Narra Alejandro
Había llegado a recoger a Violet a su casa, pero me envió un mensaje de texto diciéndome que entrara, que necesitaba que yo viera algo antes de que saliéramos a casa de mis padres.
Extrañado, pero obviamente sin negarme, me bajé de la jeep y me adentré a su acogedora casa.
-Estoy aquí en mi habitación! ¡Puedes pasar! - la escuché decirme en voz alta.
Caminé por el pasillo hasta estar justo al frente de la puerta que permanecía entreabierta, con tan solo tocarla se hizo a un lado, di dos pasos más y mis ojos quedaron deslumbrados ante la preciosidad de mujer que tenía al frente.
Se miraba al espejo, yo solo me recosté de la pared, embobado por completo ante ella.
-Creo que me queda muy ajustado, Alejandro. Has escogido mal - me dijo insegura.
-Luces hermosa- le dije dando pasos cortos hasta llegar hacia ella.
El vestido era color rosa, de seda, sin mangas, de tirantes muy finos con escote V. No era largo, pero tampoco corto. Le quedaba a mediado de sus muslos seis dedos más arriba de la rodilla.
-Me encanta, no te lo voy a negar- la escuché decirme
-Lo sé, lo puedo notar en tus ojos. Como también puedo percibir inseguridades. Dime que es lo que te atormenta - le dije haciéndola darse vuelta, quería que me mirara fijamente a los ojos.
-No hay tiempo para hablar de eso ahora - fue la excusa que me presentó
-Si, siempre hay tiempo para remediar lo que nos atormenta. Dime que sucede - le hablé
Se volvió a voltear frente al espejo.
-No quiero que vuelvan a llamarme regalada, ni que piensen que por llevar un vestido como este soy una provocativa- me confesó
- Todo el que no puede ponerse este vestido te llamará así, ¿sabes por qué? Porque no tiene los atributos que tú sí. Y si hay cosas que no te gustan de tú cuerpo pues las comienzas a aceptar desde ahora, te ves radiante con todo lo que te pongas, luces hermosa. La gente siempre hablará, ya lo hemos trabajado. Tu vístete como gustes - le dije colocando mis manos en su cintura.
Colocó su cabeza en mi pecho.
-Como siempre, gracias... el vestido esta precioso. Y otro gracias por tus palabras tan divinas que siempre me hacen sentirme encantadora - recibí de ella
Levanté su cabeza para que me mirara.
- Florecita, no tienes nada que agradecerme. No te imaginas lo mucho que me ha gustado salir a comprarte ese vestido. Vértelo puesto me vuelve loco - le dije mirándola esbozar una preciosa sonrisa.
Hoy llevaba un gloss en sus labios, uno que la hacía brillar más de la cuenta con toda la hermosura que cargaba esta noche.
-Eres demasiado tierno - acarició mi barba.
-Y tú me provocas demasiado con ese brillo labial que llevas puesto - de inmediato sus mejillas se sonrojaron.
- No puedes besarme esta noche o me lo quitaras - me dijo muy coqueta.
Reí a carcajadas
- Eso no es un impedimento para mí, lo siento mucho - emití mirándola sonreírme.
-Eres un psicólogo muy travieso - la escuché decirme
- ¿Y tú una paciente muy tranquila, cierto? - dije sarcásticamente.
-No sé si muy tranquila, pero si estoy segura de que soy tu favorita- se atrevió a decirme mientras mordía sus labios.
¡Qué nivel de soltura!
Sin aguantarme un segundo más tuve que unir mis labios con los suyos.
Era imposible no querer hacerla mi pareja lo antes posible, no me aguantaba las ganas de presumirla con todo el mundo y hacerla sentir querida por un hombre de verdad.
-Lo siento, eso que eso que has dicho se merecía un beso. Ahora sí, ¿nos vamos? - le dije mirándola sonreírme ampliamente.
Lo mejor de todo es que le gustaba la mínima cosa entre ambos, lo que me facilitaba el asunto de no sentirme inseguro a la hora de pensar en un "Nosotros" porque no tenía duda alguna de que su corazón latía muy fuerte por mí y además de eso, sentía emociones provocadas por este psicólogo.
-Si, vámonos - la escuché decirme
Ambos salimos de la casa luego que ella cerrara con llaves.
La ayudé a subirse a la Jeep mientras admiraba cada gesto que hacía para quedar aún más encantado con esa mujer.
Era inevitable no hacerlo.
Llevaba su cabello totalmente lacio, de esa forma nunca se lo había visto, y me encantaba como le quedaba.
Al rodear la Jeep, subirme en ella y emprender nuestro camino, no hizo falta que encendiera la radio o que conectara el Bluetooth para que alguna canción nos entretuviera en el camino. Con ella no hacía falta eso, siempre encontrábamos de que hablar.
Con mi ex, Lucy, siempre los caminos eran muy tensos por lo cual obligatoriamente siempre, ¡pero siempre! Tenía que poner algo de música y hoy me doy cuenta de lo bueno que es saber apreciar entre antes y ahora, la diferencia me encanta.
-Tu padre alguna vez te dijo algo sobre como vestirte? - le pregunté
-Nunca, mi madre fue la que creó ciertos complejos a la hora de vestirme, después de lo sucedido - me contestó
Ya me lo suponía.
-Nadie debe acomplejarte, Violet. Tu eres quien decide sobre tu cuerpo, tú eres la que escoges las prendas que te gusten, eres libre de decidir sobre ti, solo como tu desees. Nunca nadie debe intervenir en tus cosas personales. Pude notar en tus ojos lo mucho que te gustaba el vestido, pero en tu mente sé que te atormentaban los comentarios de tu madre, los cuales debes de tratar de borrar, o simplemente descártalos. No eres una regalada por lucir bonita, por modelar unos jeans ajustados, un top que muestre tu ombligo, unas argollas grandes, un vestido muy pegado a tu figura, es simplemente tu elección. Y eso aplica para todo, por si un día yo no soy tu novio y no estoy junto a ti, quiero que sepas que ningún hombre tiene derecho a ordenarte como vestir, a decir sobre cómo quieres usar tu cabello o a opinar sobre tu cuerpo. ¿Me escuchas? - le hablé sin dejar de mirar a la carretera.
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Editado: 09.10.2022