Scarlet

15

Jr. fue dado de alta tres días después, cuando llegaron a casa todos los criados lo recibieron con alegría, el portero, el chofer, las que limpiaban, el personal de la cocina, ellos adoraban al niño que era sencillo y alegre, muy diferente a Elena y otros miembros de la familia que eran clasistas, pero el pequeño conservaba la personalidad de su madre que a pesar de pertenecer a una de las familias más acaudaladas de México y Miami, valoraba a todos los seres humanos por igual, para Ángela no existía la raza, la posición social ni la nacionalidad.

Rodrigo agradecía que amaran a su hijo y les permitió a todos acercarse a él para saludarlo en la sala, el niño los recibió con alegría, pese que estaba aun débil por los fuertes medicamentos.

Después Rodrigo llevó al niño alzado hasta su habitación, la tía Elena le acomodó la almohada, después Rodrigo lo arropó.

—¿Estas bien así hijo?

—Si papi.

La tía Elena agregó:

—Te mandé a preparar una sopita de pollo como te gusta para que comas más tarde.

—Gracias abuela.

—Papi me pasas mi robot.

—Si claro hijo… ten.

El niño comenzó a jugar con su robot, Elena le dijo a Rodrigo:

—Voy a avisarle a los padres de Ángela que ya el niño está de regreso en casa.

—Está bien tía, yo me quedaré aquí con Jr. —Rodrigo y el niño se miraron y sonrieron—. Jugaremos con su robot.

Por la noche Rodrigo fue a la habitación de Ángela, esta vez iba más triste que de costumbre, no por su muerte, sino por su hijo, sabía que pronto se iría al igual que su madre. Se acercó a la cómoda y tomó el portarretrato con la foto de ellos tres; Ángela se veía tan feliz, nadie que desconociera el curso de las cosas en la vida de Rodrigo, podría mirar esa foto e imaginarse el fatal destino de su esposa y la terrible enfermedad que menguaba cada día más la vida de su hijo.

Aun con la foto en la mano se sentó en la cama, se quedó mirando la imagen de Ángela, parecía que ella lo miraba a los ojos, él le habló como si ella estuviera allí escuchándolo:

—Ángela, mi amor, donde sea que estés me imagino que ya sabes lo que tengo pensado hacer, —Los ojos de Rodrigo se llenaron de lágrimas y entre sollozos continuó—. Te parecerá que es una locura de mi parte, sé que si lo es, pero quiero que Jr. sea feliz en el poco tiempo que le queda, quiero darle todo lo que desea, y no hay cosa que él desee más que verte a ti, todos me han dicho que hago mal en no decirle la verdad, ¿pero tú que harías en mi lugar si fuera yo el que estuviera muerto y tu viva con Jr. muriéndose poco a poco? ¿Te parecería justo decirle la verdad y agregar más sufrimiento a su corta vida?...

Rodrigo con la voz ronca y sollozando continuó hablándole a Ángela:

—En este momento estoy desesperado, necesito que me hables, que me digas que hacer, me siento solo, desde que te fuiste estoy solo, no puedo con mi dolor, lo único que me tiene vivo es Jr. pero cuando ya no esté sé que moriré yo también, y si no me muero me mataré, los buscaré en el más allá… háblame Ángela, háblame así sea a través de un sueño, necesito… no sé qué es lo que necesito, solo quiero que me digas algo que afirme lo que tengo pensado hacer con Scarlet, a veces pienso que tú misma la pusiste en mi camino.

Después de ese catártico momento, Rodrigo dejo el portarretrato en la cómoda y se fue de nuevo a la habitación del niño. La enfermera le estaba suministrando el tratamiento nocturno, Rodrigo se sentó a esperar, tenía días sin dormir, su cuerpo estaba exhausto y se evidenciaba en su rostro con un par de ojeras que le colgaban y sus ojos que parcia que estaban a punto de cerrarse en cualquier momento. Él miró hacia arriba donde estaba la bolsa del tratamiento intravenoso y le preguntó a la enfermera:

—¿Cuánto se tarda en pasar el tratamiento?

—En 25 minutos termina.

—Gracias.

Rodrigo acercó la silla al niño y se sentó a su lado, le agarró la manito y se la sostuvo, esa era una forma de decirle sin palabras que estaba con él. Hablaron un poco y de pronto los dos se quedaron dormidos. Cuando pasó el tiempo la enfermera cerró la llave sin hacer bulla para no despertarlos.

Rodrigo abrió de repente los ojos y vio a Ángela al otro lado de la cama acariciándole la frente al niño, de pronto levantó la mirada y se quedó viéndolo a él y le sonrió. Ella tenía en su rostro una expresión de serenidad, como si nada malo pudiera suceder. Luego Ángela asentó con la cabeza, Rodrigo comprendió que estaba afirmando de forma positiva lo que él pretendía hacer; de pronto se despertó, había sido un sueño, pero para él era una respuesta a su ruego, ya no seguiría dudando, iba a contratar a Scarlet.

El jueves por la noche las chicas se preparaban para la jornada de baile nocturna. Scarlet esa noche estaba con el ánimo decaído.

—¿Qué sucede? Te veo como triste. — Le preguntó Susana, una de las compañeras de baile.

—No sé, es que me siento algo exhausta, no he dormido bien todos estos días.

—¿Es por lo de tu padre?

—En parte sí, es por eso, pero… —Scarlet recordó el sueño con el niño—. Es que no he dormido bien esta semana.

—Estas sufriendo de insomnio, mañana te traeré unas gotas de hiervas que tengo en mi apartamento, las hacen en mi pueblo, son a base de hiervas y ayudan mucho para dormir.

—Gracias Susana.

—No hay de qué, mañana te las traeré.

Rodrigo llegó a los Ángeles casi al anochecer, Israel y Andrés lo fueron acompañar. También iba con ellos el abogado, si Scarlet accedía a hacer algún trato, debían dejar bien claras las cosas y en lo que éste consistía.

Rodrigo se bebió un par de copas antes de salir al club, no se podía explicar así mismo, pero volverla a ver le causaba nervios, por dentro se sentía como un adolescente enamorado, en sus razonamientos Scarlet era tan solo una prostituta, él no debería tener ningun tipo de sentimiento hacia ella, pero era algo involuntario, entoces se sentía estúpido, le daba vergüenza consigo mismo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.