Scarlet

12

Después de la media noche regresaron a Los Ángeles, por el camino Rodrigo se bebió varias copas de vino, ella por obligación se bebió una lo más lento que le fue posible, él no dijo casi ni una palabra durante el viaje, Scarlet tampoco esperaba que él dijera algo, ya se había acostumbrado al comportamiento poco sociable de su cliente.

En Los Ángeles regresaron al hotel, Scarlet volvió de en nuevo a estará solas con él y no podía preconcebir lo que el caballero desearía hacer las horas que aún faltaban del contrato.

Él con tono frio la mandó a sentarse, fue y buscó dos copas de champan y sirvió para los dos, cuando le llevó a ella la copa, Scarlet sintió que un escalofrió le recorrió el cuerpo y se llenó de nervios, su corazón comenzó a palpitar rápido, no sabía cómo interpretar que estando a solas en la madrugada él hubiera servido dos copas como si tuvieran una velada romántica.

El vino que había bebido en el helicóptero le quitó a Rodrigo las inhibiciones, a los pocos minutos de haber llegado al hotel, él se mostró delante de ella con un mejor ánimo, la dureza de su rostro despareció, de pronto estaba algo alegre y se comportaba con cortesía.

—¿Qué música te gusta escuchar? —Encendió el reproductor.

—Me gusta la música casual y relajante.

—¿Qué opinas de Chayanne.

—Es estupendo.

—Menos mal y te gusta, porque aquí hay uno de su discos.

Él puso a andar la música, a propósito puso "Te echo de menos," esa canción la había usado una vez para reconciliarse con Ángela después de una fuerte pelea que tuvieron antes de casarse; Rodrigo quiso en ese momento permitirse recordar lo que era amar a alguien; no pretendía confundir a Scarlet con su esposa, solo quería liberar el sentimiento que llevaba atado por dentro, quería volver a sentirse vivo aunque fuera por unos minutos, aun sabiendo que después su corazón volvería al vacío que había dejado Ángela; entonces la sacó a bailar.

Él la tomó con delicadeza como si ella fuera una flor, Scarlet sintió la calidez de su mano, fue dulce al contacto, ella vio en sus ojos a un hombre tierno y maravilloso que estaba sediento de encontrarse con su alma gemela.

Aquel baile fue un momento mágico que los envolvió a ambos; con su cercanía mientras bailaban Scarlet olvidó todo lo que había alrededor, eran solo los dos en un mundo de ensueño, parecían un par de tortolos enamorados. Ella inconsciente de lo que hacía se recostó en su regazo y cerró los ojos, solo se dejó llevar por aquel único momento en la vida que había sentido que tocaba el cielo con las manos, sintiéndose protegida en sus brazos, como si nada malo pudiera sucederle jamás.

Rodrigo inmerso en un éxtasis de amor tocó su espalda, puso su mano izquierda más arriba de la cintura de Scarlet y dejó abierta su palma de par en par, quería atrapar el calor de su piel, entonces también cerró los ojos, en eso acabó la canción, pero ellos no pararon de bailar, siguieron dando un paso suave, de pronto comenzó a sonar "Un siglo sin ti" la bailaron completa.

Cuando aquella canción acabó, Rodrigo como un príncipe azul la condujo al sofá para que se sentara, sin preguntarle nada le sirvió otra copa, esta vez Scarlet estaba alucinada y la recibió con entusiasmo. Él se sirvió la suya y se sentó cerca de ella y la miraba con admiración, contemplaba su belleza sin decir una palabra. De pronto él levantó la mano y le agarró un mechón de su cabello, Scarlet estaba consciente que eso no debía suceder, pero no quería romper el momento mágico de ensueño que estaba viviendo, por el contrario se quedó mirándolo con ojos de niña.

Rodrigo no conforme avanzó y paseó su dedo índice por su mejilla, después por sus parpados, por su nariz, observaba detenidamente cada zona que tocaba. De pronto le dijo:

—Tenía mucho tiempo que no veía una mujer tan hermosa como tú, eres única, —Él suspiró—. Te pareces a mi difunta esposa, pero a la vez eres tan distinta; admiro tu belleza Scarlet, tienes algo distinto a las demás mujeres, eso incluye a Ángela, ella era muy bella, la mejor de todas las que conocía, pero tú también lo eres, no porque te parezcas créeme, es confuso lo que te digo, yo mismo no me sé explicar; te pareces a ella pero eres tú, tienes tu propia esencia. Ángela y tú son como una par de rosas que se parecen, pero cada una posee su propio encanto.

Mientras él decía esas cosas Scarlet sintió que le tocó el corazón, pudo ver su alma desnuda, el dolor que cargaba por dentro, percibió la soledad y la tristeza de Rodrigo, ella no dejaba de verlo a los ojos mientras él seguía confesando lo que pensaba; de pronto una gran lagrima le rodó por la mejilla, su corazón se había unido al de Rodrigo, podía sentir su desconsuelo.

Él le secó la mejilla con delicadeza, sus ojos estaban llenos de amor por ella, después pareció estar algo confuso y se levantó, tomó la botella de vino y comenzó servirse otra copa, la llenó hasta el tope y se la bebió completa de una sentada, después sin mirar a Scarlet le dijo:

—Vete, no querrás estar aquí cuando esté bien borracho.

Ella estaba atónita, deseaba permanecer a su lado por más tiempo, pero era una orden, su cliente había dado por terminada su jornada de trabajo. Scarlet se levantó despacio y tomó su bolso, él estaba de espalda suyo, antes de irse ella dio dos pasos hacia él, quería abrazarlo pero se detuvo, comprendió que era improcedente lo que deseaba hacer, entonces se marchó.

***

Cuando Scarlet salió de aquel lugar, sentía que las piernas le pesaban como si fueran de concreto, la razón la alejaba, pero su corazón pedía a gritos que se quedara junto a Rodrigo.

Cuando el ascensor se abrió ella se subió y volteó a ver hacia la habitación donde él estaba, sus ojos no dejaban de mirar hacia allá, como esperando que de pronto Rodrigo saliera a detenerla, ello era una fantasía muy loca, pensó Scarlet y cerró sus ojos a la vez que dio un suspiro.

Las puertas se ascensor se cerraron ante sus ojos, en unos segundos se alejó de él, ella no lo sabía aun, pero Rodrigo se había adueñado de su corazón, esa noche Ana Julia se enamoró de él.




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