Scarlet

23

Scarlet se quedó parada detrás de la puerta y respiraba con agitación, en ese momento ella no sabía lo que podía suceder o lo que aquellos hombres le fueran a hacer, solo estaba asustada y había actuado instintivamente, no pensó en que tal vez su actuación le acarreara consecuencias negativas.

Pasó un rato, había mucho silencio en el apartamento. Scarlet pensaba que tal vez Rodrigo iría en cualquier momento a sacarla por la fuerza de su habitación para que cumpliera su compromiso; pero no fue así.

Cuando los nervios se le apaciguaron ella razonó, comprendió lo mal que había hecho, estaba incumpliendo con una de las cláusulas del contrato, ella se quedó sentada al borde de la cama con preocupación, no sabía cómo le haría para reparar lo que había hecho.

Rodrigo tenía enojo a su vez que cierto desconcierto, no entendía para nada la reciente actitud de Scarlet, le parecía contradictoria, aunque por alguna razón se mantuvo sin reventar de ira, era que muy en el fondo le aliviaba no haberla visto desnuda con su amigo.

Después que reaccionó, Scarlet recibió bríos, entonces se levantó de la cama y fue a la cómoda, se miró en el espejo, el rededor de los ojos lo tenía manchados con el color negro del delineador que se le había corrido cuando lloró, ella tomó el estuche de cosméticos, se quitó los residuos y volvió a maquillarse.

El par de hombres estaban en la sala fumando cigarrillos, permanecieron todo ese rato en silencio, Rodrigo no emitía ningún tipo de emoción, de pronto Scarlet llegó con ellos, se quedó parada frente a Rodrigo, él levantó su mirada hacía ella, sus ojos se encontraron por un momento pero él agachó la mirada, Scarlet permaneció en silencio por varios segundos y se tragó la saliva antes de gesticular las palabras que iba a decir, al fin abrió la boca y les dijo:

—He decidido que no participaré de su juego, soy un ser humano, no puedo hacerlo, no puedo dejar que un hombre me toque o me haga cosas mientras otro me observa, me parece horrible —Ella miró Rodrigo—. Si no lo aceptan así prefiero romper el contrato, puedo devolverle su dinero en cuanto venda un apartamento que tengo en New York.

Rodrigo se enderezó y estiró el brazo hacía la mesa de centro donde estaba el cenicero, restregó la colilla del cigarrillo, después le dijo a Scarlet:

—No olvide que ya le pagué más de un millón de dólares, ya cumplí con mi palabra, ahora te toca cumplir con la tuya o deberá abstenerse a las consecuencias.

—¿Cuáles consecuencias?

—En caso de rescindir debe pagarme el doble, el contrato es de dos millones, deberá pagar cuatro.

Scarlet agachó la mirada y puso una expresión de aflicción, en medio de todo pensó en su padre, recordó que necesitaba esa operación, una lágrima comenzó a bajar por su mejilla derecha, se sintió perdida, Rodrigo parecía que era un hombre despiadado, ella no podía evadir ese contrato, no contaba con un centavo para rescindir, el tipo sabía cómo ganar lo que quería, ella era un premio, una flecha acertada en el blanco y estaba en sus manos.

Rodrigo vio por unos segundos el rostro afligido de la bailarina, sintió empatía con ella, en verdad Scarlet tenía razón en lo que dijo: ella era un ser humano, además el objetivo del contrato no era el sexo, la verdad él solo quería hacer feliz a su hijo.

De pronto Rodrigo le dijo algo que ella jamás imaginó oír salir de su boca en ese momento:

—Está bien —Scarlet lo miró atónita, esperaba algún grito o cualquier tipo de reproches—. Tienes razón, eres un ser humano, voy a respetar que prefieras estar con un solo hombre.

Scarlet se quedó muda, había sido muy fácil, Rodrigo una vez más le era un tipo impredecible, ella no podía adelantarse a sus acciones, después él se levantó del sofá, buscó su saco y se dirigió a la puerta y la abrió, antes de salir le dijo a los dos:

—Los dejo solos.

Israel anonadado se levantó y con agilidad fue detrás de Rodrigo, salieron del apartamento, Israel cerró la puerta para que Scarlet no oyera lo que hablaban.

—¿Qué haces Rodrigo por qué te vas a ir?

—Te dejo para que pases la noche de tus sueños con la bailarina.

—¿Qué estás queriendo decir?

—¿Crees que no lo sé?

—¿Saber qué?

—Que se te chorrean las babas como a un perro por ella.

—No me gusta tu tono.

—Deja la hipocresía, mejor ve y cógetela.

—Mejor hazlo tú, yo no tengo...

—Ve con Scarlet, no veo que te puede preocupar.

—Me preocupa tus represalias conmigo, sabes que tu amistad es más importante para mí, además sé que Scarlet te importa.

Rodrigo caminó hacia el ascensor e Israel lo siguió.

—Rodrigo...

—Por eso quiero dejarte a solas con ella, necesito aclarar bien las cosas, si eres mi amigo quédate esta noche con Scarlet, si sé que pasaron la noche juntos, jamás la podré ver cómo una mujer para mí, lo sabes, sabes que necesito eso.

—¿Qué más da si te enamoras de ella? ya has sufrido mucho desde la muerte de Ángela, mereces volver amar.

—No quiero volver a amar a ninguna mujer, y Scarlet es una prostituta, ella sería la última que me atrevería a mirar con buenos ojos... por favor, pasa la noche con ella.

Rodrigo subió al ascensor, lo miraba a los ojos mientras a las puertas se cerraron. Israel resopló pensando en lo que su amigo le acababa de decir.

Él regresó al apartamento, cuando entró miró a Scarlet y suspiró en silencio, se acercó a ella, fríamente la tomó de la mano:

—Vamos a la habitación y salgamos de esto.

Scarlet lo miró con extrañeza, el tono de voz de Israel era como si lo obligarán a hacerlo.

Ya en la habitación él se quitó la camisa, luego comenzó soltarse el cinturón y bajó el cierre del pantalón, después volteó y le dijo a ella con tono de voz frío:

—Quítese el vestido y sube a la cama.

Scarlet sintió escalofrío e incomodidad por la forma como él le habló con frialdad, mas sin embargo obedeció, se quitó el vestido y subió a la cama. Israel se acostó al lado de ella, se quedó mirándola como admirando su belleza; de pronto se sentó, su semblante cambió, cerró los ojos y resopló, después los abrió y le dijo:




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