Scarlet

9

Por la noche que ya todos estaban descansando Rodrigo estaba en el estudio, de pronto alguien toco la puerta y era Raiza:

—Adelante.

—Hola hermanito.

—Hola hermanita, ¿qué sucede?

—Vengo a hablarte de Annie.

—Diem que tienes que decirme de ella.

—¿Por qué la trataste tan mal hoy en la fiesta?

—No la traté mal, solo le dije que no se metiera en mis asuntos.

—Me parece que eres muy injusto, ella no ha hecho más que ayudarte con tu hijo desde que Ángela murió.

—Lo hace por qué quiere, yo no la he obligado.

—Deberías pedirle disculpas. —Él con sarcasmo agregó:

—¿Quieres que le pida disculpas por meterse en mis asuntos? ¿Qué tal si me le arrodillo y la invito a cenar?

—Lo de arrodillarte no es necesario hermanito, pero lo de invitarla a cenar me parece que va como anillo al dedo para la pobre Annie. Anda, dedícate solo a ella por un par de horas, la pobre se lo merece después de todo lo que hace por ti y por Jr.

Él suspiró.

—Está bien, mañana en la oficina le pediré disculpas y la invitaré a cenar.

—Muy bien, me alegra que recapacites, mi lindo hermanito que sabe comportarse como todo un caballero.

Al otro en S&B hubo una junta de socios, después que esta terminó uno a uno fueron saliendo y Rodrigo se quedó para hablar con Annie, ella estaba recogiendo unas carpetas de la mesa y lo ignoraba. De pronto él se acercó y le dijo:

—Annie, quiero que hablemos.

—Si dígame ¿qué se le ofrece?

—Annie, quiero pedirte disculpas por lo que sucedió ayer.

—No te preocupes, a veces hace falta entender cuál es el lugar que a uno le corresponde.

—Annie, lo siento, no volverá a pasar, sabes cómo me pongo cuando de proteger a Jr. se trata.

—Si lo sé, como también sé que es mejor si me alejo para que te sientas más seguro.

—Annie, no quiero que te alejes de nosotros. —Él la agarro de los hombros—. Mi hijo te necesita, tú has cuidado de él.

Ella tenía el rostro triste y agachó la mirada:

—Rodrigo, ya no me siento bien, esto ya no es saludable para mí.

—Quiero invitarte a cenar esta noche, te llevaré al mejor restaurant de esta ciudad. —él le agarró el mentón.

—Sé de un lugar que te va a encantar, ¿qué dices? —Annie no se sentía del todo segura, pero Rodrigo la convenció, ella no pudo negarse.

Por la noche Rodrigo pasó a buscarla por su casa, cuando Annie salió a su encuentro él la miró con admiración, estaba hermosa como una reina de belleza, llevaba puesto un vestido largo de color azul oscuro y un par de zapatillas plateados.

Ella no pudo evitar sonreír cuando le vio la cara a Rodrigo, su rostro se le había iluminado contemplando lo hermosa que estaba.

—¡Vaya que estas preciosa!

—Gracias. —Con esa mirada de admiración que Rodrigo posó sobre ella fue suficiente para que lo perdonara, Annie sintió en se momento que habían avanzado, que Rodrigo al fin la miraba a ella y se había dado cuenta que era una mujer hermosa.

Después que cenaron y pasaron una linda velada él la llevó de nuevo a su casa y la acompañó muy caballero hasta la sala. Ellos cruzaron el umbral de la puerta riéndose de tonterías que hablaban, Annie estaba extasiada, Rodrigo había sido solo de ella por un par de horas, la alegría arropaba su corazón y sus emociones, además que tenía en la cabeza unas cuantas copas de vino que contribuían aún más a su estado de felicidad. Por dentro ella se imaginaba que pasarían la noche juntos, estarían solos los dos, sin terceros que estuvieran presentes, solo Rodrigo haciéndole el amor.

Pero no sucedió lo que esperaba, minutos después él se marchó, Annie debió una vez más dormir sola y seguir soñando con que algún día él estuviera en su cama amándola solo a ella.

***

Después del encuentro que Rodrigo tuvo con Scarlet, no pudo dejar de pensar en ella, todos los días cuando por algún momento tenía la mente desocupada veía su imagen aparecer frente a él, recordaba con cada detalle a la hermosa mujer que, bien se parecía a su esposa pero a su vez poseía su propio encanto; algo tenía ella que lo envolvía, Rodrigo podía perfectamente distinguir que era otra mujer, no era Ángela, Scarlet lo atraía por ser Scarlet. La recordaba sobre todo en las noches cuando nadie le interrumpía sus pensamientos.

Desde que volvió de Los Ángeles ya no iba tan seguido a quedarse en la habitación de Ángela como lo hacía antes, sino que se encerraba en el estudio a fumarse un cigarrillo y en ocasiones lo acompañaba con una copa de coñac.

La nueva rutina se había convertido en un momento sagrado del día para ensimismarse en sus pensamientos recordando a la bailarina.

Sentía fascinación recordando sus movimientos, el color de su piel casi desnuda, sus ojos de gata que se habían posado sobre él, su cabello largo acariciándole su piel expuesta y sus labios finos que lo invitaban a algo más que apreciar un sensual baile. En otras palabras, él la estaba deseando.

Era la primera vez que sentía una fuerte atracción por otra que no fuera su esposa, Scarlet estaba despertando en él el deseo de poseer a otra mujer que no fuera Ángela, a tal punto que las noches se le habían vuelto húmedas, los poros de su cuerpo pedían agritos la piel de esa mujer, aun en sus sueños ella estaba, la veía desnuda en su cama, allí, ambos se fundían cuando sus cuerpos se encontraban, parecía que se convertían en un solo ser.

La decepción se adueñaba de su ánimo cuando despertaba y aquel momento mágico desaparecía. Para un tipo millonario como Rodrigo era ridículo pensar tanto en una mujer que ejercía tan baja profesión, una prostituta cualquiera que se acostaba con todos por algunos billetes porque no conocía ni le preocupaba buscar otro modo de ganarse la vida; esa mujer no merecía que ningún hombre gastara un pensamiento sano sobre ella. Eso pensaba Rodrigo luchando en sus razonamientos contradictorios. A medida que los días y las semanas pasaban él se obsesionaba más pensando en ella.




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