Scarlet

8

Esa madrugada cuando Scarlet y Leslie llegaron a su apartamento ella se metió a bañar primero, mientras se estaba duchando le dijo a Leslie:

—Hoy tuve un cliente algo extraño.

—No me digas que un viejo barrigón con nariz de bruja.

—No, al contrario, era muy guapo, pero es un tipo algo extraño, no te sé explicar, pero despertó mi curiosidad, me provocó meterme en su mente y averiguar lo que pensaba.

—¿No será más bien que te gustó?

—No te niego que es un tipo muy guapo, creo que cualquier mujer caería rendida a sus pies. Pero hay algo en él que no puedo saber de qué se trata, pero en verdad me inquietó.

Sumido en sus pensamientos en el bar, Rodrigo se bebió como tres copas y se marchó al hotel, esa noche no durmió, el encuentro que tuvo con la bailarina había sido algo intenso, se sentía como si esa noche hubiera resucitado a su esposa y hubiera pedido despedirse de ella.

Al otro día muy temprano regresó a Ciudad de México, mientras subía al avión miró atrás, Los Ángeles, la ciudad donde había podido volver a ver viva a Ángela; en sus adentros pensaba que allí quedaba todo con la bailarina, sus deseos ya se habían saciado, él no volvería a ese club, ya era suficiente de su fantasía.

Jacob y Scarlet continuaban con el juego de miradas, Leslie lo sabía y le dijo a Scarlet:

—¿Pero por qué no lo invitas a salir tu a él tonta? No entiendo como un par de tontos que se gustan no pasan al siguiente nivel.

—según tú ¿Cuál es el siguiente nivel?

—Ay ya lo sabes, la cama mamacita, ese bombón no lo pelaría ni por un segundo.

—Así como estamos es más interesante, levanta más mis expectativas —La expresión del rostro de Scarlet cambio de alegre a triste—. Aunque solo tendría una aventura con él, ya sabes, que no quiero iniciar una relación estable con ningún hombre... no después de lo que Carlos Daniel me hizo pasar. Pero bueno, por ahora estoy concentrada en reunir el dinero de la operación de papá, después que pase la angustia veré que hago con mi vida amorosa.

***

Jr. Cumplió 6 años de edad y la tía Elena con la ayuda de Annie y Raiza la hermana de Rodrigo le organizaron una pequeña fiesta en el jardín de la mansión como con doce niños de la familia y allegados.

Fue una reunión infantil tradicional, los niños jugaron, un mago que Annie contrató hizo un espectáculo y los adultos se dedicaron a charlar toda la tarde.

Marina de Satré asistió con su nieto, ella era una buena amiga de la tía Elena desde que eran unas jovencitas.

—amiga que bueno que viniste. —Dijo Elena mientras iba a darle un abrazo a su amiga.

—Hoy mis piernas me dieron permiso de salir, —Dijo la alegre mujer—. me moría por charlar contigo y saludar a tu familia. Veo que ya han vuelto a sonreír.

—Ay amiga, no ha sido fácil, el destino ha golpeado muy duro a mi familia, lo único que nos mantiene sonriendo es Jr.

—¿Y Rolando?

—Rolando igual que siempre en su habitación, nunca sale, odia el mundo, su vida radica en los libros, la silla de ruedas y la cama. —Ella levantó la cara y miró arriba a una ventana—. Solo observa el exterior desde aquella ventana, nada más.

En ese momento preciso él los observaba a todos sentado en su silla de ruedas, Rolando era hermano gemelo de Rodrigo, había quedado en silla de ruedas en un accidente que tuvo en un vuelo de parapente cuando apenas era un joven de 16 años, él se había vuelto desde entonces un chico amargado, ahora que era un hombre de 32 años se había vuelto aun peor, odiaba el exterior, rechazaba la compañía de las personas y nunca salía de su habitación.

El par de damas se dedicaron toda la tarde a hablar de los últimos chismes de la alta sociedad. Después el señor Braulio el padre de Rodrigo se acercó a ellas caminando con su bastón, él se sentó al lado de Elena y se quitó los lentes que usaba que tenían cierta tonalidad oscura, ya que la luz le molestaba en la vista, en broma les dijo:

—¿Ya se pusieron al día con los últimos chismes de la cuadra?

Marina se rió a carcajadas llamando la atención de los demás que voltearon a verla, mas sin embargo ella ni se percató, tenía una naturaleza escandalosa, pero su cordial personalidad atraía a las personas, cuando la conocían se amañaban con su agradable talante.

—Estábamos hablando de ti Braulio.

—¿De mí? —Dijo él arqueando las cejas haciéndose el sorprendido.

—Sí, hablábamos de que deberíamos conseguirte una esposa.

—No gracias, no la necesito, ya sobreviví a la única que tuve, ni que volviera a tener 20 años volvería a meterme en esa camisa de locos.

Elena cambió un tanto su semblante alegre y con algo de nostalgia agregó:

—Hablando en serio, —Ella miró a Rodrigo que charlaba con algunos—. Rodrigo deberá rehacer su vida, pobre muchacho, me da tristeza verlo así solo como está.

—En eso tienes razón Elena, pero él aún no está dispuesto, hay que darle tiempo al tiempo. —Dijo Braulio. Marina agregó:

—Si Elena, ya llegará una mujer que le mueva el tapete a tu sobrino.

—Dios los oiga, no quiero morirme sin antes ver a mi sobrino con un nuevo hogar bien formado.

Jr. Llegó donde su padre jalando a Annie y le dijo:

—Ven papi, Annie nos va a tomar una foto juntos para enviársela a mamá.

A Rodrigo se le entristecieron los ojos, su pequeño hijo ignoraba que su madre había muerto hacía más de un año atrás, pero con una gran sonrisa fingiendo felicidad disimulo delante del pequeño:

—A tu madre le va a encantar ver lo feliz que estas hoy.

Annie se quedó viendo a Rodrigo a los ojos con cierto aire de reproche. Después que se tomaron la foto el niño fue a jugar con sus amigos, entonces ella le dijo:

—Deberías decirle la verdad. —Rodrigo frunció la frente y con la voz ronca respondió:

—¿Qué se supone que le voy a decir, que su madre esta tres metros bajo tierra, que nunca va regresar?

—No te pongas así, tampoco me parece saludable mentirle, igual cuando sepa la verdad le dolerá peor.




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