pudo ocultar que se había ruborizado.

En parte tenía razón. Más allá de todas las cosas Tyler estaba presente en todo momento. Hoy estaba igual que ayer. Varias veces lo descubrió mirándola y negando con la cabeza. No entendía por qué, pero ya era una decisión tomada no preocuparse por lo que él pensara e hiciera con su vida. No iba a dejar que le afectara o así es como pensaba engañarse a sí misma porque bien o mal estaba siempre pensando en él. ¿Qué tenía ese chico para despertar tanto su curiosidad? Había algo más que un chico lindo con una personalidad que la sacaba de casillas. Había algo más.

Una vez en la parada Tomás se despidió de su amiga y se perdió en la calle cuesta arriba. Ella se tomó un minuto para ponerse los auriculares y siguió caminando hasta su casa alabando al señor al ritmo de las alabanzas de la lista de reproducción de su celular.

«Si me acompañas en la barca, nada me falta. Yo contigo sueño otra vez. Tu presencia nunca se aparta, me da la seguridad de que soy fuerte cuando estoy a tus pies» (Indiomar – Bajo su amor)

 

 

******Unas horas más tarde en el gimnasio “Go” ******

 

Ruidos de discos golpeando el suelo, mancuernas chocándose una con otra y gritos que salían de aquellos que sentían placer al esforzar sus músculos hasta sentir dolor, ambientaban la tarde en el gimnasio.

Tyler se encontraba en el fondo del salón preparando la barra para hacer sentadillas. Todo el día estuvo distante, sobre todo de Julián que no paraba de hablar de Andrexa. Al menos fue un alivio para él saber que entre ellos no pasó nada, pero su amigo no perdía las esperanzas de hacerla cambiar de opinión. No iba a ser fácil, en esto concordaban, quedó demostrado que esa chica era una santa en toda regla. Inmerso en sus pensamientos no se daba cuenta que estaba sonriendo. La noche anterior se la había pasado actualizando las redes sociales de los dos por si subían alguna foto de esas cursis mostrando que estaban felices comiendo como una parejita de tortolos. Se sintió un tonto y no se iba a negar así mismo. Lo sentía así, se había puesto celoso y lo seguía estando. Su chica que no es su chica seguía en la boca de ese lobo feroz que vivía afilando sus dientes para comerla a la primera. Suspiró frustrado, nunca iba a ser su chica por más que le correspondiera. No se podía permitir ese lujo, no lo merecía. Si bien no podía huir de sus sentimientos al menos iba a esquivar cualquier cosa que lo hiciera ir en contra de sus propias reglas hasta que termine el año y ya no la vuelva a ver. Quizás ahí pueda librarse de lo que siente ¿O no?

―Chabón, respirando no te van a crecer los músculos ―bromeó Juan codeando a su amigo―. En que piensas. Hoy estás medio rarito.

―Me perdí contemplando esa belleza ―dijo señalándose al espejo haciendo una pose culturista.

― A mí me gusta más el que está al lado ―dijo mientras se saludaba atontado.

―Me das miedo man ―se alejó Tyler jugando―. Yo siempre supuse que eras gay, pero no tanto.

Juan largó una carcajada que resonó en todo el gimnasio haciendo eco.

―Dale. Ponte a hacer las sentadillas que después me toca a mí. Este culo no se trabaja solo.

―Eso sonó más gay. Tengo ganas de llamar al entrenador para que me ayude con el ejercicio.



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En el texto hay: amor, jesus, primer amor

Editado: 13.08.2019

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