Sanando a Violet

Capitulo 18

Narra Alejandro

 

-Si, si quiero -

 

En ese momento mi corazón latió muy fuerte, de emoción, de alegría, de felicidad, como lo quieran llamar.

 

Mis ojos no podían dejar de mirar los suyos, en los que presenciaba un hermoso brillo que cada vez con el paso del tiempo era más notable.

 

Esos que el primer día en que la conocí se mostraban muy apagados, tristes y vacíos, poco a poco fueron llenándose de ese destello de luz que cada vez más iría creciendo.

 

No pude evitar sonreír ampliamente y besarla, envolviéndola en mis brazos y elevándola del suelo, dándole unos cuantos giros en el aire escuchándola reír muy contenta.

 

Escuchar sus carcajadas de esa manera me hacía sentir vivo, y que mi corazón sintiera mucha presión a la que no encontraba como llamarle, porque simplemente era un sentimiento que no había sentido nunca.

 

Verla tan feliz me encantaba.

 

-Te prometo cuidarte cada segundo de mi vida y sobre todo valorarte - le dije volviendo a dejarla tocar el suelo con sus pies mientras la miraba embobado a sus hermosos ojos azules que a veces me hacían creer que eran verdes.

 

-No éramos novios cuando desde un principio me has cuidado y valorado siempre. No éramos nada y ya andabas sanándome- me dijo robándome el corazón con aquellas lindas palabras que se escuchaban aún mejor con aquella voz que poseía.

 

-Te lo mereces - le contesté sintiendo sus brazos rodearme y abrazarme con el alma.

 

Pude sentir que de verdad estaba contenta por lo que sucedía entre nosotros. Podía tan solo escuchar los latidos de su corazón, prueba de lo pura que era y de que continuaba con las mismas ganas de ser querida.

 

Después de un largo rato abrazados, aún se sentía el frío aumentar en la sala, así que tomamos las tazas de chocolate y subimos a mi antigua habitación. La admiré tomarse su chocolate mientras observaba muy concentrada por mi ventana la lluvia caer. Aunque a decir verdad solo se veía pura tiniebla.

 

Yo disfrutaba observar cada detalle suyo tirado en la cama sin zapatos y la mitad de mi cuerpo cubierto bajo la cobija.

 

- Tengo frio, ¿me abrazas? - la escuché preguntarme haciendo de su taza a un lado.

 

-No tienes que preguntarme cosas como esas. Ven aquí - le señalé para que se metiera a la cama en conjunto conmigo.

 

Me sonrió apenada y quitándose sus zapatos se adentró debajo de las sabanas, en cuanto la tuve al lado la rodeé con mis brazos y besé la coronilla de su cabeza.

 

-No tienes por qué pedirme un beso, un abrazo o lo que quieras de mí. Simplemente corre a mí y yo te daré lo que necesites- le dije mientras acariciaba su cabello.

 

-Eres demasiado Alejandro y en realidad no sé cómo actuar ahora, ¿que se supone que pase? Tú también mereces mucho de mí, porque todos merecemos recibir lo que damos y tengo miedo de no darte lo que tú por ley mereces - la escuché decir

 

-Shshshs, ya me das demasiado siendo como eres, no cambies. Solo quisiera que dejarás atrás esos complejos y esos traumas en los cuales estaré yo para ayudarte - le hablé sabiendo que no todo estaba superado, solo una parte.

 

Ella me miró preocupada.

 

-Ahora las cosas cambiarán. No puedes tener una relación con tu paciente - la escuché decirme

 

-Ya lo sé, pero no me importa. Yo pienso presumirte siempre, sin importar lo que diga la gente. Solo yo conozco quien verdaderamente eres y como pasaron las cosas. Callaremos muchas bocas - le contesté de inmediato sabiendo por donde venían las cosas.

 

-Yo quisiera que hiciéramos todo lo que tienes en mente, contigo no tengo miedo. Pero Alejandro, tu trabajo, pueden quitarte tu licencia- me volvió a mirar muy preocupada.

 

-Dejaría de ser psicólogo solo por ti. Si ese es el problema pues ya no hay, lo terminé- le contesté simplemente.

 

-No! ¡Imposible! Tu amas ayudar a las personas. Esta es tu carreta Alejandro- la escuché decirme sorprendida, negada ante lo que había dicho.

 

-Seguiría siendo director del hospital y me dedicaría a los negocios de mi familia por completo - le hablé

 

-No Alejandro, sabes que no es lo tuyo del todo... yo, aunque no quiera tendré que cambiar de psicólogo y así tú podrás continuar haciendo tu trabajo y seremos novios, pero ya yo no seré tu paciente- habló muy de prisa.

 

-No quiero. Me niego, sabes que tu caso es delicado y que no se puede andar contando de esa manera. Permanecerás conmigo, o ¿acaso no te gustan ya las consultas? - le pregunté

 

-Como dices eso? Amaba esa hora en la que podía verte y hablarte de mis pensamientos, actitudes, traumas y retrocesos. Eres el mejor psicólogo de todo el planeta, por eso no mereces dejar tu oficio por mi - la escuché decirme

 

-Dejemos de actuar como niños, ya tengo la solución- le dije sonriéndole ampliamente.

 

-Cuál? - me preguntó curiosa

 

-Si soy tu novio puedo darte las consultas en privado en mi casa o en la tuya, nadie tiene que saber lo que hacemos tu y yo. No tienes que asistir a otro doctor, imposible - le dije mirándola mirarme fijamente a los ojos.

 

-Me muero por ver todo esto - la escuché decirme

 

-Yo muero por ver como actuarás. Quiero ver que tanto te han ayudado las consultas y poder estar ahí con cualquier debilidad que aún poseas- le hablé sintiendo como entrelazó su mano con la mía y la apretó.

 

Me encantaba que hiciera eso.

 

-A tu lado soy muy valiente, créeme que te sentirás orgulloso - me contestó haciéndome sentir muy feliz por aquel ánimo que cargaba, y esa decisión de enfrentar conmigo lo que viniese.




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