La última semana de clases estaba iniciando. Andrexa se levantó de un salto de la cama dispuesta a llegar más temprano que de costumbre a la escuela. Todo el fin de semana le dio vueltas por la cabeza el mismo tema. La charla que tuvo con su amigo días atrás le ayudó a aclarar sus pensamientos. No podía seguir mintiéndose así misma. Tyler le gustaba y lo deseaba. Si aún tenía edad para soñar le gustaría que él fuera un hijo de Dios y que el Señor tuviera un propósito con ellos dos y los uniera, pero la realidad no era esa. Era la primera vez que sentía algo así, tan fuerte, por alguien y por el cambio rotundo que dio su vida en ese tiempo podía esperarse cualquier cosa. Ya nada era igual. Ya no estaban sus amigas, sus líderes, sus actividades que la mantenían ocupada en lo que realmente importaba. En Córdoba tenía amigos, pero sólo uno pensaba como ella. Sus lideres pasaron a ser sus tíos que vivían con ella y sin embargo no tuvo el valor en ninguna oportunidad de hablarles de lo que pasaba por su mente y corazón. Sabía la respuesta, “No es el tiempo”, “Dios te va a poner a un hijo de Dios a tu lado”. ¿Qué se supone que haría con eso? ¿Frenar lo que siente? Imposible.
Entró al baño y se lavó la cara por quinta vez cómo si eso fuera a despejar las dudas, los miedos y los nervios. El fin de semana se la pasó en su cuarto la mayor parte de tiempo pensando en todo lo que vivió esa noche y aún así había algo que le hacía ruido. Algo de lo que ella no tenía la respuesta.
Ella pudo reconocer sus sentimientos y entender que no puede sentirse culpable por estar enamorada, sino más bien entregárselo a Dios y que él se encargue de guiarla, aunque duela. Si las cosas como Dios las quiere no son como ella quisiera es porque Él tenía planes mejores y con el tiempo se reiría de lo que quizás hoy la haría llorar a mares. Pero recreando en su mente los hechos ella se topó con la sorpresa de una prenda donde tenía que dar un beso, su primer beso. De casualidad, por decirlo de alguna manera, el que eligió a Tyler fue Tomás. Antes de dar ese beso dos parejas pasaron por la misma prenda.
Cuando tuvo frente a ella a Tyler además de sentir que le faltaba el aire se imaginó que iba a ser igual. Quizás era un juego y no era un beso de película como se imaginó darlo algún día, pero el sólo hecho de rozar sus labios la volvía loca. Apenas lo sintió, por su cuerpo paso electricidad. Fue un beso real en el que se dejaron llevar avivados por el momento. Donde solo parecía que estaban ellos y nadie más. Los tuvieron que separar, eso fue una locura. Entonces si ella es consciente de lo que le pasa ¿Qué le pasa a él? Si cuando ella se alejó de su contacto la atrajo de nuevo hacia él.
¿Qué le pasa a él? Esa era la pregunta que se hizo todo el fin de semana y necesitaba la respuesta fuera cuál sea. Preparó un café y lo tomó de a largos sorbos. No le entraba nada más en el estómago. Agarró su mochila y a paso acelerado caminó hacia la escuela. Cuando llegó faltaba media hora aún para entrar, pero sabía que el colectivo por el que Tyler se bajaba llegaba en diez minutos. Necesitaba hablar con él.
Los minutos pasaron lentos y los nervios aumentaban en aquella joven que lo esperaba en la esquina de las instalaciones. Cuando lo vio bajar del colectivo su corazón empezó a latir como loco. Por un momento dudo en quedarse, pero se mantuvo firme.
El joven prende un cigarrillo y por la calle de en frente caminaba cabeza gacha. Andrexa cruza la calle y le toca el hombro por detrás. Tyler se da vuelta como un resorte, pero se frena en seco cuando se encuentra con ella como si hubiese visto un fantasma. Se puso pálido.
―Tyler ¿Podemos hablar? ―preguntó ella. Tenía que ir al grano sino saldría corriendo en cualquier momento.
―Si, dime ―respondió con tono despreocupado.
Caminaron unos metros donde había un banco y se sentaron. Andrexa sentía que su pecho subía y bajaba acelerado y agradecía que él no lo haya notado por estar con la mirada fija en la calle dándole caladas a su cigarrillo.
―Mira, no se por donde empezar, pero creo que tenemos que hablar sobre lo que pasó el viernes.
― ¿Qué pasó? ―preguntó aún con el tono despreocupado, aunque él sabía muy bien a qué se refería.
―Lo de la prenda que nos tocó cumplir. Creo que el beso no fue como los otros.
―Para mi fue normal. Era un juego.
―Si, pero fue raro. Los chicos contaban los segundos y nosotros nos pasamos y nos tuvieron que separar.
―Si, puede ser. Que se yo. No estaba escuchando en que segundo íbamos.
―Tyler, creo que no es normal. Me pone muy incomoda ―soltó Andrexa irritada por las respuestas de su compañero.
―No lo ves normal porque era tu primer beso, pero para mí eso es normal. Fue un beso, fue un juego y ya pasó. No deberías darle tanta importancia. ¿Por eso te fuiste? ¿Te sentías incómoda?
―Si me sentí avergonzada. Porque no fue como los otros besos que se dieron, fue distinto. Y no me siento a gusto porque no entiendo que es lo que pasa.