Sangre mestiza

XIV

"Jamás había roto una regla hasta que Alex llegó,

 incitándome a salir de mi zona de confort constantemente."

 

 

Estuve dando vueltas por la recamara mandando a callar a ambas de mis partes por la pelea que había entre ellos en ese momento. Me acosté, luego me paré, y hasta intenté dibujar, pero nada, por lo que decidí bajar a la cocina para tomar un poco de sanadvi y relajarme.

          Al bajar los vi despidiéndose, a Alex y al lobo del tipo ese, haciendo que mi sangre al instante comenzara a hervir.

—Deberías tener cuidado con a quién amas. Los lobos son iguales o peor de engañosos que los zorros —dije entre dientes, molesto. Sabía que le estaba faltando el respeto a mi propia especie, pero no pude evitarlo.

—Mira, Kylian: no sé qué te pasa con Osmon o con los lobos, pero esa manada que esta allá sería incapaz de hacerme daño —replicó Alex, Alysa o como se llame, tal parecía que en cualquier momento me atacaría.

—Solo te digo que, si el lobo una vez se vistió de oveja para engañar al rebaño, lo volverá a hacer. O, mejor dicho… de monje. —Mi instinto me decía que algo no andaba bien con ese tipo y todos los otros monjes, sabía que escondían algo, pero no estaba seguro de que era. —Cuando te traicionen, no andes llorando por toda la casa. Es tedioso —No me resultaba tedioso que ella llorara, al contrario, me dolía, pero jamás lo admitiría en voz alta.

—Uy, perdón. Aunque tal vez el que irá por toda la casa llorando será otro —respondió ella a lo que negué—. No te metas más con mi familia.

La vi irse escaleras arriba. Sabía que me había pasado, pero ella necesitaba abrir los ojos y darse cuenta de que no todo era como parecía o le hacían creer.

          Fui directo a la nevera a tomar un poco de sanadvi y cuando me giré para regresar a mi habitación me encontré con la mirada desaprobatoria de Eli quien estaba al pie de la escalera, de brazos cruzados.

—¿Qué? —pregunté fastidiado de que ella también defendiera al tal Osmond.

—¿Como que, Kylian? Te escuché. Sabes perfectamente que las cosas que dijiste no están bien y mucho menos con el propósito con el que lo hiciste —me regañó.

—No lo hice con ningún otro propósito más que el de advertirle porque puede que tu padre haga todo eso por la promesa que hizo, pero no me creo que toda una manada, incluidos niños, estén aquí por eso e independientemente de los sentimientos de mi lobo, hay algo que me dice que tu querido nuevo protegido esconde algo y no me da buena vibra. Ella tiene que saber lo que pasa a su alrededor antes de que sea demasiado tarde, como me paso a mí. —Traté de hablar calmado, pero la rabia que me causaba que Eli pensara mal de mí, me lo estaba haciendo difícil.

Antes de que ella fuera a decir algo me fui a mi habitación. Pude sentir lo sorprendida, enojada y confundida que estaba Elizabeth, pero no me importó, no pensaba seguir discutiendo.

*

Con el pasar de los días intente concentrarme solo en el trabajo y evitar a toda costa a la chica y a Elizabeth. Aunque estuviera enojado con Elizabeth y no quisiera hablar con ella eso no significaba que dejara de ayudarla en la casa o no velara porque no saliera al frio o no hiciera cosas peligrosas, solo que las hacia antes que ella y me iba antes de que ella llegara. Cada vez que, por casualidad, me encontraba con Alex me tensaba porque mi lobo me pedía que me intentara acercar a ella, pero mi lado vampiro se negaba, era imposible complacer a ambos y hacer que se callaran ante su presencia.

Era por el medio día cuando me disponía a ir al bosque a buscar más frutos para la tinta de los tatuajes que ya se me estaban acabando. Al abrir la puerta del patio, que daba al comienzo del bosque, la vi practicando con su arco, por alguna razón estaba tan distraída que no le dio al blanco ni una sola vez.

—Primero, antes de disparar, deberías soltar el aire —sugerí, reprimiendo una risita al ver el susto que se dio.

—¿Desde cuándo estás ahí? —preguntó llevándose una mano al corazón y tratando de calmarse. Aunque al principio me lo dijo en español, la entendí desde el primer momento, igual agradecí que lo repitiera en italiano.

—Lo suficiente como para saber que de siete tiros no has acertado ninguno —dije, parándome de las escaleras para acercarme a ella con una sonrisa divertida.—. Si me lo permites, puedo decirte que tu posición es pésima. Estás dejando que tus pensamientos te nublen y no te dejen concentrarte. Y te vas a ahogar si sigues sin respirar como hasta ahora.

—Gracias, supongo. —Hizo una breve pausa antes de posicionarse para volver a intentarlo—. No sabía que eras un experto en el tema —comentó, mirando hacia su objetivo.

—Desde que comencé a dar mis primeros pasos, me entrenaron para llegar a ser el mejor de mi manada y el arco era de uno de los niveles más básicos —dije, acercándome a ella—. No la sueltes aún, no lo estás haciendo bien. —La tomé de las caderas e hice que separara los pies interponiendo uno de los míos entre los de ella empujando su pie derecho lejos del izquierdo—. Tienes que abrir más las piernas y levantar más los brazos para buscar más estabilidad. —Dicho esto, la solté sin llegar a apartarme de ella—. Ahora toma todos esos pensamientos que no te dejan concentrarte, deposítalos en el blanco y dispara.

Estar tan cerca de ella, provocando que se pusiera aún más nerviosa fue algo que le fascinó a mi lobo, incluso hasta mi lado vampiro estaba cómodo con la situación. Observaba como ella intentaba hacer lo que le pedía, mientras escuchaba como su corazón latía con tanta fuerza que parecía que corría, una melodía de la que sin dudas nunca me cansaría. Cuando por fin logró darle al blanco se giró y me abrazó, colgándose de mi cuello, al principio me tensé, pues no esperaba esa reacción de su parte, pero luego le sonreí feliz, de ser el causante, en parte, de tanta emoción.




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