Sanando su Corazón

Capítulo 12: Explicaciones

Dámaso 

Tanto Ria como yo nos quedamos de pie frente a la mujer que representa un peligro para mi hija, ella sigue sonriendo como si nada hubiera pasado, lo que me aterra más. 

—Fátima… —logro decir, intentando mantener la compostura—. No esperaba verte aquí.

Ria, a mi lado, frunce el ceño, confundida. 

—¿Quién es ella, Dámaso?

—Soy una vieja amiga o debería decir, ¿la madre de su hija? —responde Fátima, con una sonrisa irónica.

Mi mente corre a mil por hora. ¿Qué está haciendo aquí? ¿Cuál es su verdadero propósito?

»Necesito hablar contigo, Dámaso. —Continúa Fátima, su tono volviéndose serio—. A solas.

Ria me mira, claramente incómoda. 

—Parece que debes resolver esto, nos reuniremos luego. 

Le doy una mirada tranquilizadora. 

—Está bien, Ria. Esto no tomará mucho tiempo.

Ria asiente, aunque con evidente reticencia, y se dirige a su oficina. Fátima  y yo subimos hasta mi piso, al pasar por el escritorio de Drea, le hago una seña que ella comprende de inmediato. Entretanto, la manipuladora que tengo por ex, me sigue hasta mi despacho, la dejo pasar y luego cierro la puerta detrás de ella.

—¿Qué es lo que quieres, Fátima? —pregunto, tratando de mantener la voz firme—. ¿Por qué estás aquí realmente?

Ella se sienta en una de las sillas frente a mi escritorio, cruzando las piernas con una calma irritante. 

—Necesitaba verte, Dámaso. Y además, pensé que sería interesante trabajar aquí.

—¿Interesante? —repito, incrédulo—. Sabes que no eres bienvenida aquí. Lo que pasó entre nosotros está en el pasado, y aún recuerdo las amenazas que hiciste en el juicio.

Fátima se inclina hacia delante, su expresión cambiando a una de súplica. 

—No vine a causar problemas. Solo quiero una oportunidad para empezar de nuevo.

—¿Empezar de nuevo? —respondo, mi voz cargada de escepticismo—. ¿Y cómo encaja tu transformación en Ria en todo esto?

Ella sonríe débilmente. 

—Solo quería encajar, parecer más… accesible. Sé que fue una decisión extraña, pero no tiene malas intenciones.

La observo detenidamente, tratando de discernir la verdad en sus palabras. Siempre ha sido difícil saber cuándo está siendo sincera.

—Si de verdad no tienes malas intenciones, entonces no interfieras con mi vida, ni con las personas importantes para mí. —Digo, fijando la mirada en ella—. No quiero que Nayla esté cerca de cualquier problema que puedas traer.

Fátima asiente, su mirada parece genuina por un instante. 

—Lo entiendo. No quiero causarles problemas. Solo quiero trabajar y demostrar que he cambiado.

Suspiro, sintiendo el peso de la situación. ¿Por qué, de todas las mujeres de este mundo, tenía que involucrarme con esta? 

—Me temo que eso no será posible, las cosas que has hecho no se borran de un día para otro. Es más, por el bien de Nayla y el mío, presentaré una orden de alejamiento. —digo, mi tono es duro. 

Mis palabras son una manera de tantear la situación, debo comprobar si es en serio lo que dice o es otra de sus tretas. 

—No me gusta la manera en la que me estás hablando, Dámaso —Su expresión cambia drásticamente, ya no hay ni una pizca de arrepentimiento en ella—. Piensa bien en lo que haces. —Me advierte. 

—Te regreso el consejo, no soy el mismo hombre de hace años que podías manipular a tu antojo. Ya no te compro ese show barato que montas. —Me acerco a ella para agarrarla del brazo y sacarla de mi oficina—. Ahora, vete y no vuelvas. 

—Te vas a arrepentir de haberme tratado así. Haré que regreses a rogarme. 

—Sí, como sea, espera sentada —Le hago una seña al guardia que ya esperaba en la puerta y este se aproxima para tomar a Fátima y llevarla al ascensor. 

Él se encargará de sacarla del edificio. 

Mientras se va, me quedo pensando en lo complicado que se ha vuelto todo de repente. Y se volverá más complicada si no le pongo fin a esto. Por lo tanto, saco mi teléfono y llamo a mi investigador privado, Nikos.

—Nikos, necesito que refuerces la seguridad. Fátima está de vuelta y ha cambiado su apariencia. —le digo rápidamente.

—¿Ha cambiado su apariencia desde la última vez? —pregunta Nikos, con voz alerta—. ¿Cómo luce ahora?

—Cabello negro, lentes de contacto azules, y los labios pintados de rojo. Se parece mucho a Ria, lo que me pone aún más nervioso.

—Entendido. Haré los arreglos necesarios para aumentar la vigilancia. ¿Algo más que deba saber?

—Sí. Añade a Ria y a Niek a la lista de personas a proteger. No quiero que les pase nada, y sospecho que Fátima podría intentar algo.

—Lo haré de inmediato, Dámaso. Mantendré informados a todos y te daré actualizaciones constantes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.