Sanando su Corazón

Capítulo 13: Acercamiento

Dámaso 

Las últimas semanas han sido un torbellino de emociones y problemas. Pero ahora, con Fátima desaparecida de nuevo y en manos de los profesionales de seguridad, puedo permitirme un respiro y centrarme en mi vida, y en las personas que realmente importan.

A modo de festejo por el reciente compromiso, Silas e Isla llevaron a Nayla a pasear por todo el fin de semana. Mi hija quería que fuera con ellos; sin embargo, no se sentía bien dejar a mis nuevos amigos de lado. 

Hoy he decidido llevar a Ria y a Niek a recorrer un pequeño pueblo cerca de Roma. Quiero mostrarles una parte del encanto de Italia que quizás no hayan experimentado antes. Es una oportunidad perfecta para acercarnos más, ahora que estamos viviendo juntos. Con Greta de regreso a Holanda, Ria y Niek son mi prioridad.

—¿A dónde vamos, Dámaso? —pregunta Niek con entusiasmo mientras subimos al coche.

—Vamos a un pequeño pueblo llamado Calcata. Es un lugar encantador con mucha historia y belleza natural. Estoy seguro de que les encantará. —respondo, sonriendo a través del retrovisor.

Ria se sienta a mi lado, mirando por la ventana mientras nos alejamos de la ciudad. Puedo notar la tranquilidad en su rostro, algo que me alegra profundamente. Ha sido un tiempo difícil para todos, pero momentos como estos hacen que todo valga la pena.

No le he contado el trasfondo de mi historia con Fátima, siento que debería hacerlo, sin embargo, no quiero empañar nuestra relación con el peso de lo que solía ser. Además de que me da algo de vergüenza admitir lo débil que fui con esa mujer. 

—Luce tan bonito —dice ella. 

—Sí, es precioso —contesto, aunque mi vista está enfocada en ella. 

Llegamos a Calcata después de un par de horas. Las calles empedradas y las casas antiguas nos reciben con una atmósfera mágica. El pueblo parece salido de un cuento de hadas, suspendido en el tiempo.

—¡Mira, mamá! ¡Es como estar en una película! —exclama Niek, corriendo hacia una plaza central.

Ria y yo lo seguimos, disfrutando de su entusiasmo. Nos detenemos en una pequeña cafetería al aire libre. El aroma del café recién hecho y los pasteles nos envuelve.

—¿Qué les parece si tomamos algo aquí? —sugiero, señalando una mesa vacía.

—Me parece perfecto. —responde Ria, sonriendo—. Este lugar es hermoso, Dámaso. Gracias por traernos aquí.

Nos sentamos y pedimos café, pasteles y helado para el pequeño. Mientras Niek disfruta de su helado, Ria y yo comenzamos a hablar sobre cosas banales. Cada cosa que descubro sobre ella hace que me sienta más cautivado. 

Es hermosa, sí, pero eso no es todo. Es una madre maravillosa, una hija atenta, una trabajadora comprometida y una mujer impresionante. Solo un ciego no se daría cuenta de lo que ella vale, y yo me quité la venda de los ojos hace días. 

Quisiera insinuar mi interés de manera directa, no obstante, por ahora prefiero tener detalles con ella, cortejarla poco a poco. 

—Dámaso, quiero agradecerte por todo lo que has hecho por nosotros. No ha sido fácil y… —Ria hace una pausa, buscando las palabras correctas—. Sé que no ha sido fácil para ti tampoco.

—Ria, no tienes que agradecerme. Lo hago porque me importan. Tú y Niek son parte de mi vida ahora, y quiero que estén bien. —le digo, tomando su mano suavemente—. Además, disfruto mucho de tu compañía.

Ella sonríe, y siento que algo en ella se relaja. Es como si una barrera invisible se estuviera derrumbando lentamente.

Después de disfrutar de nuestro café, continuamos explorando el pueblo. Caminamos por calles estrechas, admirando las vistas panorámicas y descubriendo pequeñas tiendas de artesanías. Niek encuentra un juguete de madera que le encanta, y Ria y yo no podemos evitar reírnos de su entusiasmo.

—Este lugar realmente tiene un encanto especial. —comenta Ria mientras caminamos de regreso al coche—. Me recuerda que hay tanta belleza en el mundo, incluso en los momentos difíciles.

—Es cierto. A veces, necesitamos alejarnos de todo para ver las cosas con claridad. —respondo, acercándome un poco más a ella—. Y me alegra poder compartir esto contigo.

Nos detenemos un momento, disfrutando del paisaje y la compañía. Ria me mira, sus ojos reflejando la luz del atardecer.

—Dámaso… —comienza, pero se detiene, como si estuviera debatiendo algo internamente.

—¿Qué sucede, Ria? —pregunto, preocupado.

—Solo quería decirte que… me siento muy afortunada de tenerte en nuestras vidas. —manifiesta finalmente, su voz suave, pero llena de sinceridad.

Siento una oleada de calidez en mi interior. Este momento, este lugar, todo parece perfecto.

—Yo también me siento afortunado, Ria. —respondo, mirándola a los ojos—. Más de lo que puedes imaginar.

Justo cuando pensamos regresar al coche, unas gotas de lluvia comienzan a caer. Miro hacia el cielo y veo cómo las nubes grises empiezan a cubrir el sol.

—Parece que va a llover. —comento, aunque con una sonrisa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.