Miro el atardecer por el cristal de mi oficina. Esto quisiera verlo con ella. Quisiera que ella estuviera aquí para decirle que la amo. Que es solo mía y de nadie más, pero está lejos de mí. Está junto aquel desgraciado recostado en la cama de un hospital.
¿Por qué no se murió en el accidente?
Eh de admitir que ese miserable tiene más vidas que un gato, los últimos atentos que hice en su contra en el hospital no dieron los resultados. Las inyecciones para eliminarlo no han sido favorables, el ultimo paramédico que contrate para que lo inyectara fue capturado antes de que pudiera inyectarlo y ahora está en la cárcel. Para mi suerte su contratación fue de forma anónima, por lo tanto, no hay forma de que lleguen hasta mí.
Debo buscar una forma de recuperarla de alguna forma, pero y muy complicado siempre está acompañada por Alice y por toda esa manada de lobos incluso su madre tiene la misma seguridad. No puedo acercarme a ellas sin llamar la atención. Por un lado, estoy tranquilo mientras Logan siga en cómo, buscare la forma de recuperarla.
Me levanto, camino hasta el cristal –voy a recuperarte mi amor. Nadie, mucho menos el imbécil de Logan me va a separar de mí.
Sonrió. Salgo de mi oficina y encuentro a mi secretaria en su puesto –¿Sigues aquí? –pregunto.
Asiente –estoy arreglando su agenda para mañana. Le había informado que no voy asistir mañana.
Si recuerdo que me dijo que tenía un compromiso, al parecer su hermana se casara –envíame al correo –digo acercándome sujetando su cabeza hacia atrás besándola –tienen mucho que hacer cuando regreses –vuelvo a besarla.
La dejo su puesto dirigiéndome al ascensor bajando al estacionamiento. Por lo menos ella me sirve para esos momentos donde necesito relajarme, quitarme el estrés. Camino hasta donde se encuentra mi auto sacando las llaves lo desbloqueo abriendo la puerta.
–Oscar Rey –una voz desconocida hace presencia.
Regreso a mirar encontrándome con dos sujetos que no conozco. Uno es un viejo de unos cincuenta o más años, el otro parece de unos cuarenta.
–¿Quiénes son? –pregunto.
Caminan parándose frente a mí –queremos hacer un negocio. Uno que nos va a beneficiar a nosotros tres –dice el tipo de cuarenta.
Los miro atento y por sus aspectos, no me parecen personas que puedan invertir en mi compañía. Son solo unos pobres diablos. No me servirían para nada.
–No tengo tiempo para disparates –respondo intentando ingresar al auto.
El hombre mayor sujeta la puerta de mi auto y lo miro con enojo –lo siento –dice sonriente, pero no suelta mi auto –permítame presentarme. Yo Edgar Aguirre anteriormente fui un general del ejército.
–¿Y que con eso? –pregunto.
–Lo hemos estado investigando y hemos descubierto algo curioso de usted. El empresario más joven y exitoso del país –interviene el otro hombre –Soy Fabián Lucero.
–No me interesa si eres capitán o mayor. Lárguense de mi de mi presencia, sino quieren tener problemas. Desaparezca de mi vista –digo con severidad.
–Ester Guerrero. Así se llama la chica que quiere tener –suelta el tipo llamado Fabián.
Salgo del auto y lo tomo del cuello –que insinúas.
El ex general sujeta el brazo con que sujeto al su compañero –tranquilícese. Solo queremos llegar a un trato justo para nosotros –suelto al tipo y me fijo en él –Alice –dice –nosotros dos tenemos asuntos con esa perra.
–Parece que también tienes problemas con ella –dice el tipo Fabián.
–¿De que la conocen? –pregunto.
–Es una historia larga. Pero resumamos en que queremos vengarnos de ella –dice el ex General.
–¿Qué tiene que ver conmigo? –pregunto.
–Ella lo está interrumpiendo. Ayúdenos a capturarla y usted tendrá vía libre con esa joven. ¿Qué dice? Acepta esta alianza para nuestros propios fines –extiende la mano.
Puedo notar claramente que estos tipos tienen muy malos momentos con Alice, y seguramente deben tener una cuenta muy grande para saldar, pero si estos idiotas pueden deshacerse de Alice tendría más oportunidad de tener a Ester. Me parece bien, si puedo usar a estos idiotas podré librarme de Alice.
–Hecho –aprieto su mano.
–Un gusto hacer negocios –dice el tal Fabián.
–Encontrémonos mañana en los muelles de ciudad –respondo.
Ellos asienten sonriendo alejándose de mi presencia. Meto la mano en mi bolsillo llamando a mis guardias.
–¿los vieron? –pregunto.
–Los tenemos señor. ¿Qué quiere hacer con ellos?
–Vigílenlos por el momento. Después decidiré que hacer con ellos.
–Entendido señor.
No sé quiénes son realmente ellos, pero pronto lo sabré ya sea que me resulten útiles o no. Los voy a utilizar.
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–Aquí mamá –digo señalando el hueco para plantar la flor.
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Editado: 14.10.2023