LA HORA TRECE
El viento seguía rugiendo en medio del jardín mientras Julián continuaba recuperando el aliento y en la distancia Yumiko seguía limitando su presencia. Había una oscuridad en el ambiente que no la dejaba tranquila era algo oscuro, frio y por primera vez aquella noche sentía que la vida de la señora Hisui estaba en grave peligro, alguien tenía sed de sangre y por más que tratara de limitar su presencia aquel hedor lo delataba de inmediato.
En medio de la oscuridad que la envolvía Yumiko se preparó para dar el golpe final, tenía la certeza que aquella sombra atacaría y ella como escudo se lo impediría, había sido testigo de excepción de una espectacular batalla y no pensaba permitir que la victoria de Julián fuese empañada por alguien que se atreve a ocultar su presencia para atacar. Un paso y toda su energía se prepara y condensa en la punta de su flecha mientras en su interior los elementos conspiraban, el viento le indica el lugar exacto donde se encuentra, la lluvia ocultaba su presencia y le ofrecía un camino seguro a su flecha, la tierra le susurraba cada paso de su enemigo, ya solo queda aguardar su último paso y el intento de ataque en contra de una mujer indefensa, el viento trae el sonido de un pie levantándose del piso y el arco le dice estar listo, solo falta un instante… de repente un sonido ruge en medio del patio, una luz destella en un instante segándola, un cuerpo sale disparado de las sombras y cae en medio del jardín.
- Tú y Yo tenemos que hablar.
- ¿Qué ha pasado?
- necesitaba hablar contigo de varias cosas, lamento si fui muy brusco.
- no entiendo cómo pudiste reconocer mi presencia.
- existen muchas maneras pero en tu caso solo te diré que eres pésimo ocultando tu presencia, pero de eso no quiero hablarte, quiero decirte que es la hora.
- ¿hora?
- creo que sabes perfectamente de que hablo, no tienes la fuerza necesaria para ayudar a los tuyos, debes dejarlos ir.
- no seas ridículo, quien tomaría mi lugar ¿Tanaka? el estúpido perdió la pelea no merece el puesto.
- eso no quiere decir nada, usted sabe perfectamente que él tiene la fuerza que necesita su pueblo.
- no digas estupideces, no fue una tormenta lo que llego a nuestro pueblo si no una revolución.
- ¿qué quieres decir?
- comprendí que hay gente que aprecia nuestros talentos y pagarían muy bien por ellos, pero el idiota de Tanaka lo estropeo todo al negarse a seguir mis indicaciones, fue casi imposible convencerlo de este plan.
- ya veo, ahora tu sueño es otro quieres poder, pero lo que te ofrecen es solo una ilusión.
- no digas estupideces ya tengo ese poder.
- a eso no me refiero ¿que pasara cuando vuelvas? fallaste y ese tipo de personas no perdona.
- para eso tengo a Tanaka y ellos me necesitan para controlar a mi pueblo.
- ya veo... al parecer no tiene caso seguir hablando de este asunto, pero escucha no pienso dejar que le hagas daño, fue un adversario realmente impresionante.
- muchacho, he sido el líder de mi pueblo desde hace más de cuarenta años, me gané ese derecho en una playa rocosa y no pienso dejarlo mientras mi corazón lata.
- ¿cuarenta años?... ya veo... bueno eso se puede arreglar esta misma noche señor Leiko.
- como conoces mi nombre.
- solo confirmaba, estúpido miserable.
El viento comienza a girar tan rápidamente que Yumiko siente que no puede respirar, no entiende que ha pasado pero el espíritu de Julián está realmente molesto ella ahora puede sentir claramente algo que la aterra, él tiene deseos de sangre su oscuridad ha despertado y de seguro mataría a este sujeto si esto seguía de esta manera, pero no estaba segura si podría evitar que tomara esa vida, por alguna razón sentía que para él ahora no existía nadie en aquel lugar, si bien ella podía ver sus cuerpos estaba segura que ahora se encontraban en otro lugar, uno en el que solo ellos dos existían, solo esperaba que ese sujeto obrara con prudencia ya que de lo contrario moriría rápidamente mientras el viento, la tierra y el agua comienzan una danza de ira y destrucción los momentos finales se acercan y para Yumiko el alma de Julián se alejaba.
- estúpido miserable, renuncia o muere, ¿qué decides? pero en realidad espero que sea la segunda opción.
- eso no sería razonable, al fin de cuentas tú lograste vencer a Tanaka y él califico aquella técnica como "la que supera a los ojos de dragón".
- cobarde, pero supongo que nada se pude esperar de alguien que ha vivido toda su vida de engaños y mentiras.
- ¡con quien piensas que estás hablando muchacho! si yo muero la guerra entre nuestros pueblos será inevitable.
- los dos sabemos que eso es una mentira, al fin de cuentas quien está frente a ti es un extranjero.
- ... y una causa válida para destruir ese pueblo, ellos se atrevieron a enseñar técnicas prohibidas a un paria.
- ja. nadie que viva en ese pueblo me ha enseñado algo que no supiera al momento de llegar a él.
- eso es imposible.
- de nuevo esa palabra.
- ¡quien fue tu maestro miserable!
- en realidad tendría que decir que... fuiste tú.
- mentira.
- eso... no... es... que esta... a... a... a... pasa...