Scarlet

18

Cuando Scarlet terminó su jornada y estaba en el camerino quitándose el maquillaje recordó lo que ellos le dijeron, entonces se preguntó:

“¿Por qué querrá Rodrigo que me haga pasar por su esposa? que hombre tan extraño, bueno en unos minutos lo sabré”

Cuando ella llegó a Suite, los cuatro hombres la estaban esperando. Rodrigo tenía una copa de coñac en la mano y estaba fumando con la pierna cruzada. Israel y Andrés se levantaron y se fueron, quedando ella con Rodrigo y el doctor Mosquera.

Scarlet y el abogado se sentaron en la mesa del comedor y Rodrigo en la poltrona a observarlos.

Rodrigo con el rostro serio que no emitía ningún tipo de emoción le dijo al Doctor:

—Bien Doctor Mosquera, explíquele a la señorita de que se trata mi propuesta.

—Bien señorita Scarlet, le voy a entregar una copia del contrato que mi cliente desea ofrecerle, como podrá ver, tendrá vigencia durante un año, lo que significa que después de doce meses quedaría usted libre de toda obligación, y si antes de un año el señor Salvatierra no requiere de sus servicios, de igual forma recibirá el pago del monto total ofrecido.

—Pero me gustaría saber exactamente de qué se trata, ¿Qué tipo de servicios desea el señor. —Ella miró a Rodrigo—. Salvatierra?

—Sí, para eso estoy, voy a explicarle cada una de las cláusulas del contrato.

La actividad principal del contrato era hacerse pasar por la difunta esposa de Rodrigo delante de su hijo de seis años sin hacer ningún tipo de preguntas al respecto. En las cláusulas del contrato estaba incluido “entre otras cosas” si ella aceptaba debía permanecer durante un año viviendo en la mansión del magnate o donde él se lo solicitara. Solo tendría un día de descanso a la semana en el cual ella podría realizar sus actividades personales. Hacer el papel de Ángela cuando su hijo estuviera presente. Compartir y participar en las actividades de la familia Salvatierra cuando el niño estaba presente. Hasta ese momento Scarlet no le parcia nada mal la propuesta. Después el abogado le leyó la cláusula donde aparecía el tipo de servicios sexuales que Rodrigo pretendía que ella prestara a sus amigos. Scarlet arrugó el ceño y levantándose de la mesa dijo:

—Perdón, pero creo señor Rodrigo que el gerente del club le dejó claro el otro día que yo no presto ese tipo de servicios.

Rodrigo se levantó de su silla y quedó frente a ella como a un metro de distancia, aun con su rostro serio agregó:

—Le voy a pagar bien. —Ella tomó su bolso para marcharse, en la agarró del brazo y ella lo miró a él con rabia:

—Suélteme.

—Le daré millón y medio de dólares adelantado.

—No pienso acostarme ni con usted ni con sus amigos.

—dos millones.

—Búsquese a otra, con ese dinero estoy segura que cualquier mujer se puede hacer una cirugía en la cara y parecerse a su esposa.

Israel salió a ver por qué discutían.

—No quiero otra. —Dijo Rodrigo.

—Le dije que me suelte.

Los dos se quedaron viendo fijamente a los ojos por varios segundos, entonces Rodrigo la soltó, ella se dirigió hacia la puerta para marcharse, entonces Israel fue tras ella para abrirle y le dijo:

—¿Quiere que la acompañe al ascensor?

—No gracias, conozco bien el camino.

Scarlet llegó a su apartamento enojada con Rodrigo; de mala gana tiró el manojo de llaves sobre la mesa y se fue a su habitación, allí dejó el bolso sobre una silla, después miró el reproductor que contenía el CD de Chayanne, aún con enojo lo sacó de allí y lo tiró a la papelera, en ese momento estaba decepcionada, la ilusión que se había creado alrededor de aquel hombre se le había desmoronado como un castillo de naipes que él mismo con un solo dedo decidió derribar.

Mientras tanto Rodrigo no aguantaba la frustración; estaba de pie cerca del ventanal fumándose un cigarro mientras Israel estaba sentado en el sofá escuchándolo rezongar como un viejo cascarrabias.

—Cálmate Rodrigo: —Le dijo su amigo—. Más bien deberíamos pensar cómo convencerla.

—Entonces dame ideas, o si no…

—Si no ¿qué?

—Soy capaz de llevármela a la fuerza.

—Sabes perfectamente que no puedes hacer eso.

—¿Entonces qué hago? Jr. está cada día más enfermo.

—Deberías cambiar la cláusula del contrato donde incluye servicio sexual.

—¿Por qué habría de cambiarlo.

—Ya la oíste, ella no ofrece ese tipo de servicios.

—Hay por favor Israel, no te hagas el iluso, siempre hay una excepción, crees que ya no se ha acostado con varios de sus clientes, está fingiendo.

—¿Para qué fingiría?

—No lo sé, una estrategia para obtener más dinero.

—Si eso fuera verdad ¿no crees que arriesgó un gran negocio?

Rodrigo se quedó callado pensando, después agregó:

—Mañana subiré la apuesta.

—¿Te has vuelto loco? Ya le ofreciste dos millones.

—Le daré lo que me pida.

—Hay Rodrigo, ¿por qué no quitas el servicio sexual del contrato? Así ella no tendrá más excusas.

—No, sabes que no puedo, necesito que se acueste o contigo o con Andrés y si es posible delante de mí.

—¿Pero por qué es tan necesario?

—Sabes por qué, Scarlet me atrae, siento que me atrapa cuando la veo, no se lo vayas a contar a Andrés, pero siento que me puedo enamorar de ella.

—¿Y qué? Eso sería maravilloso para ti.

—Ahora el que se ha vuelto loco eres tú, ¿Cómo se supone que me voy a enamorar de una mujer de esas?

—Así es el corazón.

—El mío no, además… no quiero olvidarme de Ángela, juré no amar a otra mujer, y si lo hago Scarlet es la última en este mundo en la que me fijaría, por eso quiero verla acostándose contigo o con Andrés por unos cuantos billetes, para tener presente aquí en mi mente que es una mujer que no vale nada.

Scarlet agarró un perrito de peluche y se recostó sobre la cabecera de la cama, puso su cara como si fuera a llorar y pensaba dentro de sí:

“Soy tan tonta, me creé yo misma un sueño, no sé en qué estaba pensando”




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