Sálvame de mí

Capítulo 21

El frío que corría por el centro de Córdoba no frenó a los dos amigos que caminaban buscando un lugar donde tomar una cerveza. Había terminado el cuarto día de la semana y necesitaban un respiro que los sacara de las horas de estudio por las que pasaron tras tener una semana repleta de exámenes y aún faltaban dos más que tendrían al día siguiente.

―Estoy cansado. Mira que a mi no me gusta pasar los días como si nada, pero esta vez no veo la hora que llegue mañana, terminar esos dos exámenes y chau.

―Yo también ya estoy un poco irritado. Es como si se hubiesen puesto todas de acuerdo en hacernos jodida la semana. ¿Cómo crees que te fue?

―Estudie para todas, pero me he bloqueado más de una vez. No me podía concentrar ―dijo el joven rascándose la cabeza―. Creo que están aprobadas, aunque no con una nota “guau” como debería.

―Deberías acusarla con la profe.

― ¿A quién y por qué? ―interrogó enarcando una ceja.

― A Andrexa. Diles a las profes que te estuvo desconcentrando todo este tiempo.

― ¡Qué gracioso que eres! Espera, te aplaudo. Eres todo un comediante ―contestó irónicamente tras darle un leve empujón con el hombro.

Juan largó una risotada. Había dado en el blanco. Era gracioso ver a su amigo murmurar palabrotas sin cambiar el ambiente entre ellos. Años de amistad habían demostrado la normalidad en ridiculizarse entre ellos. Hoy le tocó a Julián. Algún día le tocará a él y no podrá enfurecerse por eso.

Mientras charlaban sobre los exámenes que les esperaban se dirigieron a un local llamado “capitán”. El lugar era enorme y poco a poco entraban grupos de amigos, familias para disfrutar de algún trago o comida.

Se sentaron en una de las mesas pegadas al ventanal. Las paredes eran rústicas. Si no estuvieran las mesas decoradas con sillas rojas que daban una vista diferente al lugar cualquiera diría que es un galpón, pero justamente por esa razón es tan conocido. El decorado hacía de ese, un sitio agradable.

Una camarera se acercó hacia a ellos y les dejó la carta, pero enseguida se la devolvieron tras pedir una cerveza con dos Carlitos.

― ¿Te dijo dónde iba? ―preguntó Julián jugando con una servilleta.

―Decir, lo dijo, pero viste cómo es él, que te habla mientras se va y llega un punto que no lo escuchas ―respondió suspirando―. Lo que logre a escuchar es “llevo las llaves a mi viejo”. Así que supongo que eso es lo que está haciendo. Después se reunía aquí con nosotros.

―Juan ―entrelazó las manos sobre la mesa y aclaró su garganta―. ¿Qué piensas de lo que te comenté?

― ¿Lo del juego? ―lo miró fijamente y sus labios dibujaron una sonrisa maliciosa―. El juego esta bueno lo que no me parece tan bueno son tus intenciones. Primero que debes tener suerte para que eso ocurra y segundo me parece una tontería esta estrategia tuya ― soltó el aire y se enderezó en la silla―. Perdóname, es lo que pienso, pero haremos ese juego y te deseo la mejor de las suertes.

Antes que Julián pudiera objetar algo la chica que los atendía apareció con su pedido y lo dejó arriba de la mesa. Luego destapó la botella de cerveza y sirvió los vasos.

― ¡Que lo disfruten!

―Volviendo al tema ―dijo cuando la camarera se alejó de ellos―. ¿Me vas a ayudar?

―Sí, pesado. Te voy a ayudar. ¿Para qué están los amigos? Para acompañarte en el sentimiento.

― Estoy ansioso por mañana. La juntada, el asado, el juego y los exámenes ―comentó agarrándose la cabeza al recordarlo ―. Por suerte son los últimos antes de las vacaciones.

Juan dio el último sorbo a su cerveza y lo observó divertido.

―Eres un capullo ―expresó Juan esbozando una sonrisa socarrona.

― Y tu deberías aflojarles a las series. Hablas como español y con el acento cordobés te sienta terrible ―soltó irónicamente fulminándolo con la mirada.

― Pero, tío eres tú él que estás pillado hasta los cojones de esa tía ―dijo Juan con su mejor imitación española―. Pasa de ella tío.

―Ni de coña.

― Ahora eres tú el que se comporta como un cordobés frustrado por Netflix.

―Vale, vale tienes razón. Es que mola bastante hablar así ―dijo entre risas Julián―. Pero no hay que flipar tanto.

―El único que flipa eres tú ―suspiró―. Enserio amigo. Te ayudo, pero me parece una idea muy tonta.



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En el texto hay: amor, jesus, primer amor

Editado: 13.08.2019

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