Narra Alejandro
Hoy habíamos decidido venir a la playa. Les cuento que ayer después que florecita se quedó dormida en mis brazos yo también caí rendido en pocos minutos, ambos nos despertamos casi a las nueve de la noche y fue a esa hora donde nos pusimos a preparar de cenar.
Sin embargo, le ofrecí quedarse, pero se negó, me dijo que tenía que llegar a casa a realizar sus tareas y aunque también le brindé mi ayuda, no la quiso.
De todas formas, sabiendo que se acostaría tarde y que estudiaría un largo rato hasta la madrugada, la ventaja era que al otro día no tenía que ir a trabajar ya que los fines de semana el área de psicología no brinda consultas, le invité a la playa y sin ni siquiera pensarlo un solo segundo, me dijo que sí.
¿Saben que significaba eso? Que ya no le daba mucha mente a lo que diría la gente al vernos juntos, a que, si la iban a señalar, o si murmurarían detrás de ella cuando nos diéramos vuelta. Simplemente me dejó bien claro que comenzaba a sentirse más segura de sí misma.
Al bajarnos de la Jeep alquilamos una mesa debajo de un paraguas donde colocamos todo lo que habíamos traído. No quisimos rentar shairlongs porque no veníamos acostarnos y a tomar el sol, si no a darnos grandes chapuzones en el agua salada.
Traíamos comida chatarra, unos dulces que justo ahora me doy cuenta de que les encantan, cuando nos detuvimos en la tienda la he visto quedarse mirando unas gomitas comestibles de diferentes animalitos, la vi escoger uno de caimán y otro de un delfín, pero en sus ojos podía notar que quería llevarse más con ella, así que, le dije que metiera en la canasta todos los que quisiera. Ha venido todo el camino comiéndolos como desquiciada y como me gusta saber que esa niña golosa vive aun dentro de ella.
Trajimos con nosotros una neverita en la que echamos una funda de hielo y unas cuantas cervezas de lata, también un jugo y una soda.
Trajo con ella una pelota para que jugáramos los dos, una que ella misma infló todo el camino, a pesar de que le dije varias veces que se podía dañar la garganta, pero no me escuchó, terminó de llenar toda la bola de aire como si fuera una de esas bombitas.
Sin poder olvidar mencionarles que mientras conducía ambos íbamos cantando todo el camino, ella me grababa con su móvil y nos tiraba unas cuantas fotos de las cuales podrías sacarlas todas y colgarlas en la pared de mi habitación.
Lo mejor de todo es que el día estaba precioso y hacia algo de calor, el clima estaba perfecto para tener un recuerdo de hoy en la playa.
Después de ponernos cómodos en la mesa ordenamos pescado con tostones acompañado con jugo de limón. Reposamos una media hora y llegamos a la conclusión de que ansiábamos meternos al agua.
Me quite la bermuda que traía quedándome con otra que llevaba debajo solo para bañarme, mientras podía sentir su mirada recorrer todo mi cuerpo.
-Tu cuando te quitarás tu vestido? - le pregunté
Por cierto, ella iba muy linda hoy. En su cuerpo lucía un vestidito blanco de mangas holgadas con un escote V el cual mostraba solo un poco el color de su traje de baño que llevaba debajo. Su cabello la brisa lo había despeinado y le quedaba perfecto.
Tenía miedo de que me dijera que no quería mostrarse en bikini, pero se puso de pie y de un tirón se sacó el vestido, dejándome apreciar lo lindo que le quedaba su traje de baño de dos piezas de estampado animal.
Una linda figura lucia mi muchachita.
Le sonreí al verla tan coqueta.
-Quieres que te aplique el bloqueador? - le pregunté
-Ya deja de preguntarme las cosas que tengan que ver con nuestra cercanía, somos novios - me dijo sonriendo ampliamente mientras buscaba el protector solar en su bolsa.
-Siempre tengo que preguntar antes de hacer algo en tu cuerpo, recuerda que es tuyo y si no quieres yo no debo tocarte, por eso te pregunto. Los besos te los puedo robar, pero ya tocarte de esa forma es otra cosa - le dije mirándola mirarme acaramelada.
-Si quiero, aplícame mucho. No quiero quemarme tanto - me dijo poniéndose de espaldas hacia mí pasándome el pote.
Le apliqué en toda su espalda, mirando que poseía unos cuantos lunares allí, continué en sus hombros, brazos, pecho cuidándome de tener ningún roce con sus senos y luego bajé a su abdomen.
Abro un paréntesis para aclarar la razón por la cual soy muy cuidadoso con el cuerpo, y es que respetar es siempre lo primordial en una relación. Está bien que seamos novios, pero no suelo apresurarme, me tomo mi tiempo para hacer sentir segura a la dama que tengo al lado y más con Violet que sin duda alguna no tiene prisa.
Tú preciosa, si pasas por una relación en la cual tu novio te presiona e incluso quiere tocarte y tu así no lo deseas, estas en todo tu derecho de alejarte porque nada debe de ser a la fuerza, ¿entiendes?
No, significa que NO. Y si no le gusta, pues que se vaya. Ya encontrarás otro que te espere, que te respete y que no te insista con lo mismo como si fuera algo primordial.
-Vamos, la carita - le dije colocándole un poco en sus buches, frente, nariz.
-Ahora un piquito - me dijo para que la besara.
Sin pensarlo dos veces, obviamente la besé.
Sonreí encantado de lo suelta que estaba Violet. ¿Acaso recuerdan cómo era?
-Vamos, ahora tu - me dijo echando producto en sus manos y esparciéndolo por toda mi espalda.
-Discúlpame que no te pregunté que si podía ponértelo, es que yo sé que quieres que lo haga - me dijo toda atrevida haciéndome reír.
-Donde quedó la niña tímida y bien tranquila que conocí hace un tiempo? - le pregunté escuchándola reír.
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Editado: 09.10.2022