Scarlet

13

El lunes Israel llegó a Ciudad de México y se reunió con Rodrigo en su oficina y charlaron acerca de la bailarina.

—¿Cómo te terminó de ir con la preciosura de Scarlet?

Rodrigo suspiró:

—No lo sé, me pasé de trasgos y...

—¿¡La llevaste a la cama!?

—No, ni siquiera se lo insinué, eso no formaba parte de contrato.

—¿Le propusiste el contrato de un año que me dijiste?

—No, como ya te dije, me pasé de tragos, andaba pensando no sé qué cosas, estaba como extasiado con ella, Scarlet es increíblemente encantadora, es de esas mujeres que envuelven a los hombres con su belleza y misticismo; como prostituta le debe estar yendo muy bien con su clientes.

—Entonces ¿Qué sucedió?

—Me puse a bailar con ella como un romántico, después me dio por acariciarle el rostro y le dije cosas bonitas, ya sabes, estaba pasado de tragos... en un momento que caí en cuenta de lo que estaba haciendo le dije que se marchara, si hubiera permanecido un poco más junto a ella seguro le habría quitado la ropa... lo demás ya te lo puedes imaginar.

—¿Cuándo se lo piensa proponer?

—El jueves viajaré de nuevo a Los Ángeles, allí le ofreceré que se haga pasar por mi esposa por un año. ¿Crees que funcione mi plan?

—Por supuesto, solo debes quitarle ese color rojo del cabello, es lo único que la diferencia de Ángela. Tu hijo estará feliz de nuevo con su madre en casa.

Rodrigo dio un suspiró profundo y tomó un lapicero que estaba sobre el escritorio.

—Voy a elaborar el contrato que le pienso proponer, le pagaré lo que me pida.

—Me imagino que debe ser muy ambiciosa.

—La felicidad de mi hijo no tienen precio.

— Y la tuya.

—¿Qué quieres decir con la mía?

—¿Cómo piensas hacer con tus sentimientos hacia ella?

—¿Qué sentimientos?

—No te hagas Rodrigo te estuve observando en Monterrey, estás loco por esa mujer.

Rodrigo arrugo el ceño y agregó:

—Locos estas tú, ¿Cómo crees que me voy a fijar en una prostituta?

—Se parece a tu esposa.

—A simple vista sí, pero no es ella.

—Por eso te digo que sientes algo por Scarlet. ¿Ya no te acuerdas de lo que me dijiste pasado de copas el día que llegue de Holanda?

—¿Qué diablos te dije?

—Que no podías dejar de pensar en Scarlet, que podías ver en ella a una mujer muy distinta a Ángela. Creo que si la vas a tener cerca te vas a enamorar.

—Claro que no.

—Vamos Rodrigo, debes reconocerlo, si te vieras cuando tus ojos la miran.

—Está bien sí, me encanta, deseo tenerla entre mis brazos y hacerle el amor, pero sabes que no es una mujer que merezca...

—Bla, bla, bla, si ya sé, es una prostituta. Pero como ya te dije, ¿Cómo harás para no terminar enamorado de ella? si no puedes dejar de pensarla tendiéndola lejos, ¿como será si la llevas a tu casa?

—Cuando se acueste conmigo por dinero me quedará claro que no es más que una simple prostituta, y también se acostará contigo.

Israel puso grandotes los ojos:

—¿Que yo qué?

—Tú te acostaras con ella delante de mí. —A Israel le dio tos.

—Lo siento amigo, pero no pienso acostarme con la doble de tu esposa.

—Si debes hacerlo, el solo hecho de haberse acostado contigo me hará repudiarla.

—Esto es lo peor que me has pedido desde que somos amigos.

—Vamos, eres un mujeriego empedernido, además sé que Ángela te gustaba cuando estaban en la universidad, sino por qué siempre andabas detrás de ella.

—Bueno, era mi amiga.

—Te gustaba, pero no te peló. —Los dos se reían.

—Ya amigo, no me achicopales.

—Bueno, hagamos esto, el jueves contratamos sus servicios de prostituta, nos acostamos con ella un par de noches, cuando todo quedé claro le propondré el contrato de un año. —Israel lo meditó por dos segundos, después asentó con la cabeza.

Scarlet no dejaba de pensar en Rodrigo, el recuerdo de aquel momento que pasaron juntos le llegaba a la cabeza una y otra vez, ella sentía que había vivido el momento más maravilloso del su vida, Rodrigo parecía ser el príncipe azul de los cuentos de hadas, ella no creía en los cuentos, menos creía que un hombre fuera capaz de hacerle sentir sensaciones tan maravillosas, se sentía enamorada, su corazón le palpitaba lleno de amor, ella no comprendía por qué podía sentir eso por un desconocido; ello era tan contradictorio, enamorarse de un cliente que no la podría ver más allá de su cuerpo semidesnudo, pero a la vez era tan hermoso, recordarlo la hacía sentir tan viva, tan enamorada de la vida, su entorno tomó otro significado, nada le era igual que antes, ahora las flores en los jardines de los suburbios le parecían más coloridas, sentía que la brisa del viento existía solo para acariciarla a ella, el bullicio de la gran ciudad era como música armoniosa y alegre que le llegaba a su enamorado corazón.

La experiencia le había cambiado tanto la forma de percibir la vida. Ella sintió un fuerte deseo de ir a caminar a la playa, sus ojos románticos deseaban contemplar el sol del atardecer enrojeciendo el agua del mar y de pronto ver asomar la primera estrella de la noche.

Ana Julia estaba consciente que lo que sentía no llegaría a más nada, posiblemente no volvería a ver a ese hombre, pero estaba agradecida con la vida de haberlo conocido, y de haber experimentado tan maravilloso momento, pensó en vivirlo mientras durara, ello parecía un regalo de los dioses, fue como la noche mágica de cenicienta, que aun sabiendo que acabaría pronto, ello no le impidió bailar con el príncipe.

El jueves en el camerino mientras se maquillaban, las demás bailarinas notaron que Scarlet tenía risueño el rostro, sus ojos brillaban chispeantes de alegría.

—Cuénteme. —Le dijo una de ellas—. ¿Esa alegría se debe a Jacob?

Scarlet sonrió como candidata de concurso de belleza.

—¿Por qué lo dices?

—Te vieras la cara, parece que anoche te llevaron al cielo.

—No sé, solo estoy contenta y positiva.




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