Samurai Mariachi

CORAZÓN OSCURO

Eran cerca de las dos de la tarde cuando todo el pueblo mira con asombro como Yumiko escolta a Julián hasta la casa del señor Irene donde estaba segura recibiría un sermón aún más fuerte que el que ella le había dado todo el camino de regreso al pueblo, pero lo que encontró por parte de los padres de Yuto fue un regaño que para ella era tan solo una mera formalidad, mientras le pedían a Yumiko que lo cuidara hasta el anochecer ya que ellos tenían varias diligencias que hacer y no volverían al pueblo sino pasadas las diez de la noche.

Mientras tanto en todo el pueblo se hacían preparativos para los eventos de mañana, todos tenían tareas asignadas, todos tenían algo que hacer, a tal punto que nadie noto cuando un camión vacío llegaba al pueblo desde el mercado pesquero de Tokio, y aunque las ganancias habían sido monumentales ninguno de los dos parecía animado por la situación, y es que sus corazones latían acompasados por la felicidad y prosperidad del pueblo, uno al recordar todo lo que en él había vivido y el otro al saber que ningún triunfo estaría completo en su vida si no era acompañado de sus amigos y visto por todas las personas que los habían visto crecer. Al final los dos sentían que había sido una victoria vacía, pero aún tenían algo que hacer, al fin de cuentas él había confiado más que nadie en su éxito, no sería justo el callar lo ocurrido en Tokio. Al llegar a la entrada de la casa de la familia Faa, Aico sitió como su corazón comenzaba a desquebrajarse por la culpa y el arrepentimiento, pero su padre lo había calmado y pese a ser palabras duras y sin ningún tipo de adorno por primera vez en su vida las había sentido de corazón, sin ningún tipo de odio o tristeza, tan solo la brusquedad de un viejo marino curtido por el salitre y los años que hablaba desde lo más profundo de su alma, aquel momento lo atesorarían por el resto de sus días.

Para Aico fue una enorme sorpresa el ser recibido por Yumiko en el pórtico con cara de muy pocos amigos, los dos sabían perfectamente el motivo de su furia, aun así debían hablar con Julián, al fin de cuentas debían entregarle sus ganancias.

  • Julián: Por lo visto nos fue muy bien en el mercado.
  • Aico: Si, de tener más días así estoy seguro que pronto sacaremos a la cooperativa adelante.
  • Otaru: como padre no podía sentirme más orgulloso al ver a mi hijo tomando el control de un negocio tan importante y más aun de su propia vida.
  • Yumiko (¿me perdí de algo?)
  • Aico: sin embargo es demasiado tarde, Julián tan solo hemos venido a entregarte tu parte de las ganancias.
  • Julián: ¿y quién ha dicho que es demasiado tarde? ¿y por qué piensan que me quiero salir del negocio?
  • Otaru: eso es evidente, mañana la cooperativa perderá todo, no tiene caso seguir.
  • Julián: por el contrario, ahora más que nunca es preciso seguir.
  • Aico: ¿Qué quieres decir?
  • Julián: su triunfo es el triunfo de la cooperativa, de todo el pueblo, y es ahora más que nunca indispensable, no solo en términos monetarios, el pueblo está muy acongojado necesita buenas noticias, una luz en el camino.
  • Otaru: pero mañana los bienes de la cooperativa serán rematados, ya no podremos usarlos.
  • Julián: pero eso es cerca de las ocho y el mercado en Tokio comienza a las cinco de la mañana.
  • Aico: ¿y qué caso tiene seguir por un día más?
  • Yumiko: no es un día más es el día, y estoy segura que el verlos a ustedes trabajando tan animadamente ayudará a la moral de todo el pueblo.
  • Julián: es hacerles saber que todavía hay esperanza.
  • Aico: ¿y pasado mañana ya no estará el pueblo?
  • Yumiko: el pueblo es mucho más que unas simples casas y bodegas de pesca.
  • Julián: ustedes ocúpense de su parte del negocio yo me ocupare de conseguirles las instalaciones que necesitan para seguir con él.
  • Otaru: ¡muchacho eso es una locura!
  • Julián: no señor Otaru es solo un acto de fe, es no permitir que la rueda se vuelva a desajustar ¿y usted qué piensa?
  • Otaru: supe que mañana no habrá clases así que por mi está bien, un día más.
  • Aico: papá.
  • Otaru: escucha esto Julián, por el bien del pueblo, por el bien de mi familia y sobre todo por el bien de mi hijo confiare en tu palabra, pero si me traicionas, si me mientes, no habrá lugar ni en el cielo ni el infierno donde te puedas esconder de mi ira.
  • Julián: al parecer tenemos otra apuesta, pero recuerde ya voy uno cero.
  • Otaru: si es por mi querido hijo no me importa perder mil cero.
  • Yumiko: ¿Qué está pasando aquí?
  • Julián: así que llegamos a un acuerdo, en tal caso no retirare nada de mi inversión inicial o mis ganancias, apostare todo nuevamente en su trabajo, doble o nada.
  • Aico: creo que me perdí en algún instante de la conversación.
  • Otaru: está bien hijo, de cualquier forma, debes prepararte para mañana saldremos a primera hora.

Eran cerca de las tres de la tarde cuando la señora Hisui regreso al cementerio, hoy había sido un día muy difícil y necesitaba pensar y orar, al final de cuentas lo que los ancianos hacen mejor es pensar y orar, pero hoy no sabía ni en qué pensar o porque orar así que decidió dejar todo en manos del destino, lo que le sorprendió fue lo rápido que actuó cuando desde el interior de la casa una voz masculina decía “señora Hisui lamento mucho esto pero debo insistir en que venga con nosotros”. En aquel momento y en vista de la persona que le decía aquellas palabras pensó “un dragón para derrotar a otro”. Al final en aquella cabaña en lo alto del pueblo solo quedaban varias plantas rotas y una carta sobre el escritorio.




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