Sanando a Violet

Capitulo 11

Narra Violet

 

-Me podría contar como han transcurrido sus días? - me preguntó mi psicólogo Alejandro en la consulta de hoy.

 

-Duré unos días peleada con mi jefe y psicólogo Alejandro. ¿Usted lo conoce? - le pregunté de manera pícara mirándolo aguantarse la sonrisa

 

-Y dígame como lo han resuelto? ¿Como le enseñé? ¿Hablando como personas civilizadas? - me preguntó

 

-Él me ha besado, pero si, lo hemos resuelto- ambos estallamos a carcajadas.

 

Ayer después de nuestra discusión y de nuestro beso las cosas por fin habían vuelto a la normalidad. A pesar de que por mis malos pensamientos y mi terquedad fue que duramos más enojados, o bueno, yo brava con Alejandro, ya que él no lo estaba conmigo. Él beso fue lo que dió todo por arreglado, y sus explicaciones, claro está. Anoche hablamos hasta tarde por mensaje, mi corazón no dejó de latir muy fuerte. Esta mañana pues todo transcurrió en orden, muchas miraditas traviesas, unos que otros leves roces al pasarnos documentos o notas importantes y ahora estamos en mi consulta en donde se nos ha hecho muy difícil controlarnos.

 

-Violet...- dijo mi nombre mirándome a los ojos

 

-Alejandro déjame hablar a mi primero- le dije conectándome con él, sintiendo que el momento era algo más que una simple charla.

 

-No, es que no quiero que toquemos el tema ahora, dejémoslo para esta noche. ¿Quieres cenar conmigo? Sé que ayer sellamos las cosas con un beso, pero no está bien, no es algo que debería quedarse ahí en el espacio flotando como si no fue nada. Tenemos que hablarlo para cerrar por completo la situación- lo escuché decirme

 

Tenía razón. A pesar de que nos pasamos la noche hablando no tocamos el tema de lo que sucedió en el mall el sábado.

 

-Tienes razón. ¿Vas a recompensar lo del helado con una cena? - le pregunté

 

Media sonrisa se formó en su rostro

 

-Si, solo si aceptas- me dijo muy caballeroso.

 

Asentí levemente

 

-Tu solo dime la hora- le dije sintiendo mariposas en mi estómago

 

-Te pasaré a recoger a las 7- me dijo mirando su reloj.

 

-Perfecto entonces-

 

-De ser así hemos terminado con nuestra consulta, también gracias a Dios nuestra jornada de trabajo- me dijo cerrando su libreta y colocándola en conjunto con la pluma encima de su escritorio.

 

-Siento que ha pasado muy rápido nuestra hora hoy - emití

 

-Confieso que eres la única paciente con la que pienso lo mismo- me dijo mirándome a los ojos.

 

Él me hacía sentirme muy especial

 

-Acaso no te parece aburrido escuchar todos los días problemas tras problemas? - le pregunté

 

-Un poco- ambos volvimos a reír juntos

 

-No, mentira. No digo que interesante porque me tomarías como un chismoso, pero, amo lo que hago y realmente este trabajo es algo que disfruto- me dijo enseñándome muchas cosas con esas palabras.

 

Ahora entiendo el poder que tiene rodearse de personas más grandes que tú, y no hablo de edad si no de mentalidad. Alejandro en cada consulta me enseñaba algo bueno, me dejaba una enseñanza y me hacía sentirme mejor.

 

-Qué bueno. Sin duda alguna me llena de alegría escucharte hablar así- le dije mirándolo sonreírme

 

-Y eso, que no has escuchado mis mejores palabras para ti, ahí sí que te alegrarías de escucharme hablar- me dijo haciéndome sonrojar.

 

Me reí porque siempre saltaba con cosas que me hacían brincar el alma.

 

-Déjalas para esta noche, las quiero escuchar- dije mirando mi reloj en mi muñeca.

 

Eran las 6:20 de la tarde

 

-Ya me tengo que ir! Es muy tarde y necesito empezar alistarme para mi cita a las siete- dije levantándome del sillón.

 

Lo escuché reír a carcajadas

 

-Tienes tiempo para arreglarte aún- me dijo también poniéndose de pie, disfrutando verme toda apresurada.

 

-Llega un poco más tarde a recogerme, tardo mucho en alistarme - le dije sacando las llaves de mi auto de mi bolso.

 

-Lo tomaré en cuenta para cuando nos casemos - aquellas palabras que había dicho con un tono un poco burlón, pero lo sentí tan cierto, tan real, me sacó la sonrisa más amplia de todo el día.

 

Me atreví a besar su mejilla.

 

-También toma en cuenta que no me gusta el café, para que ya ni se te ocurra despertarme en el desayuno con una taza de esa adición- le dije siguiéndole el juego a la perfección escuchándolo reír

 

-Lo anotaré por ahí para que no se me vaya a olvidar- me dijo muy realista.

 

Ambos nos despedimos, me acompañó hasta mi auto en donde nos abrazamos y nos separamos uno del otro con destinos a nuestras casas, listos para iniciar a prepararnos para nuestra cita.

 

Desde que yo llegué a casa no tardé en darme una ducha y secarme el cabello. Me senté a pensar si ¿se encontraría atrevido que llevara vestido?

 

A ver Violet... deja de pensar como lo que te diría tú madre, ella ya no está, se ha ido.

 

Sacudí mi cabeza dándome cuenta de que tenía razón, y no, no era mala hija por no querer pensar en mi madre, me consideraba como demasiado buena por tan solo recordarla después de haberme abandonado de esa manera.

 

Alejandro tenía razón, mientras ella siguiera en mi vida no me permitiría avanzar, es el lado bueno de todo esto. Desde que ella no está no hay nadie que me grite que he perdido mi valor, no hay quien me ordene lo que debo hacer ahora que soy juzgada como una cualquiera, ya no me acomplejo tanto, no me siento tan presionada y puedo decir que incluso me siento con buenos avances.

 

No la escucho quejarse por estar en casa, pero también por salir a la calle. Ya no está para decirme que soy su decepción y la de mi fallecido padre. Se ha marchado y espero que no regrese nunca buscando de mí, porque entonces no me va a encontrar.




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