Scarlet

20

Rodrigo regresó a México al amanecer, pero su mente se quedó con Scarlet en Los Ángeles, estaba inquieto, por más que lo intentó nada lo tranquilizaba. Se gran parte del día dando vueltas de aquí allá sin parar en la biblioteca de la mansión. Todos sus pensamientos estaban concentrados en la hermosa mujer; Rodrigo no podía creer que fuera tan sigilosa, se le había escapado de las manos como un pez cuando que es atrapado y logra zafarse con facilidad. Él creyó que la carnada de dos millones o más le haría la vida fácil, pensaba que Scarlet caería a sus pies como su esclava, pero no fue así, más que orgullo y arrogancia sentía desesperación, parecía que la bailarina se le había hecho inalcanzable, ¿Cómo era posible que esa mujer hubiera rechazado tan buen oferta? Eso no lo podía aceptar. Deseaba que Scarlet estuviera cerca, la quería junto a su hijo, —eso se decía así mismo—, pero en el fondo también deseaba tenerla cerca suyo, sin darse cuenta se había hecho planes con ella, imaginarla en su casa le daba un aire de alegría a su corazón, en secreto vivía la ilusión de llenar el vacío de su alma con su presencia. Aunque fuera solo por un año, él la necesitaba tanto como Jr.

Como sus planes no salieron según lo previsto estaba lleno de frustración, no se hallaba consigo mismo ni sabía qué hacer al respecto, eso hasta que tuvo la ocurrencia de volver a Los Ángeles entonces llamó a Israel al celular:

-Quiero que me acompañes a Los Ángeles.

-¿A qué quieres ir a Los Ángeles?

-A buscar a Scarlet.

-¿Te has vuelto loco? esa mujer va a pensar que eres un acosador.

-Debo convencerla, le ofreceré más dinero, si es eso lo que ella.

-Hermano no estoy de acuerdo contigo.

-No te estoy pidiendo tu opinión, solo quiero que me acompañes.

-Pero Rodrigo…

-¿Me vas a acompañar sí o no?

-Bueno está bien.

Por la noche muy tarde llegaron al club y pidieron una mesa retirados del lugar donde ella subía a bailar, allí la esperaron por dos horas.

Scarlet terminó su jornada y fue a cambiarse. Cuando ella salió al estacionamiento a buscar su coche, Rodrigo la estaba esperando, cuando la vio salir del club fue detrás de ella y comenzó a seguirla. Israel preocupado lo seguía e intentaba hacerlo entrar en razón:

—Rodrigo eso que estás haciendo no es correcto, ¿Cómo se te ocurre seguirla fuera de su trabajo? ella te puede demandar por acoso.

—La convenceré a como dé lugar, esa mujer debe ir a mi casa.

—Rodrigo detente, ya se te está pasando la mano con esa bailarina.

—No lo haré, no me voy a detener hasta tenerla conmigo.

Israel lo jaló del brazo y lo detuvo por unos segundos y le dijo mirándolo fijamente a los ojos:

—Te estas obsesionando con esa mujer, esto ya no se trata de Jr. sino de ti.

—No me importa lo que pienses.

—No deberías llevarla a tu casa, a estas alturas dudo que puedas desarrollar con ella un relación profesional; estas como un loco obsesionado, nunca te había visto actuar de esa manera por una mujer.

—Basta, si te da tanto miedo mejor vete al hotel y déjame solo. Puedo arreglármelas sin ti.

Israel comprendiendo que no podía hacerlo entrar en razón y lo dejó ir tras ella.

Scarlet estaba abriendo su auto cuando de pronto Rodrigo la llamó de lejos:

—Scarlet. —Ella de inmediato reconoció su voz y volteó a verlo sorprendida, cuando él la alcanzó ella de mala manera le dijo:

—¿Qué diablos hace aquí?

—Sabe perfectamente lo que quiero, ¿para qué me lo pregunta?

—Ya le dije que no hago ese tipo de trabajo con mis clientes, ¿le cuesta entenderlo?

—Está bien, pero aun así quiero, no podrá detenerme, quiero que usted sea mi esposa por un año.

—ya le dije que no, y es mejor que se largue o llamaré a la policía.

—No me iré hasta conseguir un sí por respuesta.

—¿Quiere una esposa o una que se acueste con usted y sus amigotes?

—Quiero ambas cosas.

—No pierda más el tiempo conmigo señor.

—¿Cuánto quiere? Estoy dispuesto a pagarle lo que me pida, ¿Qué tal dos millones y medio?

—Lárguese.

—Tres millones.

Él de forma atrevida la agarró del brazo a la acercó a él y la pegó contra su cuerpo con brusquedad, parecía que la iba a besar; Israel observó desde lejos preocupado por la escena que estaba montando su amigo y se tapó la cara por algunos segundos.

“Rodrigo se está volviendo loco.”

Rodrigo con la voz ronca le dijo a Scarlet:

—¿Digame cuanto quiere? —Ella con una mirada desafiante se quedó viéndolo de frente, le dio rabia por la forma como él le hablaba, sus ojos se pusieron más claros debido al enojo, a Rodrigo le parecía que se le veían aún más hermosos. Él sintió que un corrientazo empezó a recorrerle todo el cuerpo con la mirada que tenía esa mujer que lo volvía loco; en ese momento quedó embelesado, muerto de pasión, sentía que ya no se podría controlar, estaba dispuesto a lo que fuera por llevársela a su casa.

—Le pagaré lo que sea.

—Lárguese. —Le dijo ella con una expresión intimidante. Scarlet se dio vuelta para subir a su auto, entonces Rodrigo de imprevisto la agarró del brazo y la volteó de frente suyo, después la tomó de la cintura y sin dejarla pensar ni por un segundo la besó en la boca con arrebato, le dio un beso húmedo y apasionado, fue tan brusco que cuando la soltó Scarlet sentía que los labios le ardían y sus ojos de gata se quedaron mirándolo con reproche, pero de su boca no salió una palabra, ella se quedó muda y paralizada.

Rodrigo volvió en sí y comprendió la locura que acababa de cometer, entonces la soltó, pero no dejó de mirarla a los ojos, fue un momento intenso para los dos.

Israel vio todo y bajó del auto y corrió con Rodrigo.

—Rodrigo ya vámonos. —Rodrigo no le quitaba la mirada a Scarlet, se sentía desnudo, había reconocido al fin sus sentimientos hacia ella; ya no había forma de seguirse negando así mismo lo que sentía, aunque no estaba dispuesto a reconocerlo delante de nadie, jamás cedería su amor ante una prostituta. De pronto abrió sus labios y con una voz pausada le dijo de nuevo:




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