Sálvame de mí

Capítulo 22

 

― ¡La tira va del lado del hueso! ―exclamó Julián que ayudaba a Juan en el asador―. ¡No sabes hacer asado!

― ¡Oh Dios del asado, dame sabiduría! ―ironizó el joven haciendo un mohín de enfado.

Había llegado nuevamente el viernes de promo donde todos los integrantes del salón 1B se juntaban a comer y a divertirse. Hoy era un día especial debido a que quedaba la última semana de clase y luego no se verían por quince días por las vacaciones de invierno. Hoy era un día especial para comer un asado a lo grande.

Sabrina, Laura, Anahí y Raúl que fueron los primeros en llegar al departamento se encargaron de pelar papas para freírlas y de hacer las ensaladas. Lautaro y Sofía habían avisado que estaban de camino pero que se demorarían en la heladería donde comprarían los helados para el postre. Tyler que llegó minutos después subió a ayudar a sus amigos en el asador de la terraza. Los demás, menos Andrexa y Tomás que estaban en camino, ordenaron el comedor colocando sillas que les prestaron en otros departamentos del edificio y poniendo los platos.

Todo estaba en orden. Eran un equipo dentro y fuera de la escuela con sus virtudes y diferencias. Se ayudaban mutuamente en un ambiente de risas, anécdotas, chistes y chismeríos.

Estando todos en el departamento se organizaron para que todo estuviera listo pronto. El asado ya estaba a punto y los chicos ya lo estaban cortando en trozos y poniéndolos en bandejas. Las ensaladas estaban sobre la mesa y ya estaban preparando jarras con fernet para beber.

Al rato estaban todos sentados disfrutando de un asado delicioso. Cada dos por tres alguien interrumpía la conversación que tenían para pedir un aplauso para los asadores. Las paredes retumbaban por las palmas rítmicas, los gritos de euforia y chiflidos de todos. Con música de fondo mantuvieron una conversación basada en chistes buenos y muy malos que duró hasta el fin de la cena.

Lorena, Sabrina y Andrexa se ofrecieron a levantar los platos de la mesa y a lavarlos después del postre. Aunque no compartían muchas cosas juntas se habían hecho amigas y coincidían en muchas cosas.

Tyler que estaba sentado con el resto del grupo no participó mucho en la cena, pero se mantuvo a raya observando a Andrexa por el rabillo del ojo. Cada día le parecía más interesante, se perdía en sus ojos y se ahogaba en el perfume que emanaba su piel tan delicada y frágil como una gota de cristal. Tan cerca y tan lejos a la vez. Se Sentía como en una escalera mecánica intentando bajar cuando ésta subía. Era imposible huir de lo que sentía cuando la tenía justo al frente, sonriendo dulcemente y asintiendo con gracia mientras charlaba con las otras dos chicas. Que locura más grande querer luchar en contra de lo que siente aun cuando no lo quiere, pero así debía ser. Negó con la cabeza para correr los pensamientos de su cabeza y volvió a formar parte de la conversación que tenía con sus amigos.

―Chicos, tengo un juego para hoy ―vociferó Juan―. Este juego es la hostia.

―Mucho Netflix por acá ―se burló Julián.

―Enserio. Este juego es para jugarlo ahora o nunca. Porque si algo les avergüenza tienen quince días para superarlo sin que les pongan falta por no ir a la escuela ―siguió entre risas Juan sacando de una caja dos mazos de cartas.

― ¿Qué juego es? ―se interesó Tomás enderezándose en la silla.

―Hay dos mazos. Uno lo saqué del juego del preguntados para tener preguntas y respuestas y en el otro mazo cada carta tiene una prenda. Es fácil. Nos haremos una pregunta, si respondemos bien pasa al otro participante y sino tendremos una prenda.

―Me gusta ―expresó Sofía―. Mientras no haya una prenda como salir desnuda a la calle. yo me sumo.

―No hay prendas así ―la tranquilizó Juan.

Las chicas terminaron de secar los platos y se unieron al resto. Nuevamente sentados en sus asientos el juego comenzó. El joven dejó los mazos sobre la mesa y volvió a indicar las reglas.

―Bueno, arranquemos ―dijo Juan tomando la primera carta del mazo que estaba colocado dado vuelta sobre la mesa―. Te toca a ti Julián.

―Largue nomás ―contestó el joven frotándose las manos con suficiencia.

― ¿En qué año fue la Revolución de Mayo en Argentina? a: 1810, b:1816, c:1813 o d:1799.

―Fácil. 1810.

―Correcto ―festejó Juan―. Ahora le toca a Lautaro. Julián tú eres el que tiene que sacar la carta de la pregunta y hacerla.

―Bien Lauti. Acá tengo tu pregunta ―lo miró con una sonrisa maliciosa―. ¿En qué año se inauguró el metro de Medellín? a: 2000, b:1995, c:1980, o d:1997

― ¿2000? ―respondió con dudas tras pensarlo un instante.

―No, incorrecto ―dijo entre risa Julián―. Fue en el 1995― sacó una carta del mazo de las prendas y la leyó en voz alta―. Deberá bailar el #kikichallenge por 15 segundos.

Todos esperaron expectantes mientras Juan buscaba en YouTube la canción “KIKI” para que su compañero pudiera cumplir con la prenda. Lautaro que no es vergonzoso en esos quince segundos bailó de una manera tan rara y divertida que hizo romper en risas al borde de los espasmos a cada uno de ellos.



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En el texto hay: amor, jesus, primer amor

Editado: 13.08.2019

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