Narra Alejandro
Llevaba una felicidad inmensa esta mañana, con toda la presión que llevábamos por temer a llegar tarde y resulta que hemos llegado cinco minutos antes de la entrada a nuestro turno.
Solo me quedaba suspirar profundamente porque sí que me había encantado la noche, y no solo eso, despertarnos juntos fue lo mejor. Creo que las cosas que no se planean son las que mejores se dan, no hay un patrón que seguir ni tampoco un plan, simplemente las cosas fluyen.
Los dos al llegar al parqueo hemos entrado uno delante y otro después, aunque se nos hizo un poco difícil bajarnos sin que nadie nos viera, todo el mundo estaba llegando retrasado al parecer.
Sin embargo, había sido un reto para mi todo esto, uno con el que me divertí bastante. Violet estaba toda roja del susto y no paraba de hablar por sus nervios. Me parecía encantadora, pero confieso que tendría que trabajar con ella la paz mental y la tranquilidad, no tiene mucha paciencia, me amenazó varias veces con darme bofetadas, y como me estallaba a carcajadas cada vez que lo hacía, ya tendría que amansarla.
Al parecer no tenía consultas agendadas hasta las once de la mañana, apenas faltan ocho minutos para las diez, por lo que este tiempo lo tomaría para revisar los expedientes de mis pacientes y anotar los temas a trabajar en sus próximas consultas.
Mi teléfono vibró, era un mensaje de mi madre deseándome un bonito día, tenía que llamarla y avisarle que iría acompañado. Se pondría muy contenta, algo me decía que se llevaría bien con Violet.
De pronto mi cabeza viajó a los momentos de esta mañana y de anoche nuevamente, era imposible no querer revivirlos. Entre a la galería de fotos en mi móvil y seleccioné aquellas fotos que nos tomamos anoche cenando, le había tirado una que otras desprevenidas donde la condenada quedó preciosa, me daban ganas de ponerla de fondo de mi pantalla.
La puerta de mi consultorio se abrió de repente pasando un Patrick enojado.
-No sabes tocar? - le pregunté
-Me has cambiado por ella? ¿¡Enserio!? Anoche te llamé y no me contestaste, volví a llamarte y resulta que apagaste tu móvil. Esta mañana te he visto llegar con Violet, ¿ya te la llevaste a la cama y viste eso que todos miramos en aquellas fotos? -
Les juro que no me contuve, se me olvidó mi ética laboral, como mantener la calma, como no caer ante las provocaciones de nadie, olvidé como la violencia no resolvía nada, sino que empeoraba las cosas, pero me lancé sobre él golpeando con mi puño su cara.
Solo me bastó darle un solo puñetazo para que saliera sangre de su boca y este quien perdió el equilibrio cayó al suelo e intentó levantarse.
Me acerqué a él y lo agarré por la camisa ayudándole yo mismo a ponerse de pie.
-Como te atreves?! ¡Respóndeme! ¡Que poco hombre eres! ¡Que nunca vuelva a salir de tu boca unas palabras como las que dijiste antes, porque te juro que te saldrá bien caro! ¿Me escuchaste? La vuelves a ofender de esa manera, faltándole el respeto a ella, calumniando cosas que no han pasado entre nosotros, queriendo ensuciar su nombre y ofendiéndola a la vez y te juro que haré que te quiten tu licencia como doctor, ¡no volverás a conseguir trabajo en ningún lado y haré que publiquen en el periódico si es posible lo basura que eres! - le di una buena cachetada esta vez mirando como trataba de zafarse de mi agarre.
-Que bajo has caído! - lo arrastré hasta una puerta que comunicaba a la salida de otra sala en el hospital.
-Ojalá y te haya roto la nariz! - le aventé hacia fuera.
Hecho furia sin miedo alguno cerré la puerta nuevamente y pasé mis manos por mi cabello para calmarme.
Tuve ganas de sacarlo por la puerta principal de mi consultorio para que todos en la sala de espera lo vieran vuelto nada, pero no quería para nada asustar a ningún paciente, la imagen mía también se vería afectada y no me convenía.
No sé para que un fleje de hombre como él me provocaba, soy muy bueno y no le hago daño a nadie. Ayudo a todo el que lo necesite, pero no te metas con mi vida personal, no toques mi familia ni opines sin que te lo pida.
Violet ya era mi familia, y se pasó al decir tal cosa de ella.
No entendía nada, era mi mejor amigo y resulta que siento que solo ha estado conmigo para beneficio suyo, no porque realmente es un amigo de verdad.
Ha cambiado estos últimos días desde que conocí a Violet, es como que no quería que me acercara a ella ni un poco.
Hablando de ella, en la puerta tocaron dos veces, a lo que alce mi voz para decir que pasara.
-Sr. Alejandro, el Dr. Elliot quiere hablar con usted- se montaba en el papel de solo mi secretaria muy de verdad.
-Estas todo rojo, que le pasó a tu cabello, mírate la camisa...- me señaló el cuello mientras ella misma lo arreglaba.
- Nada, ¿no has visto a Patrick meterse a mi consultorio? ¿Él no te pidió permiso para pasar? - le pregunté
-Nunca me pregunta, pero entiendo que por la confianza que se llevan y como son muy unidos, no es nada- me contestó también pasando su mano por mi cabello, acomodando mi despeine.
Que tierna es...
-Para la próxima no lo dejes pasar, ya hablaremos luego de eso, ahora deja pasar a Elliot- le hablé mirándola mirarme extrañada
La vi a punto de marcharse, pero le tomé por el brazo impidiéndoselo. Se que podía pensar que estaba de mal humor con ella, ya que nunca le trataba tan distante.
-No te pongas a pensar cosas que no son, no ha pasado nada que nos afecte a ti y a mí, solo son problemas del trabajo. Nos sentaremos almorzar juntos más tarde para hablar, ¿si preciosa? - le dije mirándola a los ojos
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Editado: 09.10.2022